Kris Kristofferson (Texas, 1936) es un mito estadounidense vivo. Ligado siempre a la industria del entretenimiento, tanto del cine como de la música, el hombre que “cambió el country en Nashville”, según Dylan, y que logró un Globo de Oro por la película Ha nacido una estrella, junto a Barbra Streisand, acaba de cumplir 80 años. Sus seguidores pueden celebrar el aniversario con The Complete Monument & Columbia Album Collection, una caja que incluye dieciséis de sus mejores discos, más material inédito y en vivo.
Legacy Recordings (Sony) celebra el 80 cumpleaños de Kristofferson con esta impresionante caja, la colección más completa publicada de su música, ya que reúne once álbumes fundamentales grabados entre 1970 y 1981. Cada uno de ellos se presenta en fundas individuales que reproducen las portadas originales. Auténtico icono en su país, Kristofferson casi es más conocido en el Estado como actor (Ha nacido una estrella, Pat Garrett and Billy the Kid o Las puertas del cielo) que como músico, ya que algunos de sus temas más exitosos lo fueron en versiones de otros artistas, como Me and Bobby McGee, cantada por Janis Joplin. Kris, cuyo repertorio hunde sus raíces en el folk y el country aunque abarca también el rock y el gospel, es uno de los creadores del country outlaw (forajido) y amigo y colaborador de Willie Nelson, Johnny Cash y Waylon Jennings.
Kristofferson, que se inició como compositor y tardó en lograr el éxito, era una contradicción andante. Su padre fue militar y él mismo logró el rango de capitán aunque, curiosamente, estudió en Oxford, donde se licenció en Literatura Romántica Europea antes de ejercer la docencia en West Point. Su vida cambió cuando escuchó Lovesick blues, de Hank Williams. Se fue a Nashville, conoció a Johnny Cash (y se coció y colocó con él) y le tomó como ejemplo, al igual que al poeta William Blake.
La caja se abre con Kristofferson (1970), uno de sus discos clave. Incluye la beoda Blame it on the stones, la desnuda To beat the devil (recitada al inicio) y las conocidas Me and Bobby McGee (oda a la libertad), Help me make it through the night (amor y sexo) y Sunday morning’ comin’ down. Y la lírica y orquestal For the good times, que narra el epílogo de una historia de amor. Y el proyecto se cierra con To The Bone (1981), disco grabado cuando volvía a divorciarse (se advierte en sus letras). No logró el éxito que merecía, lo que hizo que tardara otros seis años en grabar de nuevo. El álbum se abre con Magdalene, sigue con la rockera Star-crosed e incluye también el que fue su éxito menor, Nobody loves anybody anymore.
El resto de material de la caja repasa su producción de los 70, con discos como Breakaway (compartido con su pareja de entonces, Rita Coolidge), con profusión de versiones y temas propios ya exitosos en voces ajenas, como I’d rather be sorry; The Silver Tongued Devil and I, con su preciosa y orquestal Joly and the kid; o discos como Jesus was a capricorn o Surreal thing. Ninguno logró tanto éxito como los primeros y Kris se diversificó con sus papeles cinematográficos mientras trasegaba botella tras botella.
Material adicional La antología incluye cinco discos adicionales con material en directo difícil de encontrar, de estudio y rarezas de su época de oro, así como tres grabaciones de conciertos; dos de ellas, inéditas. Y también un libro con un texto de Fred Foster, el visionario fundador de Monument Records que fichó a Kris. “Escuché unas canciones y a la cuarta ya me di cuenta que era el mejor escritor al que había hecho una audición”, asegura. “Él nos dijo que no se consideraba un cantante, que sonaba como una rana”, a lo que Foster le respondió que “podía ser, pero que si era una rana, sabía comunicar”.
Y el resto es historia porque “cambió la cara de la música contemporánea, ya que la generación venidera se vio influida por la poesía de sus letras y la estructura clásica de sus melodías”, según Foster. También se incluye una visión del productor Don Was. “Es un verdadero héroe estadounidense”, autor de música “honesta y valiente”, según Was, que destaca “la ética de su trabajo” y que “es un buen hombre con un gran corazón”. Otro genio vivo, Dylan, siempre destacó su valentía para introducir el sexo y la contracultura en la conservadora escena de Nashville.