Vitoria - Todo es temporal en la Catedral Santa María. Las oficinas de quienes componen la fundación encargada de velar por su futuro también. Desde hace un año están en una nueva ubicación, la enésima. Pero tienen fecha de caducidad. La ampliación del albergue obligará a cambiarlas de nuevo. Una nueva mudanza para Jon Lasa y su gente.

Hace escasas fechas presentó en Juntas Generales los planes de la fundación hasta 2020, unos pasos a dar sustentados en una proyección presupuestaria muy conservadora en lo que respecta a la aportación posible de las instituciones. ¿Tan mal ve las cuestiones económicas de aquí a cuatro años?

-No, pero es que hemos querido ser prudentes. Todo lo que venga de más, mejor, pero creo que con esas cantidades podemos lograr los objetivos que hemos diseñado.

¿Eso quiere decir que con más dinero se podrían hacer más cosas o que los objetivos marcados se podrían conseguir en menos tiempo del estipulado?

-Se podrían hacer más cosas. La experiencia nos ha mostrado, en cuanto a los plazos de ejecución, que los trabajos en el templo llevan su tiempo.

¿Entonces, qué más se podría hacer?

-Hombre, en la comparecencia hablé de unas obras de conservación y mantenimiento que quedarán para el futuro a partir de 2020. Por ejemplo, actuar sobre la portada de Santa Ana. Lo que estamos haciendo son las grandes obras de consolidación estructural y de cubiertas, quedando a la espera lo que podríamos definir como actuaciones de cirugía estética. No son grandes obras que supongan grandes cantidades pero sí detalles, por así decirlo, que habrá que acometer en un momento dado.

Ahora el foco de atención están en las cubiertas como la del pórtico, donde está previsto crear un espacio acristalado para uso diverso. ¿Qué tiene que ser?

-En lo que es la cubierta estamos trabajando ahora mismo en los dos extremos de la Catedral. Uno, lo que es el pórtico y otro, en el sentido contrario, en lo que es la cabecera. En el primero, vamos a cerrar el paso de ronda norte, que será visitable, para desembocar en esa sala acristalada que mencionas. La idea es llevar a cabo actividades culturales como conferencias, debates...

Lo preguntaba porque la intención es también ganar el portal 103 de la calle Cuchillería, y cuando se pueda el 101, para generar un espacio cultural y alguien puede pensar que es mucho sitio dedicado, en teoría, a lo mismo.

-No, porque lo que queremos hacer en el 103 es diferente. Ahora tenemos unos 4.000 chavales que hacen talleres y que les tenemos que llevar a la calle de Las Escuelas. Y del albergue nos llegan también peticiones de espacio por parte de colonias juveniles para llevar a cabo sus actividades culturales. Ese tipo de cuestiones son las que queremos llevar al 103. Ten en cuenta que la sala sobre el pórtico de la que hablábamos tampoco va a ser enorme.

¿No le preocupa que llegado ese 2020 y, por tanto, el final de las obras esenciales, estructurales, del templo, la gente se olvide de la Catedral?

-Estoy convencido de que va a ser todo lo contrario. Es más, sé que a nivel turístico el proyecto va a ir a más. En el plano cultural también, sobre todo si tenemos financiación adicional. Y la Oficina Técnica va a seguir siendo muy potente. Estoy convencido de que se está creando una gran nombre en torno a la Catedral Santa María, que cada vez es más conocida tanto en el ámbito nacional como internacional y que vamos a ir a más. Es que aquí vienen de la Catedral de Burgos, de la Sagrada Familia, de Mallorca, de Galicia... porque somos referentes. Cada vez se escucha más hablar de Vitoria y su templo como una gran obra de restauración, como una visita totalmente innovadora y única. Vamos ganando peso año a año en este sentido.

La realidad es que 2016 se ha cerrado con un incremento de visitas, a lo que ha contribuido la apertura en julio de las criptas. ¿Cómo valora estos meses de funcionamiento de este espacio?

-A mí es un lugar que me encanta. Primero como vitoriano porque aquí están nuestros orígenes. Después, a nivel arquitectónico, es también impresionante. Venir es tener delante un recorrido por la historia que te enseña también cómo es construir una catedral. Aquí hay arquitectos, ingenieros y demás que disfrutan una barbaridad.

Es evidente, con la perspectiva que da el paso del tiempo, que la apuesta que se hizo en su momento tras cerrar el edificio en 1994 por temor a su derrumbe ha sido acertada.

-Sí, pero en ese momento fue como un acto de fe. En ese instante, nadie se imaginaba dónde íbamos a estar y a dónde íbamos a llegar.

Cuando se llegue a 2020, ¿cómo se debe hacer para transmitir todo el conocimiento adquirido en estos años?

-Bueno, la Oficina Técnica de la Catedral ya está muy valorada y será un referente a futuro en este sentido. Ahora mismo está trabajando, por ejemplo, en la consolidación estructural de la segunda iglesia más antigua de Latinoamérica. Está también el proyecto Nano-Cathedral. Y estamos trabajando de manera estrecha con la Catedral de Santiago... y eso seguirá. Y queremos hacerlo en Álava. En el plano turístico, Santa María será una visita increíble. Si viésemos toda la Catedral se podrían hacer visitas de casi cuatro horas. Podremos proponer diferentes recorridos alternativos. Quiero decir, esto es como el Guggenheim, no se trata de inaugurar un edificio y luego ya pensar que todo se ha acabado. No. O la Torre Eiffel. Terminar una determinada obra no significa que se acabe su recorrido. Para nada. Va a más. Y eso le va a pasar a Santa María. Estoy convencido de que la Catedral va a coger ese nombre y va a ir a más.

