Madrid - A sus 34 años Britney Spears puede decir ya que la mitad de su vida la ha disfrutado entre laureles, ungida como la princesa del pop, título que no parece dispuesta a perder habida cuenta del momento, uno de los mejores de su carrera, y de su nuevo álbum, Glory, quizás el más sofisticado de sus trabajos. Llega cuando más urgente parecía la necesidad de un álbum que la resarciera, si no comercialmente, al menos en cuestión de credibilidad del resbalón que supuso el previo Britney Jean (2013, del que aún así extrajo el pegadizo Work bitch) y del permanente acoso a su posición, en un género muy fugaz que no deja de alumbrar, encumbrar y derribar divas. Ahí está también el biopic que prepara una televisión estadounidense, Britney, en la que la joven Natasha Bassett protagonizará la “tumultuosa verdadera historia” de su ascenso a la fama, su durísima caída y posterior resurrección. - Javier Herrero