la exitosa Trilogía de Baztan de Dolores Redondo ha puesto a Elizondo en el mapa de la ficción literaria, y ha proyectado al exterior de Navarra la imagen y la labor que realiza la Policía Foral, personificados en la inspectora Amaia Salazar y en los agentes bajo su mando, que dentro de unos meses saltarán de las páginas de El guardián invisible a las pantallas de cine de medio mundo. El subinspector Mikel Santamaría, responsable de comunicación de la Policía Foral y enlace con la productora del filme para gestionar y coordinar los recursos humanos y materiales de tipo policial implicados en el rodaje que se lleva a cabo este mes en Navarra asevera que “es una oportunidad única de difundir qué es la Policía Foral, cómo trabajamos, una oportunidad para enseñar que somos un cuerpo de policía profesional e integral. Así lo han entendido la jefatura y la Dirección General de Interior del Gobierno de Navarra, con el visto bueno de la consejería, al decidir que la colaboración con esta película sea activa y máxima”.
Cuando en enero de este año el jefe del Cuerpo autonómico, Torcuato Muñoz, le encomendó la tarea no pudo encontrar mejor candidato. No en vano Santamaría ya participó en el embrión de la novela (la propia autora le cita en los agradecimientos del libro, en el que reconoce “párrafos técnicos suyos”, como la descripción de la pistola Glock, el arma reglamentaria que usa la protagonista). “Conocí a Dolores en 2008. Se presentó en la comisaría de Pamplona y me contó que iba a escribir un libro, un thriller, y que quería que su protagonista fuera una policía foral de Investigación. Se interesó por información muy genérica sobre la organización, sobre el trabajo policial... A partir de ahí me planteó muchas cuestiones técnicas sobre investigación que fui trasladándole, previa consulta con los especialistas. En aquel entonces que se grabara una película era algo muy lejano”, rememora Santamaría echando la vista atrás.
Al margen de las licencias literarias, la primera novela que conforma la Trilogía de Baztan, y por extensión la película que se graba actualmente en la Comunidad Foral bajo la dirección del pamplonés Fernando González Molina y con la actriz Marta Etura como protagonista, trata de reflejar con la mayor fidelidad posible el trabajo que desarrollan los agentes del Área de Investigación Criminal del Cuerpo autonómico. Para ello, la productora Nostromo-Pictures se ha rodeado de diversos asesores de la Policía Foral que, desde detrás de las cámaras, han orientado las interpretaciones de los personajes y la recreación de las escenas policiales.
Respetando las limitaciones que impone la confidencialidad sobre el rodaje, Santamaría lo ejemplifica con lo ocurrido en la grabación del hallazgo de una de las víctimas del basajaun. “El juez instructor es la persona que lidera una investigación policial, la persona que manda en la escena de un crimen. Así se lo transmitieron los agentes de Policía Judicial al director durante la grabación de una determinada secuencia, con el fin de que la posición y papel que desempeña la juez instructora tuviera el protagonismo adecuado”.
Además, durante el rodaje en Bertiz y Otsondo, usados para rodar la aparición de las menores asesinadas, los agentes de Policía Científica instruyeron a los actores y al equipo de dirección sobre la forma de recoger evidencias en el escenario de un crimen y cómo se referencian (las muestras de agua en el río, por ejemplo), y les aleccionaron sobre la cadena de custodia que siguen en el laboratorio. También les explicaron la manera de manipular un cadáver y de diferenciar el uso de bolsas de papel para recoger evidencias biológicas y bolsas plásticas para el resto, e incluso introdujeron matices en los signos cadavéricos de los maniquíes, ya que las livideces no concordaban con la rigidez postmortem.
Al margen de estos colaboradores especializados que han estado entre bambalinas, en el rodaje también han participado verdaderos policías forales como extras o figurantes, con el plus de realismo que ello aporta a las actuaciones. Es el caso de los miembros del Grupo de Guías Caninos, que aparecerán en la búsqueda de una víctima junto con auténticos perros policías, y el de los miembros de la Brigada Central de Intervención que grabarán un control policial en Quinto Real. “Algunos compañeros se presentaron al casting de la película; el caso más curioso es el de un agente de Tráfico que fue seleccionado como extra para aparecer como guardia civil. Además hay un compañero que actúa de guarda forestal”, comenta Santamaría para ilustrar el inusitado interés que ha suscitado la película en la organización policial, consciente de la inmejorable ocasión para darse a conocer al gran público. “Todas las opiniones son respetables, también las críticas, pero el libro y esta película son una alfombra roja para que la Policía Foral muestre su trabajo a España y al mundo”, recalca.
