londres - El 24 de noviembre de 1991 la voz de Freddie Mercury se apagaba para siempre. El cantante y compositor falleció a causa de una bronconeumonía complicada por el sida que padecía.

Mercury, al frente de Queen, una banda surgida a principios de los 70 en un panorama musical protagonizado por el glam y el hard rock, fue capaz de unir ambos estilos y aportarles nuevos matices que convirtieron al grupo en una pieza elemental de la historia de la música. De hecho, el artista creó verdaderos himnos como Bohemian Rapsody, Somebody to love, Good old fashioned lover boy, Love of my life y Crazy little thing called love, entre otros muchos.

Además de la actividad con la legendaria agrupación, en los años ochenta Freddie Mercury, nacido con el nombre Farrokh Bulsara, lanzó su carrera como solista, que lo llevó a publicar dos álbumes, Mr. Bad Guy (1985) y Barcelona (1988), este último en colaboración con la soprano Montserrat Caballé. El sencillo homónimo, una colaboración entre ambos, fue la canción oficial de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Últimos días “He procurado mantener oculta esta situación para proteger mi vida privada y la de quienes me rodean, pero ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo conozcan la verdad, y espero que todos se unan a mí, a mis médicos y a todos cuantos luchan por combatir esta terrible enfermedad, para luchar contra ella”. Estas fueron las declaraciones del cantante dos días antes de su fallecimiento. Solo sus amigos más íntimos conocían la enfermedad del artista, pero él sabía que era seropositivo desde 1987. Tras la muerte de dos de sus antiguos amantes a causa de la enfermedad, Mercury decidió hacerse los análisis, y tal y como esperaba, dieron positivo.

Desde entonces su vida cambió y pasaba los días recluido en su casa, donde continuó componiendo unas canciones que reflejaban su estado de ánimo depresivo. Dejó de participar en los videoclips, y cuando realizaba alguna actuación, cuidaba cada detalle para que el público no notase las huellas que la enfermedad había dejado en su piel.

Quien fuera su pareja en aquellos últimos momentos, Jim Hutton, afirmó tras la muerte del cantante que Mercury tuvo fuertes dolores durante el final de su vida. Incluso en una de sus últimas noches tuvieron que llamar al médico para que le inyectara morfina.

Mercury dejó todo previsto y en su testamento legó la mayoría de sus bienes, incluida su casa y los derechos de autor sobre sus canciones, a Mary Austin, y el resto a sus parientes y a su hermana Kashmira. Además, dejó quinientas mil libras para su cocinero Joe Fanelli y la misma suma para su asistente Peter Freestone y Jim Hutton, y cien mil para su chofer Terry Giddings. - DNA