Vitoria - “Sólo he tardado unos 27 años en decidirme a publicar algo”, dice con cara seria aunque humor en el tono Franz Joseph. Pero toda espera tiene su final. En este caso también. Viento sucio porvenir (Arte Activo Ediciones) ve ahora la luz, esperando que los lectores se dejen atrapar por los 89 poemas que le dan fondo y forma. “Son registros del momento, improvisaciones del instante que luego completo con los mínimos retoques posibles, palabras que ofrezco a los demás con la esperanza de que les provoque algún tipo de emoción”, apunta Patxi Ojeda, el verdadero nombre de este vizcaíno residente en la localidad alavesa de Murgía desde hace 16 años.
Esa producción en el aquí y el ahora la lleva curtiendo desde que tenía 18 años, aunque asegura que “lo que escribí en la primera década creo que lo he quemado”. Como la música que se improvisa, la escritura es espontánea, casi siempre de noche y “bajo ciertas condiciones” para luego “actuar como con una escultura, es decir, quitar un poco de algunos lados para que quede el poema”.
Así trabaja un Franz Joseph que hoy se encontrará con el público en la presentación de su primer poemario, que tendrá lugar a las 19.30 horas en la librería Zuloa. Allí, acompañando al autor, estarán diferentes invitados, como el editor Roberto Lastre, para hablar sobre el libro, el autor, y recitar algunos de los poemas. A partir de ese momento, Viento sucio porvenir recorrerá solo su camino ante el lector.
“Espero que a la gente el libro le siente como si hubiera escuchado una sinfonía, es decir, que haya comenzado con una obertura suave para encontrarse, según avanza la obra, con un ritmo ascendente”, describe el poeta. “El mejor material para escribir son las cosas que vives, las que te cuentan y las que imaginas”, motores de una escritura que, en su caso, se produce “en retretes, en el mar, en la parada del autobús, en la espalda de la amante, en rollos de papel...”. Al fin y al cabo, “la poesía es una forma de conocimiento intuitiva y es de esta manera como me intento acercar a los temas que trato; al final, todo va encaminado a la creación de un objeto estético que sea hermoso, entendiendo que incluso en el horror hay belleza”. Por eso, “no pienso en términos del bien y del mal a la hora de escribir”.
La creación misma del libro “ha sido un proceso bastante espontáneo e improvisado” por varios motivos, un camino que ahora ha finalizado llevando en la portada también una obra del propio Ojeda, quien quita importancia a su faz de pintor. “El título, por lo menos para mí, parece querer trasmitir esa sensación de ese viento que viene y que no trae nada nuevo, aunque tampoco nos tenemos que dejar engañar porque siempre hay un atisbo”, señala el autor, que apunta que el hecho de firmar con un seudónimo responde a una “forma de lograr una cierta distancia de mí con respecto a ese otro yo que llamo el poeta”.
Consciente de que con o sin el libro, él seguiría escribiendo, asume que la posibilidad de otro próximo poemario está sobre la mesa, aunque no es una condición indispensable. “Escribir para mí es algo imparable, todo está en la cabeza y llega el momento en que eso debe seguir su curso”, señala. - DNA