Blancanieves, Dumbo, Cenicienta, Peter Pan, La bella durmiente, La sirenita, La bella y la bestia, El rey león, El libro de la selva... La lista de clásicos de Disney que han conquistado (y sigue haciéndolo) al público resulta interminable. Generación tras generación, espectadores de todas las edades se han sumergido en el mundo de cuento que ofrecen Mickey Mouse y compañía.

En los últimos tiempos, Disney ha optado por reciclar sus grandes hits y convertir a sus princesas en personajes de carne y hueso, ofreciendo una nueva mirada a estos clásicos. Lejos de la magia de la animación, no obstante, los escenarios y el vestuario resultan absolutamente decisivos para crear ese universo de cuento de hadas, un laborioso trabajo artesanal en manos de los departamentos de arte y vestuario.

El diseñador erandiotarra Angel Amor posee una de esas varitas mágicas con las que toca cada una de las prendas que ha realizado durante los últimos cuatro años para el cine y la televisión, especialmente para el universo Disney. También ha trabajado en El destino de Júpiter junto a las hermanas Wachowski y ha colaborado con el diseñador de vestuario Paco Delgado en la última película que protagoniza Sacha Baron Cohen, además de los numerosos trabajos para televisiones como BBC o Fox.

Si echa la vista atrás, Angel Amor recuerda con cariño los “florecientes” años ochenta en los que se decidió a estudiar moda en la Escuela Internacional Lanca de su Bilbao natal. “Desde pequeño siempre tuve claro que estudiaría Bellas Artes porque era bueno dibujando, pero cuando abrieron las escuela de moda me decidí y nunca llegue a pisar la universidad”, recuerda, con una gran sonrisa.

Tras pasar varios años ejerciendo la docencia, en 1992 probó suerte en Londres, donde realizó un posgrado de Moda en el Central Saint Martins. Su vuelta a Barcelona y la especialización en sombrerería dio pie a establecer una prolífica relación con el diseñador Manuel Albarrán, abriendo juntos la puerta al vestuario de la gran pantalla. “Confeccionamos varias máscaras para un anuncio de Givenchy con la diseñadora Sandy Powell y a partir de entonces los proyectos han ido llegando uno tras otro”, explica el artista.

Una llamada inesperada Su primera incursión en los cuentos de hadas fue a través de la película Maléfica (2014), en la que pudo disfrutar de la “experimentación” con todo tipo de materiales y texturas. La llamada que lo llevaría junto a Albarrán hasta los Pinewood Studios de Londres llegaría en el momento más insospechado: “Se pusieron en contacto con nosotros porque todos los cuellos que estaban haciendo para vestir a la protagonista Angelina Jolie se les caían y no acababan de conseguir lo que querían, Manuel estaba especializado en el trabajo con algunas técnicas más especiales y nos pidieron una prueba”. El resultado fue todo un éxito y ambos viajaron, junto con un tercer artista, para vestir a la villana del cuento de La Bella Durmiente.

El astronómico presupuesto del filme dirigido por Robert Stromberg -ronda los 200 millones de dólares- se vio reflejado en la confección del vestuario, destinando una treintena de personas a la labor exclusiva de vestir a Jolie. “Por un lado estaba la diseñadora principal, que coordinaba todo el vestuario; debajo de ella, otra diseñadora dedicada exclusivamente a las prendas de la protagonista, que fue quien a su vez seleccionó otros tres diseñadores para la cabeza, el cuerpo y los pies”, detalla Amor.

El vasco se integró en el equipo dedicado a confeccionar los espectaculares cuellos y abrigos que viste el personaje de Maléfica durante todo el filme, dando rienda suelta a su imaginación “con materiales como la piel de serpiente, de pez, las plumas, el pelo... fue un vestuario muy complicado y, sobre todo, muy nuevo, porque era algo que nunca se había hecho antes”, añade. En ese sentido, destaca la gran implicación de Angelina Jolie, quien tuvo muy claro desde un inicio que buscaba un personaje “llevado al extremo y que llegara a ser de culto”, para lo que trabajó codo con codo con cada taller de la producción.

sombrerero real “Un verdadero cuento de hadas”. Así describe Angel Amor su paso por la segunda de las producciones de Walt Disney, en este caso la historia de la joven Cenicienta (2015). Él fue el sombrerero de la película, encargado de realizar todas las piezas que lucen las protagonistas, entre ellas la gran pamela negra que luce Cate Blanchett y que ha dado la vuelta al mundo. “En Cenicienta trabajé con la diseñadora Sandy Powell y aunque me dio unas pautas claras de las influencias que debía utilizar para cada sombrero, me dio una libertad increíble para ir desarrollándolos”, afirma. Pamelas, sombreros, zapatos, bolsos, los bordados de las prendas... todo ello recayó en manos del equipo del que formó parte Amor. “También estuve involucrado en hacer los más de cien vestidos que visten las asistentes al baile de la película, que fueron hechos a mano uno a uno”, subraya.

Un método de trabajo y un resultado de alta costura al servicio de la gran pantalla, esa es la esencia y el resultado de horas y horas de trabajo artesanal de un nutrido equipo de profesionales. “El equipo de vestuario en este tipo de producciones de corte fantástico suele ser enorme: hay un equipo para estampación, otro para cueros y pieles, para textiles, para complementos...”, puntualiza. Es por ello que considera imprescindible la coordinación entre las diferentes secciones como la de arte o peluquería para hacer que “todo funcione”.

Por otra parte, desvela que las producciones tratan de mantener las técnicas con las que las prendas fueron confeccionadas en la época en la que está situada la película. “Todo se hace a mano como hace uno o dos siglos y el hecho de verlos vestidos de arriba a abajo hace que te transporte ya hasta ese universo de fantasía”, opina. Pero no solo es costosa la fabricación de las prendas, sino que le precede “un largo proceso de experimentación de varios meses en el que hay que conseguir algo que a todos les guste”. En ese sentido, considera que hay ocasiones en las que todo el trabajo y los meticulosos detalles de cada una de las prendas “no puede llegar a apreciarse” en pantalla como desearía. “Es una pena, pero así es la magia del cine”, concluye.

Que continúe la magia Y ese mismo espíritu de fantasía es el que supura por todos sus poros la futurista El destino de Júpiter (2015), una película de Warner Bross que firman las hermanas Wachowski y que plasma un Bilbao transformado en algunos de sus planos. Angel Amor fue el encargado de realizar a mano las 700 flores que luce en su tocado y en su traje de novia la actriz Mila Kunis, un verdadero trabajo de artesano que disparó el valor de la prenda hasta las más de 20.000 libras. “Es el tipo de trabajo que había querido hacer desde jovencito y lo disfruté muchísimo, fue una maravilla”, relata.

A principios de este año ha trabajado en el departamento de arte de la adaptación del clásico literario Mi prima Raquel, protagonizado por Rachel Weisz y cuyo estreno está previsto para el próximo año. “El método y el ritmo de trabajo es absolutamente diferente al del departamento de vestuario porque las dimensiones sobre las que trabajas son mucho mayores y tienes que hacer cortinas, envejecer sofás...”, explica.

De cara al futuro, el bilbaino lo tiene claro: le gustaría seguir contribuyendo con su arte a crear ese universo de magia. “Están en el aire desde hace tiempo los proyectos de La bella y la bestia y La srenita, cualquiera de ellos sería para mí un sueño”.