Vitoria - Con Blackberry Smoke, la lluvia decidió el viernes por la noche (eran algo así como las diez) dar la tregua definitiva que necesitaba Mendizabala después de una tarde en la que lo único que faltó fue sacar la trainera. Con 12.242 almas en el recinto, el Azkena Rock Festival afrontaba la primera noche-madrugada de su decimoquinta edición y parecía que la cosa pintaba muy bien gracias a los de Atlanta y el divertido concierto -nada más, pero tampoco nada menos- de Jean Beauvoir. Justo en ese instante tenían que aparecer The Hellacopters y en el ambiente se respiraban las ganas. No era para menos. Eso sí, no todo fueron buenas noticias en lo que sucedió después.
Pero mejor ir por partes. Mientras The Sex Organs se entretenían en el tercer escenario (su concierto de la tarde fue atrasado para dar entrada a Julián Maeso tras tener que acortar el músico de Toledo su actuación de mediodía en la Virgen Blanca a causa de la lluvia), la casi totalidad de los ojos estaban puestos en las tablas principales esperando a Nicke, Kenny, Robert, Dregen y Boba, incorporados a última hora al cartel tras el accidente de Bobby Gillespie. “Gracias a Primal Scream” ironizó Andersson. Y muchos compartieron la idea.
Aunque no sólo se escucharon los temas de Supershitty to the Max! (el primer disco que la banda publicó hace justo 20 años), fue este álbum la estructura básica de un recital intenso, arrollador, bien cimentado y cuidado. Con un Dregen hipermotivado, los suecos supieron darle a un ARF pasado por agua justo lo que necesitaba en ese instante, una excusa perfecta para sacarse la humedad exterior de encima y empaparse con un concierto que para muchos ya es parte de la historia de estas 15 ediciones.
En algunas partes del público hubo quejas por el nivel de sonido (no fue así en todas, la verdad) pero más allá de estas cuestiones, el personal conectó desde el primer segundo con una banda que parece mentira que lleve sin tocar, con su formación original, desde finales del siglo pasado. De hecho, se hace extraño entender que los suecos no estén metidos de lleno en una gira internacional y que su paso por Vitoria y por el Sweden Rock vayan a ser sus únicas actuaciones de 2016. Habrá que estar atentos para ver cómo evolucionan las cosas.
Como es evidente, después de semejante descarga, la madrugada se miraba con otros ojos. Sobre todo porque pasada la medianoche Glenn Danzig pisaba por fin Mendizabala y había muchas ganas, teniendo en cuenta además que esta actuación era una exclusiva europea. Pero entre que el sonido empezó mal, que su banda pareció por momentos no saber qué estaba haciendo y que al cantante se le notaba fuera de muchas cosas, lo suyo no cumplió con las expectativas. Cierto es que Glenn lo dio todo porque no se le puede reprochar la actitud que puso sobre el escenario. Pero sólo con ganas no se hace el camino. Así que en un momento dado, hubo hasta tiempo de viajar al otro lado del recinto para dejarse llevar por un Luke Winslow-King que no ha descubierto la pólvora pero que sabe lo que hace.
Ya con las dos a punto de dar, la última cita de la jornada inaugural fue con Gutterdämmerung, experimento a medio camino entre una película y un concierto. Aunque la idea tiene su aquel y está bien ejecutada, no era el momento. El público llevaba demasiadas horas encima, soportando además la lluvia, y la propuesta, aunque con virtudes, no terminó de conectar. La noche estaba pidiendo a gritos algo más divertido y movido.