Vitoria - El público espera. La cuadragésimo primera edición del Festival Internacional de Teatro de Gasteiz cuenta las horas para subir de nuevo el telón, para arrancar casi dos meses de representaciones muy diferentes que buscan públicos bien distintos tanto en el Principal como en el Ibáñez de Matauco (Hegoalde), el Félix Petite (Ibaiondo) y el Federico García Lorca (Lakua). Un total de 35 propuestas conforman un cartel que antes de ponerse en marcha ya tiene vendida más de la mitad de la taquilla. Pero los números, aunque sean un buen indicativo, sólo son eso. Ahora es el momento de la creación, de la expresión, de la emoción, de la reflexión... Vitoria inaugura su certamen más veterano, su referencia escénica.

Como viene sucediendo en los últimos años, la apertura del festival tiene acento extranjero. En este caso, inglés, aunque los presentes en el Principal van a poder seguir el montaje con sobretítulos en castellano. La cita, como casi siempre, será a partir de las 20.30 horas en las tablas de la calle San Prudencio, que todavía tienen entradas a la venta por 18 y 12 euros. Allí estará esperando la compañía británica Flute Theatre, grupo que trabaja con el legado creativo del dramaturgo William Shakespeare (se cumplen en 2016 cuatro siglos de su fallecimiento) y que, dentro de su actividad cultural, realiza también una labor escénica destinada a audiencias muchas veces olvidadas, como los niños y niñas autistas por ejemplo.

A la capital alavesa, el proyecto dirigido por la actriz Kelly Hunter (miembro de la Royal Shakespeare Company y de The National Theatre así como una prolífica intérprete a través de distintas producciones teatrales, cinematográficas, televisivas y radiofónicas) llega para presentar Hamlet, who’s there?, una nueva revisión del clásico de Shakespeare, título, por cierto, que es la segunda vez que se va a representar en Vitoria este mismo año. “Pero eso es bueno, significa que las temáticas de esta obra son importantes, relevantes, y que de ellas se pueden hacer muchas y distintas interpretaciones, siendo todas ellas válidas”, explica Mark Arends, el actor que da vida en este caso al príncipe danés.

Eso sí, esta vez el cargo sobra, igual que la “pomposidad de la corte”, apunta Hunter. “Es un Hamlet corto, de 90 minutos, con seis personajes y que se relata con un sofá y una batería”, dice con una sonrisa enigmática, ya que lo que pretende la compañía es ir a la esencia de la obra y el personaje para mostrar “un mundo natural, real, pero en verso, tal y como lo escribió Shakespeare”.

Este viaje emocional al interior del personaje transcurre a lo largo de una noche, horas de un luto familiar en las que el montaje va explorando nociones del yo dividido, la transferencia del dolor y la salud mental en el mundo actual. Y Hunter, que con esta producción ha visitado ya varios países, avisa: “nunca antes has visto un Hamlet como éste”.

“Shakespeare no está viejo, sus palabras siguen presentes y eso es lo que me interesaba de esta idea”, recuerda la actriz y directora, que durante cuatro años estuvo dándole vueltas para encontrar el camino que ella tenía en la cabeza, una senda en la que, por ejemplo, se reduce el número de personajes “porque sólo me he quedado con aquellos que son necesarios para relatar lo que es importante, para centrarme en Hamlet”.

De todas formas, es ahora el público de la capital alavesa el que tiene la palabra para dictar sentencia sobre esta versión. “En cada país nos estamos encontrando con reacciones distintas y eso es lo más estimulante”, comenta Hunter, mientras que su elenco, en boca de Sule Rimi, defiende que el hecho de que los espectadores sigan el texto mediante los sobretítulos no supone ningún problema. Todo lo contrario, a él le produce curiosidad “pensar en cómo debería sonar en castellano las frases que digo en inglés”.

A la espera de que algún día el actor pueda satisfacer esa inquietud, Hunter asume la responsabilidad de “abrir este magnífico festival en un teatro que nos ha encantado y que nos va ayudar todavía más a generar la atmósfera que buscamos” para un Hamlet que siempre es distinto aunque no pierda su esencia, o eso pretenden quienes lo abordan. - DNA