Vitoria - En la calle Bruno Villarreal se encuentra la sede de Orbain, punto de encuentro para los socios de la agrupación pero también para toda aquella persona que quiera acercarse a sus propuestas artísticas. Es allí donde Iker Zubia recibe a DNA, aunque en este caso impera la tranquilidad de una mañana entre semana.
¿Por qué nace Orbain Kultur Elkartea?
-En este país nos juntamos para casi todo, siempre hay una inquietud latente en la gente. Es algo innato a Gasteiz. Tampoco nos puede sorprender que se una un grupo de personas con inquietudes o reflexiones parecidas y decida conformarse en una asociación cultural. El nexo es que somos usuarios de la cultura en Gasteiz, aunque también hay personas que la generan. La inquietud es poner en valor, de alguna manera, la impronta que dejó el estallido del punk y del rock, no sólo desde el punto de vista musical, en esta ciudad hace tres y cuatro décadas para, entre otras cuestiones, entender algunas de las cosas que suceden hoy. Por ejemplo, el 3 de marzo del 76 es un antes y un después que va más allá de lo que tiene que ver con lo laboral o con la situación de represión policial, y que coincide en el tiempo con la explosión del punk. A partir de ese punto de inflexión y durante unos diez años se dan situaciones que marcan lo que hoy vivimos en esta ciudad como puede ser su carácter solidario, que se ve, por poner un ejemplo, en iniciativas como Gora Gasteiz. No digo que eso no pase en otros lugares, pero aquí tiene un carácter popular muy significativo que tiene su origen en aquellos años.
Tampoco han cambiado tanto las cosas cuando muchas de las canciones de entonces de La Polla, por citar un caso, podrían estar escritas hoy.
-Esa es la paradoja que se produce con los análisis que se hacían hace 40 años desde el punto de vista socio-político, que a día de hoy todavía se hacen casi iguales. También es verdad que cuatro décadas en la historia de una sociedad no son tanto tiempo para que haya unos cambios profundos. Es lógico que la gente hoy piense lo mismo que Evaristo cuando, hace 35 años, cantaba no disfrutamos en el paro, ni disfrutamos trabajando. Cuando nace el punk, los punkis dicen que no hay futuro. Hoy, muchos de ellos tienen hijos. Es una contradicción, sí, pero que se sigan escuchando ese tipo de canciones dice mucho en diferentes aspectos.
Por ejemplo.
-En el aspecto musical, que hoy no hay cosas que a la gente le llenan. En los últimos años hemos visto un incremento importante en el aspecto de la calidad, musicalmente hablando, pero quizá se ha perdido la carga que tenían aquellas letras y aquella actitud. No todo es así, pero si hay personas escuchando las canciones de entonces puede ser porque lo de ahora no les llega tan de cerca. No deja de ser curioso que se sigan escuchando canciones de La Polla, Cicatriz o Hertzainak. Por ejemplo, Hertzainak en su día rompió con lo que suponía cantar rock en euskera, mientras que hoy, ahí tienes a grupos como Berri Txarrak triunfando internacionalmente. Bien, eso es así, pero también lo es que el euskera sigue estando en una situación complicada, no tanto como entonces pero...
La asociación pretende, por un lado, realizar un trabajo de recuperación de la memoria de aquellos años y, por otro, generar una agenda cultural con conciertos, exposiciones, charlas... ¿No es mucho abarcar?
-Somos ambiciosos. El recorrido hasta ahora no es muy largo pero sí está siendo muy intenso. Siendo 80 personas, y cada una de una madre, lo que se intenta es que cada uno aporte algo desde el ámbito del que viene. Nosotros, al final, no somos más que una herramienta, un escenario para que la gente que crea tenga un sitio donde hacerlo sin ningún problema de nada, ni de censura, ni económico ni de ningún otro tipo. En este contexto está la iniciativa Lokal 0, que es la que más frutos está dando hasta ahora porque al final es decirle a cualquier chico o chica que hace teatro o música que aquí tiene un espacio donde hacer un ensayo con público antes de ir a tablas más grandes. No tenemos ánimo de lucro, así que vienes, tocas, te lo pasas bien, nos cuentas lo que estás haciendo y empiezas a caminar. También hay otro aspecto de la asociación como agente cultural y ahí lo que hacemos es ver qué puntos tenemos en común a la hora de analizar determinadas cosas que ocurren en esta ciudad. Así lo hemos hecho, por ejemplo, con la intervención con respecto a Krea. No queremos ser tampoco un Pepito Grillo, queremos plantear alternativas y hacerlo desde nuestro punto de vista, el de una serie de personas que consumen cultura.
El usuario, el gran olvidado.
