durango - Aún visiblemente emocionada, Sagrario Aleman deposita con delicadeza el premio al lado de una de las sillas del área de descanso de la Azoka. “Cuando desde la dirección del Grupo Noticias me comunicaron que querían otorgarme este reconocimiento fue toda una sorpresa, es un honor que se hayan acordado de mí”, apunta la profesora y directora del euskaltegi Arturo Campion de Iruñea y miembro de Euskaltzaindia. “Pero, en gran medida, lo entiendo además como un reconocimiento a esas personas que han dedicado su trabajo diario a la alfabetización y euskaldunización adulta”, añade.

Es precisamente en ese aspecto, el de la labor colectiva a favor del euskera, en el que incide a lo largo de la entrevista.“En la época en la que se dieron los primeros pasos del euskera batua, la labor de aquellos que formaron parte de los grupos de alfabetización y euskaldunización fue la semilla de todo el movimiento que vendría después: el trabajo en las ikastolas, los libros de texto, la literatura, los medios de comunicación...”.

En su caso, el amor por el euskera se remonta a sus primeros pasos en el navarro pueblo de Etxaleku. “Tuve la suerte de nacer en un pueblo en el que se hablaba en euskera y en el seno de una familia comprometida con nuestro idioma”, señala. Su padre, un euskaltzale declarado, supo inculcarles la importancia de mantener viva la lengua vasca, algo que también trataba de transmitir al resto de progenitores del pueblo y de las localidades colindantes. “Recuerdo que les solía preguntar: ¿Por qué no quieres dar a tus hijos algo que tú sabes?”.

Aleman recuerda todavía con cariño cómo los niños que venían de otros pueblos aprendían el euskera en la calle y todos lo hablaban “de una manera inconsciente”. Lograr esa naturalidad es, según sostiene, el principal reto al que se enfrenta el euskera en nuestros días, un propósito que se debe llevar a cabo a través de “una lucha totalmente consciente”.

Ese compromiso consciente con el euskera le dio el impulso para alejarse del mundo farmacéutico en el que se había formado para trabajar codo con codo en la alfabetización y euskaldunización de los adultos durante más de cuatro décadas, tanto a través del euskaltegi iruindarra como de otras tantas asociaciones culturales.

“¿Qué me ha aportado a mí el euskera?”. Durante un momento, sonríe antes de responder. “Todo, a mí me ha dado la vida. Es cierto que a veces también es cansado porque queremos vivir en euskera y no podemos, pero es parte de mi forma de ser y sin ello no sería yo. A otro nivel, me ha posibilitado conocer a mucha gente, trabajar en algo que me gusta, formar a tantos y tantos alumnos a los que luego puedo ver disfrutar del euskera... Porque además de enseñar la lengua, también tratamos de transmitirles que es una herramienta para utilizar en nuestro día a día”. La utilización de la lengua dentro de la cotidianidad es otro de los desafíos sobre los que pone el foco la miembro de Euskaltzaindia, quien actualmente forma parte de la comisión encargada del impulso del euskera. “Tenemos que tener claro el objetivo: la normalización. Queremos vivir en euskera, en una verdadera igualdad, y para ello es necesario que se nos dote de mayores medios en lugar de poner trabas. Ha habido algunos cambios, y siempre son bienvenidos, desde luego, pero quizás esperábamos más. Todavía sigue siendo necesario un trabajo conjunto en el que, en la medida de lo posible, caminemos de la mano de las instituciones”.