Ambientación policial Santamaría también ha gestionado los vehículos, uniformes y documentos que saldrán en la película y ha proporcionado todo tipo de indicaciones a los responsables de atrezo, que incluso han replicado las placas identificativas que portan los agentes de la Policía Foral. Asimismo, ha suministrado elementos corporativos para decorar el interior del despacho de Amaia Salazar, que se ha recreado en un estudio de Madrid.
Instalaciones como la Comisaría de Elizondo han servido igualmente de escenario al rodaje en ese objetivo de lograr la mayor verosimilitud posible. Patxi Salvador, actual mando responsable de la comisaría en la capital baztanesa, estuvo presente en la maratoniana jornada que se llevó a cabo el lunes, en la que participaron “todo tipo de operarios, desde tramoyistas, hasta tractoristas, hasta formar un equipo de más de 90 personas”. Aunque se rodó en el exterior, el interior del edificio “también sufrió una transformación, ya que se habilitó una sala para descanso de los actores, una sala para descanso de los figurantes y parte del garaje se convirtió en un almacén improvisado de material”.
Salvador, campeón de España de tiro e instructor de Dolores Redondo hace años durante una jornada práctica en la que la escritora pudo disparar un arma y comprobar qué se siente al hacerlo (“para después describirlo de la manera más real posible en sus novelas”), ha asesorado igualmente a los protagonistas de la película en el manejo del arma reglamentaria de la Policía Foral en situaciones reales. “Se interesaron por infinidad de cuestiones: cómo empuñar la pistola con una mano o con las dos, cómo hacerlo y en qué circunstancias; cómo desmontarla; cómo se entraría en una vivienda con ella en la mano... También preguntaron por todo lo relacionado con el saludo entre policías, con superiores, la forma de hacerlo?”.
El rodaje esta semana en la Comisaría de Elizondo, sin embargo, es solo un hito en un camino que empezó a andarse firmemente hace más de tres años con la publicación de la novela El guardián invisible, y que el anterior jefe de la comisaría, Iñaki Cía, ha recorrido de la mano de la novelista. “En enero de 2013, un compañero me comentó que una escritora había escrito una novela sobre unos asesinatos en Baztan, que eran investigados por una inspectora de la Policía Foral que trabajaba desde la Comisaría de Elizondo. Me dijo que el libro estaba teniendo mucho éxito editorial y que era el primero de una trilogía. Esa tarde lo compré para conocer de primera mano los asesinatos que se narraban en el libro, a sus personajes y a su autora”, señala Cía.
Dos meses después, con ocasión de la Fiesta de la Policía Foral, en la que se otorgó a Redondo la Metopa Honorífica como reconocimiento a la divulgación de la imagen de la Policía Foral, Cía conoció a la escritora, a la que se presentó “en broma” como el comisario Iriarte, su alter ego en la novela. “Quedamos en el Bar Karrika de Elizondo una tarde de Semana Santa de ese año, aprovechando que la familia de Dolores pasaba unos días de descanso en una casa rural de Baztan. Echamos un café mientras me preguntaba diferentes aspectos de nuestro trabajo policial en la zona; posteriormente dimos un paseo por Elizondo en dirección hacia la comisaría que estaba todavía en construcción. Al pasar por el puente de Giltxaurdi, Dolores comentó que la estructura del edificio parecía un barco. Así era, un barco varado en el meandro del Río Baztan”, corrobora este policía foral.
De forma paralela a la publicación de las dos entregas restantes de la trilogía, Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta, se fue tejiendo una red de personas que a través de la obra literaria de Redondo trabaja con un empeño común: la difusión de Baztan a través del contenido de los libros. En ese objetivo, la Comisaría de Elizondo es uno de los escenarios que los grupos de turistas visitan y que más hace que se sientan “dentro de las novelas”, sobre todo cuando “conocen el despacho de Amaia Salazar o los calabozos”, resalta Cía, quien recuerda que “en una ocasión, un expolicía francés mostró su extrañeza por poder tener acceso a unas instalaciones policiales. Al fin y al cabo, como le comenté, se trataba de mostrar de una manera natural la cultura de la Policía Foral: cercanía y servicio a los ciudadanos”, exactamente el mismo fin que persigue el Cuerpo autonómico con su activa colaboración en el rodaje de El guardián invisible, el largometraje que supondrá su estreno en la gran pantalla.