-Efectivamente. Al final, todo lo que se genera en torno a la cultura debe tener un destinatario. Nosotros, por ejemplo, planteamos que el primer destinatario son los niños y niñas, es la educación. Por eso criticamos que desde las instituciones y desde algunos sectores de la cultura, cuando se habla de creación el tema económico aparece en la segunda o tercera línea. No criticamos la política de subvenciones. Y sabemos que las cosas están como están. Pero que eso sea extensible a todo el escenario cultural o que sea uno de los primeros puntos que se ponen encima de la mesa cuando se habla de planteamientos culturales para una ciudad no nos parece correcto. Nos parece mejor hablar de los destinatarios, de la sociedad en general y, sobre todo, de esas generaciones que comienzan a consumir cultura y que no la entienden y no la viven porque nadie les enseña que la cultura es un bien sin el que no se puede crecer.
¿No tiene la sensación de que Gasteiz tiene un público muy fiel pero también muy reducido?
-En algunos sectores hay más alternativas, aunque es cierto que en otros se han perdido. En el aspecto musical, por ejemplo, se ha crecido mucho, hay infinidad de escenarios y además con diferentes proyectos, planteamientos y precios, porque uno de los problemas que hay a la hora de consumir cultura es el precio de la misma. No vamos a descubrir el fuego si hablamos del IVA cultural. En lo concerniente a las artes escénicas, es evidente que Gasteiz tiene una trayectoria a valorar, por citar otro caso. Es cierto que quizás nos vemos los mismos en las salas y plateas. Mucho tiene que ver también cómo nos han educado con respecto a la cultura y cómo estamos educando, y cómo la gente percibe hoy la creación artística. Si preguntas por la calle el nombre de artistas de aquí, pocos sabrían decirte. Eso sí, luego tenemos una estatua a Ken Follet. Sin desmerecer nada su trabajo, la aportación de este escritor a Gasteiz es, como mínimo, para ponerla en duda hasta el punto de hacerle un reconocimiento de este tipo. Por lo tanto, para que no haya siempre la misma gente en los mismos lugares lo que hay que hacer es poner en valor lo que es de aquí.
De todas formas, ¿qué le puede ofrecer la asociación a la sociedad teniendo en cuenta que su sede tiene unas limitaciones espaciales?
-Cuando nos damos a conocer decimos que nacemos con la intención de sumar en positivo y siempre con planteamientos constructivos. Y en esa suma también está un espacio donde poder venir a consumir cultura no sólo los socios. De ahí que las actividades estén abiertas al público. Pero también aportamos cuando ofrecemos nuestro punto de vista sobre determinados aspectos realizando reflexiones que quizá hasta ahora nadie había verbalizado de manera pública. Por ejemplo, antes hablábamos del caso de Krea y nosotros hemos dicho que hay artistas en Gasteiz que no han hecho lo suficiente para defender el interés público de la ciudad. Eso es algo que hasta ahora no se había escuchado. Nosotros creemos que esa es una aportación en positivo que se ofrece a la sociedad. Es decir, sumamos el local y la asociación, y damos también un punto de vista diferente para que la gente tenga más datos a la hora de hacer una reflexión u otra sobre una cuestión concreta.
Por cierto, ¿en qué momento se prestó voluntario para presidir la asociación? ¿O le presentaron?
-No, no, esto es asambleario totalmente (risas). Nos basamos en la autogestión y en el asamblearismo, pero al crear una asociación cultural, te exigen tener una junta y esas cosas. Pero las decisiones y las reflexiones son compartidas.
También se comparte el aspecto económico, supongo.
-Sí. Los socios ponen 10 euros al mes, que fundamentalmente cubren los gastos de la sede. No hay ninguna otra fuente de ingreso pero tampoco creemos que sea necesario. No hay ánimo de lucro, así que lo que entra por lo que sale.
¿Se han puesto objetivos que cumplir a corto o medio plazo?
-En las asambleas vamos revisando lo que se va haciendo y lo que se va a realizar. Estamos viviendo, como quien dice, mes a mes en lo que a la programación se refiere. En cuanto a las cuestiones relacionadas con la puesta en valor del pasado que hablábamos antes, creemos que, aunque se puede sumar más, la impronta del punk y del rock en Gasteiz está suficientemente documentada. Donde sí se puede aportar más es en el reconocimiento. Por ejemplo, está en mente la realización de unas jornadas o algo similar sobre la puesta en valor de aquellos años, de aquella primera patada en el Gaztetxe hace 28 años, de aquellas primeras radios libres en Abetxuko y Zaramaga, de... a través de personas que estuvieron allí, gente que, por cierto, en algunos casos ha terminado incluso de profesores universitarios. Nos interesa destacar el carácter popular de muchas de esas situaciones, subrayar que en Gasteiz hay un tejido social y popular muy importante que queremos que siga existiendo.