Es el título de una película de Chris Marker y eso les atraía. También el juego de la traducción (sin sol) les parecía la definición perfecta para su Gasteiz natal. Así que decidieron llamar Sans Soleil a la revista universitaria que fundaron mientras estudiaban Historia del Arte, una publicación que hoy sigue su camino -con sus diferencias y sus similitudes con la idea inicial- aunque Ander Gondra y Gorka López de Munain dejaron su dirección hace ya unos años. La vida les llevó lejos (Roma, Buenos Aires, Barcelona...) siendo en la capital catalana donde en 2011 crearon el Centro de Estudios de la Imagen Sans Soleil, un “paraguas” sin sede fija que sirve para englobar las diferentes líneas de actuación que solos o en colaboración con otros impulsan en torno al ámbito de la representación visual. Fruto de ese interés, en 2013 nació la editorial que comparte nombre, un proyecto singular que ahora, de la mano de sus fundadores, tiene su nueva casa en Vitoria, puesto que ambos han regresado a la ciudad. “Volver es más un gesto que otra cosa, no es que nadie nos haya dado unas facilidades u otras, es querer estar aquí para llevar a cabo una propuesta con miras abiertas, ambiciosa”, describen.
Claro que ésta no es una editorial cualquiera. Su singularidad está en su foco de atención, un único concepto, aunque infinito al mismo tiempo: la imagen. Su intención es promover acercamientos multidisciplinares -desde la investigación, la reflexión o la creación-, a lo visual a lo largo de la historia. “Puede que, en un principio, no parezcan temas con un gran tirón comercial pero en su momento detectados que existía un vacío con respecto a estas cuestiones, que faltaban cierto tipo de publicaciones, de líneas teóricas, metodológicas y de estudio de la imagen que ni siquiera habían llegado a España o estaban apareciendo a cuentagotas”. Por eso los primeros títulos editados fueron traducciones, aunque ahora Sans Soleil se quiere volcar más en la publicación de originales y de proyectos “que nosotros armemos desde cero”.
Ante todo, lo que ambos buscan es llevar a cabo “una mirada más completa a lo que hoy se llama la cultura visual. Es pensar en nuestra cultura a partir de las imágenes y cuál es el impacto que tienen en nuestro tiempo, cuál es la huella que han dejado en otras épocas y poner el peso en las imágenes que a veces se dejan de lado o que en teoría no tienen importancia. Hay bastante vacío de publicaciones en este sentido, hay necesidad de acercarse a nuevos modos de trabajar la cultura visual”, explican Gondra y López de Munain, que a finales de 2013 abrieron también una sede paralela de su editorial en Buenos Aires. “Fue una cuestión de logística ya que la necesidad de tener una empresa exportadora dificultaba el proceso y lo encarecía”, así que, aprovechando su residencia temporal allí por cuestiones académicas, dieron el paso de abrir esta nueva línea. A un lado y otro del Atlántico se sacan casi los mismos títulos, aunque hay publicaciones que no repiten “porque pueden tener más sentido en un país que en otro”.
En la actualidad cuentan con diferentes colecciones (Pigmalión, Wunderkammer, Chiribitas...) dentro de las que también se incluye un apartado para el euskera, una línea a seguir aunque sacar alguno de los títulos haya sido más una cuestión de militancia que otra cosa, como ha sucedido con la compilación de ensayos de Walter Benjamin. “Son libros que tienen que existir sí o sí”.
Tengan un enfoque u otro, lo que sí tienen claro ambos es la apuesta por el papel a pesar de la aparición del medio digital, aunque sí han realizado alguna edición en este sentido. Sin embargo, no cuentan con la misma salida ya que el lector, en este tipo de publicaciones, “busca poder trabajar con los libros”. Eso sí, Gondra y López de Munain no quieren dar la impresión de que sólo ofrecen producciones para un determinado sector de público. “Hay obras que no tienen un tono excesivamente académico y que un lector convencional puede encontrar interesantes, sin olvidar que estamos abriendo caminos con la ilustración y la novela gráfica”, comentan.
Su objetivo es asentar la publicación de entre diez y doce títulos al año, asumiendo que en estos momentos la editorial “se mantiene, no tiene pérdidas y va creciendo; empezamos poco a poco y es la tendencia que seguimos, sabiendo que como casi todo el mundo que se dedica a la cultura, tenemos que seguir sumando de aquí y de allá”. De todas formas, dejando las cuestiones monetarias a un lado, ambos comentan que su intención es contar con una firma “reconocible” por las temáticas que trabaja, algo que genere también un grupo de lectores “fieles”. Como apuntan, “la idea es generar una colectividad, ir calando y sumando, y, de paso, propiciar el encuentro entre disciplinas e intereses”.
En esa senda, ellos -que además de editores han sido y son también autores (además de, al principio, traductores, maquetadores...)- saben que es importante la complicidad con el sector de la distribución. “A veces hay libreros que no saben dónde ubicar tus libros”, dicen con una sonrisa, aunque “hay también quien nos sigue desde el principio y siempre quiere tener por lo menos un ejemplar de lo que vamos sacando”. Ahora que están de nuevo en Vitoria “sabemos que tenemos que hacer algo que hasta ahora igual hemos descuidado y es ir a las librerías de la ciudad y estar más en contacto”.
El futuro dirá. De momento, los dos siguen dando pasos en esta aventura que ahora asienta su sede en la capital alavesa, un proyecto dirigido a un público ocupado y preocupado por distintas cuestiones relacionadas con la imagen pero también abierto al encuentro con el lector en general, aquel que tiene a bien dejar que su curiosidad se alimente. Al fin y al cabo, la imagen es algo inherente al ser humano desde que es tal. Qué decir de estos tiempos actuales.