Antes de que sigamos con otras cuestiones, mencionaba el interés por exportar el método de la Catedral a otros puntos de Álava, que es algo de lo que se ha hablado en ocasiones anteriores aunque nunca se ha podido desarrollar por cuestiones económicas. ¿Por qué ahora es diferente?

-Bueno, pero ya vamos trabajando en este sentido. Así se ha hecho en Santa María de los Reyes (Laguardia) con el audiovisual explicativo que se llevó a cabo. Y vamos a ver si podemos hacer otras cosas con motivo del paso por Álava del Camino de Santiago. Pero también en edificios. Tenemos propuestas sobre la mesa, aunque no están cerradas y es mejor esperar un poco antes de comentarlas en público. De todas formas, esas colaboraciones se van a seguir extendiendo fuera. De hecho, tanto a nivel turístico como en lo que se refiere a la obra, ahora nuestro mercado es el mundo, y aunque decir esto pueda parecer una bilbainada, no lo es. Es que el pasado 31 de diciembre aquí había un grupo enorme de japoneses que era algo impensable en Vitoria hace unos años.

Le veo especialmente motivado con la cuestión de la repercusión turística, aunque son los alaveses los más asiduos a la Catedral.

-No, no, hoy más del 50% de la gente que acude es de fuera del País Vasco. El turismo extranjero ya supone un 10% y es un porcentaje que va creciendo año a año. El año pasado acudieron personas de más de 65 nacionalidades diferentes. Ahí tenemos que caminar, es nuestro futuro.

Estamos haciendo la entrevista en unas oficinas que, en realidad, deberían durar poco puesto que se van a convertir en parte de la ampliación del albergue. ¿No es un riesgo crecer más?

-Éste es un albergue muy bien valorado. Nuestros mejores embajadores son los que vienen y creemos que en 2020 llegaremos a las 12.000 pernoctaciones. Además, hay reclamos como el Camino de Santiago que crecerán, y queremos llevar a cabo cursos, másteres y demás, que harán aumentar una demanda que cada vez notamos más. Soy muy prudente, tengo los pies en el suelo. Ahora mismo el albergue se autofinancia. Pisamos en suelo, no nos dejamos llevar por nada. La ampliación está basada en datos reales y estudios serios.

¿Cuántas camas se ganarán?

-Pensamos que entre 15 y 20 literas.

¿Va a ser una obra muy complicada, y no me refiero sólo a lo económico?

-En la comunicación de los edificios es en lo que hemos estado trabajando de manera más exhaustiva. Sí que hay alguna diferencia de nivel pero es salvable.

¿Para abrir en...?

-En 2019, en principio.

Lo que tiene que ser ya es la actuación en el número 103 de Cuchillería para crear ese espacio cultural-educativo del que hablábamos antes, ¿no?

-De hecho, teníamos ganas de haberlo podido hacer con anterioridad. Pero teníamos muchos compromisos de obra y unos recursos limitados. Aquí se dan la mano dos factores. Primero, que nuestro deseo y compromiso es llevar a este lugar las actividades que antes comentaba. Segundo, que el edificio está en muy mal estado y hay que actuar ya.

Hace un año, más o menos, que está en este cargo. ¿Cómo lo está viviendo?

-Con ilusión y responsabilidad.

Y con mucha lucha para conseguir financiación puedo suponer. A veces las buenas palabras de las instituciones no se convierten en hechos y menos en estos tiempos. ¿Es la parte más complicada de su labor?

-Requiere bastante trabajo porque es la financiación la que te permite hacer las cosas. Ahora soy algo más positivo porque creo que hay una base sólida de aquí a cuatro años que nos va a permitir cumplir esos retos que tenemos hasta 2020.

¿Hay posibilidades reales de que el Gobierno Vasco entre en el patronato de la fundación?

-Ojalá. De todas formas, hay que señalar que aunque no haya estado en el patronato, el Gobierno Vasco ha estado apoyando el proyecto desde el inicio.

Por cierto, ¿qué tal las relaciones con el nuevo obispo?

-De momento, muy buenas. Y ya he conocido al nuevo vicario y la impresión ha sido excelente. La vida con el culto se está desarrollando además con mucha naturalidad. Las dos partes queremos trabajar en favor del bien común, tenemos una conjunción de intereses y todos nos respetamos, sabiendo dónde estamos cada uno.

Sus retos a nivel particular hasta ese momento de 2020...

-Trabajar muchísimo porque tenemos una joya entre las manos.

¿Ha llevado alguna visita?

-Alguna, aunque no tan bien como lo hacen las guías.

¿Qué es lo que más le gusta enseñar?

-Las criptas y después todo lo de la torre. Cuando terminemos con las cubiertas, el recorrido por las entrecubiertas va a ser espectacular. Así que veremos todo. Empezaremos en la cripta para ir por la nave, paso de ronda, el triforio, subir a la torre, bajar por la nave alta sobre las bóvedas y bajar de nuevo a la nave para terminar el recorrido en el pórtico, viendo las policromías. Va a ser algo espectacular, una visita única, totalmente innovadora.