Vitoria - Antes de escribir y leer, el ser humano adquiere, a través de la práctica, la habilidad del habla. Sin menospreciar ni olvidar la teoría -de hecho, también se ofrece-, Talde Gune Musika Eskola sigue un razonamiento similar para crear y aplicar el método Musikhasi, una herramienta pedagógica a la que hoy acuden, tanto en Gasteiz como en otros puntos de la geografía alavesa, un total de 450 personas de distintas edades. “No vienen a estudiar música, sino a hacer música. Es aprender haciendo”, explica Aitor Ruiz de Arbulo, impulsor de una apuesta empresarial y educativa que comparte con Marcio Padoan e Iker Barrientos.
Es en Betoño donde él abrió hace ya ocho años el mayor complejo de locales de ensayo de la provincia como punta de lanza de una propuesta que quería -y en ello sigue- desarrollar distintos caminos con la música como punto de partida. En este marco nació la escuela. “Vimos que había gente, sobre todo niños, que en los centros tradicionales de enseñanza de música, que son también efectivos, perdía interés por la música porque la parte teórica tiene mucho más peso que la práctica”. Partiendo de la base de que “no hay fórmulas mágicas” y de que “nadie aprende nada en un par de días”, como apunta Padoan, “nuestro principal objetivo es que nuestros alumnos sigan con el gusto por la música, que encuentren su lenguaje, su forma de expresarse, su manera de comunicarse a través de ella, y que eso lo hagan sin que impongamos nada”.
El proceso empezó con los más pequeños desde Betoño aunque, tras una primera salida a Salburua a través de la asociación de vecinos del barrio, el proyecto se encontró con una demanda tal que le llevó a abrir dos sucursales de la escuela en el Paseo de Juan Pablo II (Zabalgana) y el centro comercial Salburua, a lo que hay que sumar el trabajo que se desarrolla en Ordoñana y Campezo, localidades del territorio a las que se va a unir en nada una población más, como ya sucedió el curso pasado con Legutiano.
Desde la guitarra hasta la triki pasando por todo lo que tenga que ver con los instrumentos que se utilizan en la música moderna (por ejemplo, se da formación continua para Dj), la idea es poder ofrecer una educación completa desde la práctica, lo que incluye también aspectos de tecnología musical que, por lo general, suelen pasar desapercibidos. Además, se organizan talleres de manera regular y se responde a demandas específicas, también recibiendo “a músicos de grupos bien conocidos de la ciudad que buscan perfeccionar determinados aspectos” de su actividad.
Para dar respuesta a todo esto, son 22 los músicos implicados en el proceso de enseñanza, nombres como los de Koldo Uriarte, Alfonso Junguitu, Virginia de la Casa y Mikel Parrucho, entre otros. “Es gente con experiencia y titulación para la docencia, pero para nosotros, lo más importante, es que son músicos de calidad contrastada”. “El equipo humano es lo fundamental”, más allá de las inversiones realizadas en los locales de la capital alavesa y en el montaje que se lleva a los pueblos. “Como intérprete, enseñar es también un aprendizaje, te mantiene en forma. De los alumnos también te llevas cosas porque te plantean muchos retos y preguntas”, describe Padoan.
Primeros pasos El 40% de los asistentes a Talde Gune Musika Eskola es joven o adulto, es decir, son los más pequeños los que copan la mayor parte de las matrículas. Es en su caso, en función de las edades, en el que se establecen de manera más clara los estadios formativos por los que se propone que pasen, aún entendiendo que dos personas, aunque sean de la misma edad, “son un mundo diferente” y por lo tanto “cada uno tiene que recorrer su camino por sí mismo”.
Para los alumnos de 3 y 4 años se ofrece una hora semanal de iniciación a la música, teniendo en cuenta que en cada clase hay un máximo de seis participantes. El mismo ratio se usa para los pequeños de 5, 6 y 7 años. “El objetivo con ellos es que conozcan los instrumentos y que sepan cómo es trabajar en grupo”, dice Ruiz de Arbulo.
Con un máximo de cuatro personas por aula, el tercer nivel de Musikhasi se destina a los estudiantes de 8, 9 y 10 años, que empiezan a formar pequeños grupos a través de los cuales ir probando y decidiendo cuál es el instrumento que mejor les viene, conocimiento en el que van profundizando a partir de los 10 años, partiendo de la base de que “no hay nada cerrado. Si en un momento dado quieren cambiar, se puede hacer. Es esa libertad la que hace que vengan sin presión”.
De esta forma se configura una de las propuestas del tronco que es Talde Gune, que este mismo año ha abierto una tienda de música especializada en instrumentos de iniciación y recambios, y que mira a 2017 con la idea de poner en marcha en Betoño un estudio de grabación. Mientras tanto, la escuela y su método “siguen evolucionando puesto que no son algo cerrado”. Todo lo contrario.