madrid - Loquillo regresa con un disco eufórico en lo musical, generalista y “muy meditado” (ha tardado cinco años en prepararlo), en el que habla de rock and roll, enganches (y desenganches) sentimentales y de “falsos profetas”. “En los tiempos que corren las estrellas del rock no somos nosotros, son los cocineros y los políticos, que utilizan los medios como hemos hecho nosotros toda la vida, para provocar y estar en primera línea, aunque a ellos se les olvida apartarse a veces para no quemar”, apunta a solo dos días de que se publique Viento del este (Warner Music).
Su pasión por un trabajo que le gusta explica este nuevo lanzamiento, el sexto en el último lustro, apenas un año después de que publicara Código rocker, un ejercicio “difícil y audaz”, ajeno a las modas, en el que se llevó algunos de sus temas emblemáticos a un terreno que nunca había pisado, el del rockabily.
“Si no hubiese sido por ese disco, no habría llegado este momento. Fue un ‘break’ que me sirvió para recomponer la banda”, subraya José María Sanz (Barcelona, 1960).
Ya entonces gestaba Viento del este, un trabajo grabado en Madrid, excepto algunos tramos registrados con una orquesta en Bratislava, y en el que la “paciencia” ha sido clave para tejer temas nuevos que saben a clásicos instantáneos, como el primer sencillo, Salud y rockandroll, o Las ventajas de perderte.
“He pasado por todos los sarampiones posibles y, como he salido vivo, puedo tomarme mi tiempo al hacer las cosas. Me gusta hacer trabajos difíciles y audaces que me permiten hacer otros generalistas como este, más mayoritarios”, y viceversa, explica.
De Viento del este cuenta que “no ha sido un disco complicado, pero sí el más emocional, con demasiados sentimientos encontrados”, como resultado de colaborar con un buen puñado de compositores diferentes, veteranos como Sabino Méndez, Carlos Zanón y Carlos Segarra y jóvenes como Leiva, Igor Paskual o Mario Cobo y Josu García, quienes han ejercido además de productores.
En él canta con algo de “lamento, desencanto y también rabia” a El mundo que conocimos, una reflexión sobre su generación, “a la que se le prometió una idea que ha caído de una España diferente, donde la educación y la cultura fueran elementos esenciales y se resolvieran los problemas territoriales, con una Europa sin fronteras y sin cortapisas al ciudadano”. - Efe