MADRID. Catorce años después de "El caso Bourne" Matt Damon se vuelve a poner en la piel del asesino amnésico y Paul Greengrass recupera la dirección en una nueva entrega en la que la acción y las trepidantes persecuciones que caracterizan a la saga se elevan a la enésima potencia.
Con "Jason Bourne", que se estrena esta semana en todo el mundo, la historia basada en las novelas de Robert Ludlum cuenta por tercera vez con el binomio Damon-Greengrass que tan buenos resultados dio en la segunda y tercera entregas, "El mito de Bourne" (2004) y "El ultimátum de Bourne" (2007).
Tras un comienzo de la saga dirigido por Doug Liman, la realización pasó a manos del británico Greengrass, con el que Damon se entendió a la perfección.
Más de 730 millones de dólares de recaudación entre esas dos películas demostraron el acierto de emparejar al director de "United 93" con el protagonista de "Salvar al soldado Ryan", "El talento de Mr. Ripley" o "Marte".
Con la base de la primera película de Liman, construyeron un personaje aún más complejo de lo que esa historia dejaba entrever y añadieron mucha más acción a una historia caracterizada por sus larguísimas y espectaculares persecuciones en coche.
Unos rasgos que se mantuvieron en la cuarta entrega, "El legado de Bourne" (2012), pese a no contar con el protagonista ni con el director habitual. Damon se negó a rodarla porque no se contaba con Greengrass.
"Sólo volveré con Paul. No lo haré con nadie más. No hay razón para seguir adelante, a no ser que haya una continuación realmente buena", afirmó el actor.
Así que fue sustituido por Jeremy Renner, que interpretó a un asesino a sueldo similar a Bourne, mientras que Tony Gilroy -guionista de las tres primeras películas- se ocupó de la dirección.
La película que se saldó con un resultado discreto en taquilla -276 millones de dólares- que auguraba el fin de la saga.
Pero el estudio Universal Pictures decidió reactivar la saga de Bourne y negoció con Damon para que se metiera por cuarta vez en la piel de Bourne y con Greengrass para que la dirigiera.
"Paul Greengrass quería hacerla. Eso fue para mí la gran señal", explicó Damon en una entrevista con Efe poco después de comenzar el rodaje de "Jason Bourne".
"Nos encanta el personaje y creo que realmente necesitábamos que el mundo cambiara. Creo que después de (Edward) Snowden es muy interesante cómo están los servicios de inteligencia y cómo tratan las libertades civiles. Se siente que es el momento para hacer otra película de Bourne", aseguró entonces.
El resultado es una película en la que Greengrass vuelve a demostrar lo bien que rueda las escenas de acción y en la que las persecuciones en coches o motos se sitúan una vez más en el centro del universo Bourne.
Junto a Damon repite Julia Stiles como la agente Nicky Parsons, que ya apareció en las tres primeras entregas, aunque el principal papel femenino recae en la actriz de moda en Hollywood, la sueca Alicia Vikander, que tras ganar un Óscar por "La chica danesa" ha entrado en un frenesí de rodajes.
Los siempre solventes Tommy Lee Jones y Vincent Cassel acompañan a los protagonistas en una historia que, como es habitual en la saga, se pasea por medio mundo.
En este caso empieza en Atenas, nada menos que en medio de las protestas populares en la plaza Sintagma provocadas por el rescate económico a Grecia, unas escenas que en realidad se rodaron en Tenerife.
La acción del filme pasa por Berlín, Londres, Beirut, Washington, Reikiavik o Las Vegas, un escenario cinematográficamente muy atractivo.
Y es en Las Vegas donde se produce la persecución más espectacular de la película, con Cassel a bordo de un vehículo blindado policial persiguiendo a Damon en las calles del Strip.
Se usaron 150 coches con figurantes y 50 con especialistas para rodar una compleja secuencia que deja sin aliento hasta a los espectadores.
Porque si algo caracteriza a esta nueva película de Bourne es su espectacularidad y si algo le falta es un poco más de historia, aunque apunta ideas para seguir con la saga, con un final convenientemente abierto.