Enternecedora escena la que nos ofrecieron los productores de CSI: Caso cerrado en la película que ponía punto final a una serie mítica en la historia de las producciones televisivas en la especialidad policíaca en guiones brillantes, complejos y sorprendentes a lo largo de quince temporadas en las que han variado directores, actores y guionistas para mantener viva la atención de la audiencia en auténtico ejercicio de mitomanía televisiva que hizo por ejemplo, que el actor que encarna al jefe Grissom (William Petersen) fuera el actor mejor pagado del negocio televisivo.

Para rematar las temporadas de éxito, la CBS se ha dedicado un año a producir dos piezas de cuarenta minutos con el título de Caso cerrado para aprovechar la secuela y marcarse un nuevo triunfo en el show business mundial.

La historia que pudimos ver el pasado jueves reunió todos los ingredientes que han hecho grande esta serie: parte del elenco de actores que durante década y media se han paseado por nuestras pantallas, guión alambicado y lleno de sorpresas con giros en su desarrollo argumental, estética fotográfica al servicio de una pieza de culto, con una estética cuidada en color, ángulos y montaje que confirmaron el buen hacer y acierto de los gestores de CBS que apostaron por un producto de episodios criminales donde lo que importaba era la búsqueda y descubrimiento de pruebas con sofisticados medios técnicos de autopsia, análisis de laboratorio y maquinaria instrumental extraordinaria al servicio de un equipo de forenses que siempre terminaba descubriendo la verdad de cada caso y los culpables.

Cierre espectacular con amorosa imagen de Grissom y su recuperado amor Sara a bordo de una vieja embarcación de pesca saliendo a alta mar por la bocana de un puerto de la costa este norteamericana y poniendo así punto final a una serie entretenida, de bella factura y referente en la historia de la tele. Agur, Grissom, sorte on!