cannes - El coreano Park Chan-Wook presentó ayer en la competición de Cannes Mademoiselle, un drama de época, impecable en la forma y visualmente brillante, con unos estupendos actores y un clasicismo que no gustó a todos. Siete años después de ganar el Premio del Jurado por Thirst, Park regresa a Cannes con una adaptación de la novela Fingersmith (Falsa identidad) de la británica Sarah Waters, aunque sitúa la acción en la Corea de los años treinta, durante la colonización japonesa, cuando en el libro la historia se desarrolla en 1862.

Drama, amor, venganza y humor surrealista se mezclan en esta película inspirada en la literatura, como es habitual en el realizador coreano, porque es su forma de “salir de la sociedad reducida en la que vive”. “Me interesa no solo la literatura europea, también la de Asia o América Latina (...). La literatura puede satisfacer la curiosidad que tengo desde que era pequeño”, explicó el realizador en la rueda de prensa de presentación de su film en Cannes, donde compite por la Palma de Oro.

dos puntos de vista Una historia narrada desde dos puntos de vista diferentes, el de una rica heredera, Hideko (interpretada por Kim Min-Hee) y el de una criada que entra a su servicio, Sookie (Kim Tae-Ri), con el objetivo de empujarla a casarse con un falso conde (Ha Jung-Woo) que quiere ingresarla en un psiquiátrico y quedarse con su dinero.

Con el fondo de los aires de modernidad que entraban en esa época en Corea, Park cuenta una historia de traiciones, de sometimiento, de poder y, sobre todo, de amor entre dos mujeres, rodada con una enorme delicadeza, incluso en sus momentos más grotescos.

El trabajo del director de fotografía (Chung Chung-Hoon), el maravilloso diseño de vestuario de Cho Sang-Kyung y la preciosa música de Cho Young-Wuk contribuyen a la perfección al objetivo del realizador de mostrar “cómo durante la formación de Corea se introdujo la modernidad y cómo esa modernidad influyó a los coreanos”.

Una época en la que se mezclaba el odio histórico que sienten los coreanos por los invasores japoneses con aquellos que estaban fascinados por Japón, como le pasa al protagonista de la película. “Y esos dan más miedo”, afirmó Park. “Corea fue colonizada por los japoneses y para nosotros siempre es delicado introducir elementos de esa época, pero pensé que podían aportar más complejidad a la historia usando esas referencias y situando la historia en ese momento concreto”, precisó.

juego de idiomas y nacionalidades Por eso en la película se mezcla el japonés y el coreano y la mademoiselle del título es una aristócrata japonesa que vive en Corea del Sur, porque el director juega tanto con los idiomas como con las nacionalidades y las clases sociales. “Quería aportar una mirada más original a la habitual mirada esquemática que los coreanos lanzamos sobre los japoneses”, agregó el realizador, que también reconoció que su película es feminista pese a que le dio a los personajes masculinos más importancia de la que tienen en la novela original.

Al respecto, explicó: “Como padre de familia y con la edad y los años que pasan, descubro cada vez más mi lado femenino, que se manifiesta de manera creciente. Creo que los hombres, según envejecen, descubren su parte femenina”. Porque en Mademoiselle (titulada en inglés The handmaiden) son las mujeres las que dominan y juegan con los hombres, aunque al principio pueda parecer lo contrario.

Y para interpretar a esas dos mujeres, el realizador escogió a una actriz con experiencia, Kim Minn-Hee, para el papel de Hidako, y a una que era estudiante de periodismo hasta que fue seleccionada para hacer la película, Kim Tae-Ri. Las dos se mostraron felices con el resultado de un filme en el que se desnudan tanto física como emocionalmente en una relación de la que discutieron mucho con el realizador antes de empezar a rodar. Ambas resaltaron en la rueda de prensa que lo más importante para ellas era mostrar los sentimientos de sus personajes y su evolución en la historia.