Ayer la gente de la cultura le dedica un homenaje al escritor Ángel Salazar, fallecido el agosto pasado. Rebuscando entre mis escritos, he encontrado un texto que escribí sobre él hace ya un decenio. Lo transcribo aquí mismo:
Ángel Salazar, recalcitrante escritor, dirigió revistas como Maskara (1981-82), Lux Demoniorum (1983) y Paréntesis (1991-93). Revistas que ya forman parte de la historia cultural de nuestra ciudad. Ahora acaba de cumplir diez lustros y para celebrar este hecho se regala, y nos regala a todos, una nueva publicación: Papeles de Zabalanda. El otro día Antonio Altarriba, en la presentación oficial de la revista, apuntaba algo que resume el espíritu de Ángel y el de sus revistas presentes, pasadas y futuras: que estamos frente a otro “exitoso fracaso” editorial.
A mí me llamó hace meses para pedirme un texto. Lo quería gratis y “para ayer”. Se lo hice, por supuesto. Si me lo hubiera pedido cualquier otro, le habría mandado a paseo directamente. La revista es de mejorable diseño pero de inmejorable contenido: textos que envuelven conceptos cosidos por una fina ironía. Narrativa escrita con esa simplicidad y esa pureza de los que, como Ángel, saben escribir bien. Otros seremos siempre sólo aprendices. Lean la editorial. No tiene desperdicio:
“Papeles de Zabalanda es una revista que pretende -desde su independencia- llegar a cualquier rincón de Euskadi y del mundo conocido. Heredera natural de Maskara, Lux Daemoniorum y -tras un largo- Paréntesis, vuelve con vocación para perdurar en el tiempo, y de animar el panorama sociocultural, desde la capital, pero con aportaciones diversas de aquí o de más allá. Está editada por Tusitala Enea y cada colaborador se representa a sí mismo, si bien goza de la absoluta confianza del director, que responde del producto final. Ojalá que acertemos con los contenidos, sin descuidar el continente, y esta publicación -abierta, plural y bilingüe- les resulte interesante, útil y provechosa. En una sociedad como la nuestra conviene recordar: el que busque protagonismo político que se presente a elecciones democráticas; el que quiera nombradía social, que trabaje e influya en los ámbitos oportunos. Mientras tanto, para vosotros desde la libertad”.
A uno todavía le conmueve que existan personas que trabajan en el campo de la creación porque simplemente lo llevan en la sangre. Personas sin afán de protagonismo, ni de forrarse. Se embarcan en proyectos nuevos tengan la edad que tengan. Asumiendo que éstos serán “exitosos fracasos” en los que perderán tiempo y dinero. Shackleton, el explorador inglés, publicó en un periódico londinense este anuncio: “Se buscan hombres para peligroso viaje. Salario reducido. Cerveza amarga fría. Largos meses de completa oscuridad. Constante peligro. Dudoso regreso sano y salvo”. Así consiguió la tripulación para ir al Polo Sur. Ángel me recuerda a Shackleton: siempre encontrará a un equipo de románticos que se apuntarán a sus aventuras -o desventuras- editoriales.