Llodio - La escritora de Llodio Txani Rodríguez reconoce volcar su “mala hostia con el mundo” escribiendo, invitando a la reflexión desde sus creaciones literarias. Con su tercera novela, Si quieres, puedes quedarte aquí, desde luego que lo ha conseguido. Pueblos que cuidan más de las flores que del bienestar de sus vecinos, urbanitas que buscan la felicidad en una naturaleza inexistente por idealizada, amantes de la caza con negocios vegetarianos, amores que anulan, de los que cuesta huir por pura dependencia, pero también amores que curan. La obra quedó finalista en el XLVII Premio Internacional de Novela Corta Ciudad de Barbastro, y es el título que abre la colección Tierras de la Nieve Roja que la editorial Tres Hermanas ha dedicado a la ficción en español. Pasen y lean.
De la carretera hacia el sur de ‘Agosto’ a unas cabañas perdidas en unas montañas del norte. ¿De dónde le surgió la idea?
-El germen de la novela viene de un amigo que compró una cabaña en cuyo terreno, por una serie de circunstancias, tenía que tener ovejas y nos dejó amadrinarlas. Estábamos ilusionadísimos, hasta que por la enfermedad de la Basquilla empezaron a morir. Ahí descubrí lo complicado que es el pastoreo y la visión tan poco realista que el mundo urbanita tiene del campo. Me han comentado varios lectores que hago un retrato “bonito pero cruel”, pero es que no quería dulcificar nada. La naturaleza es un medio hostil, donde los animales mueren y matan.
Así que existen las cabañas. ¿Y el pueblo de Luja? Su parque recuerda al de Lamuza en Llodio.
-Claro, están en Okondo, la imagen que aparece en la cubierta del libro (obra de Iñaki Andrés) es la cabaña de mi amigo, de hecho. Por lo que respecta a Luja solo sé que es el apellido de un amigo y un monte de Llodio. Su parque sí es el de mi pueblo, al que le he querido rendir un pequeño homenaje. Eso sí, exagerarlo me ha servido para hablar de la incongruencia social de un pueblo más volcado en el cuidado de sus flores y apariencia que en el de las personas que residen en él. Las cosas que me enfadan me hacen escribir.
¿A qué se refiere?
-Mi generación, por ejemplo, está todo el día lanzando soflamas reivindicativas por las redes sociales, pero luego estamos muy parados, no nos manifestamos en el plano real. Quería que mis personajes no cayeran en esa incongruencia, o que si lo hacían fuera de un modo tan extremo que rozaran el ridículo, como es el caso de Otermin, el que monta el negocio de las cabañas y las terapias alternativas sanas, naturales y ecológicas para reposo.
¿El que come filetes grasientos y lee a escondidas revistas de caza?
-El mismo. La infelicidad nos convierte en carne de cañón para muchas historias, y a estas cabañas en el monte llega gente -generalmente joven, urbanita e intelectual- que por nimiedades se creen infelices, y se encuentran con gente mayor y de campo que sí sabe lo que es sufrir de verdad en esta vida, por mil circunstancias, pero que no se amilanan ante nada, son muy fuertes y siguen luchando. Es el contraste. Además, las nuevas generaciones vamos de listas porque sabemos el significado de mil palabras tecnológicas inglesas, y luego no sabemos cómo se llama tal árbol o en qué época se recogen los tomates.
También son suyos los libros infantiles ‘Artzaina izan nahi dut’ y ‘Ez naiz barazkijalea’. No confía mucho en las nuevas corrientes de vida sana, ¿verdad?
-(Ríe) Ahora que lo dices, tenía que haber añadido un runner al variopinto abanico de personajes que alquilan las cabañas. No, en serio, no quiero que nadie interprete mi novela como si considerase un timo a este tipo de terapias, porque las hay que sirven. Lo que intento es plasmar el divorcio que existe en la realidad entre lo que verdaderamente es el campo y cómo lo ven los urbanitas con un poco de dinero en el bolsillo. Tendríamos que ser más humildes con las generaciones anteriores. Nos creemos que lo sabemos todo y estamos llenos de contradicciones.
Otra crítica social clara es la situación de viudas como Rosario.
-Mi madre también lo es y a ella le dedico el libro. Por todo lo que han padecido, no sólo la pérdida del marido, sino el tener que salir adelante con una pensión, muchas veces irrisoria, por citar algo. Son mujeres muy fuertes que, además, conocen muy bien el significado de la palabra soledad. Quizás por ello las mujeres seamos tan solidarias entre nosotras y nos arropemos tanto.
Con todo, en torno a lo que más reflexiona este libro es sobre el amor. ¿Puede alguien tener éxito en una relación de pareja si no se quiere a sí mismo?
-Jamás, primero hay que conocerse, respetarse como persona, saber para lo que se es válido e ir a por ello, sin depender de terceros. En definitiva, hay que conocer la libertad para poder amar.
¿Están las mujeres educadas para disfrutar de esa libertad?
-Por desgracia, creo que esta sociedad, de momento, no nos ha enseñado a las mujeres a ser libres. Y no, libertad no conlleva estar solo o renunciar a tener pareja, significa más bien que cualquier decisión que tome una persona no esté condicionada por la opinión de otros o por estigma social alguno.
Algo que deja claro que la estructura de este libro esta planificada al extremo es que todo empieza y termina en un paso canadiense. ¿Cuándo comienza a escribir una historia sabe cómo va a terminar?
-Soy bastante intuitiva. En este caso sí tenía muy claro que iba a hacer coincidir en el mismo espacio el inicio y el final. De hecho, en un principio iba a titular la novela El paso canadiense. Es como un cepo que a unos les funciona como tal y a otros les transforma. Veo a los personajes como animales y a veces nos comportamos como tales.
¿Detesta las críticas o por el contrario ansía recibirlas?
-Si son positivas nos gustan a todos, pero si son constructivas y llegan de alguien que se ha leído tu libro yo, particularmente, las valoro mucho más, porque te ayudan a mejorar. Aún recuerdo una frase que me dijo el escritor Iñaki Uriarte tras Lo que será de nosotros, mi primera novela con Erein: “el asador es estupendo pero necesitas ponerle más carne”. Le entendí a la perfección y lo he tenido muy en cuenta en Si quieres, puedes quedarte aquí, en el sentido de que hay más tramas y logras que el lector quiera seguir leyendo. Más de uno me ha confesado que se lo ha leído del tirón porque no podía dejarlo. Y eso es lo más grande que le pueden decir a un escritor.
¿Ya tiene en mente la siguiente aventura?
-Sí tengo en la cabeza una idea abstracta, así como ganas de ponerme a escribir de nuevo. No obstante, prefiero esperar y hacerlo bien, en lugar de publicar por publicar.