Vitoria - Sólo queda pulir los últimos detalles, aunque todo estreno conlleva sus prisas y agobios. El próximo día 28 llega el momento de culminar junto al público el camino que arrancó el pasado otoño, con el inicio del curso, cuando se les planteó el reto de ser bailarines pero también coreógrafos y en cierta forma productores, es decir, vivir la creación de un montaje de principio a fin y hacerlo bajo su responsabilidad, con su implicación directa, con su trabajo en primera persona. Son alumnos y alumnas del Conservatorio José Uruñuela y en pocos días se subirán a las tablas del Félix Petite, ubicado en el centro cívico Ibaiondo, para presentar el espectáculo de danza contemporánea Self made.

Son los estudiantes que terminan ahora su paso por el centro municipal -quienes cursan sexto- los que lideran el proceso que cristalizará en semana y media, aunque junto a ellos y ellas también está tomando parte en la iniciativa alumnado de tercero, cuarto y quinto. Unos y otros siguen el camino trazado por Arantza Susunaga, bailarina de la primera promoción del José Uruñuela que hace ya un tiempo volvió al conservatorio como profesora tras sus años como profesional de la danza en Alemania. “Tampoco hemos inventado nada pero sí queríamos ver si éramos capaces de hacer un espectáculo por nuestra cuenta, conociendo nuestros límites pero también ofreciendo una calidad”, apunta la hoy profesora.

Hay una parte de esos objetivos que quedarán en manos de los espectadores, de aquellos que acudan a una representación para la que las entradas se podrán conseguir tanto los días 23 y 24 en el conservatorio como el 28 en el mismo teatro gasteiztarra. Ante el público, una docena de coreografías realizadas por Beñat Andueza, Judith García, Sayoa Belarra, Ainhoa Etxalar, Sofía González, Alazne Uralde, África Arnaz, Lidia Gómez de Segura, Maddi Argibe y Claudia Arrue, sin olvidar a Susunaga. “No ha sido nada fácil diseñar cada pieza porque nunca habíamos hecho algo así y tampoco hemos tenido mucho tiempo”, explican los estudiantes, aunque subrayan que “como somos compañeros siempre nos ponemos en el lugar del otro y nos hemos ayudado bastante”.

Eso sí, en el caso de los alumnos pertenecientes al último curso, no sólo coreografían y bailan. Se han encargado también de realizar la estructura del programa que se presentará al público, han diseñado el material promocional del montaje, están tomando parte en reuniones con los responsables de los apartados técnicos que conllevan la realización del espectáculo... Incluso en lo que se refiere a las cuestiones económicas, los estudiantes se han implicado en la búsqueda de patrocinios, un proceso siempre tutelado por Susunaga. Son once las entidades y empresas que se han decidido a acompañarles, aunque tanto el dinero obtenido por esta vía como por la venta de entradas no se va a quedar en el José Uruñuela -que se va a hacer cargo de todos los gastos- puesto que, como explica su directora, Carmen Tercero, el conservatorio ha decidido donar el montante total a la organización no gubernamental Save The Children.

“Buenos jefes” Entre unas clases y otras, Gómez de Segura, Argibe, Belarra, Etxalar, García y Andueza (que cuando termine este curso se marchará a la ciudad holandesa de Amsterdam para seguir su trayectoria como bailarín) señalan que lo único que han intentado es “aportar nuestro trocito”.

“En danza contemporánea puedes sacar tu propio movimiento y desarrollar las creaciones de otra manera; no es ni mejor, ni peor que el clásico, sólo distinto”, apuntan, aunque cada uno señala diferentes cuestiones cuando se les cuestiona sobre qué está siendo más complicado del proceso: el diseño de las coreografías, el hecho de interiorizar los pasos que ha pensado otro, que se vea de verdad lo que cada uno tiene en la cabeza... En lo que sí coinciden al instante es al señalar que “somos buenos jefes, muy buenos”.

Bromas a un lado, el trabajo está siendo “duro”. “La cuestión es que todo este proceso sea enriquecedor, es lo que tendremos que valorar después del 28 para repetir la experiencia en el futuro”, añade Susunaga. Al fin y al cabo, sus alumnos están, como le sucedió a ella en su día, “en una etapa difícil porque hay quien todavía no sabe lo que quiere; a ellos les veo ilusionados pero a veces un poco perdidos, lo que es normal, es una cuestión de la edad”. Lo que sí tiene claro ella es que “la danza no es para todos. El cuerpo tiene que ayudarte pero lo importante es la cabeza y el corazón”, y son estos dos últimos aspectos los que deben ser el fundamento de Self made.