Lo tiene claro y lo viene demostrando desde hace ya varios años con su práctica creativa. “No me corto ni con los cuchillos. Vergüenza, para robar. Mi señora madre ya me dice: ¿pero dónde vas con esas pizarras, cómo puedes salir así a la calle?”. Nerea Lekuona ríe. Lo hace con una sonrisa que se parece mucho a su línea de trabajo: sincera, irónica, abierta, reflexiva, sencilla, contagiosa. “No se qué voy a hacer después del 15 de mayo sin estar rodeada de gente como en Artium, sin salir a la calle con las pizarras... va a ser un bajón terrible”.
Hasta esa fecha, la artista gasteiztarra es la protagonista de una nueva entrega de Praxis, el laboratorio abierto que el museo de arte contemporáneo propone a los creadores para que desarrollen un proyecto a la vista y en contacto con el público. De hecho, en el caso de Lekuona, la autoría de buena parte de la propuesta que está llevando a cabo estas semanas es compartida con todas aquellas personas que se atreven a encontrarse con ella y aceptar su invitación de dejarle una frase, una idea expresada en pocas palabras.
En un principio, la propuesta de la autora pasaba por tres elementos básicos. En primer lugar, abrir un espacio de reflexión sobre el arte, más en concreto sobre las situaciones laborales y sociales por las que pasan los artistas, máxime a lo largo de esta crisis. Eso se acompañaba con una invitación a la ciudadanía para aportar sus reflexiones sobre cualquier temática o situación. En segundo, tomando esas frases, servirse de una serie de pizarras negras para rotularlas y, a modo de mujer-anuncio, salir con esos mensajes a la calle para desarrollar diferentes acciones relacionadas con cada uno de los argumentarios. Y en tercero, llevar a cabo todo esto con materiales considerados pobres o humildes, poniendo en valor tanto a estas herramientas como al propio concepto del diseño y la acción artesanal de crear con las manos, de tener un contacto directo con la obra frente al abuso de la tecnología, que no el uso.
Por supuesto, estas líneas fundamentales se mantienen, pero si Praxis es un espacio abierto al cambio, la evolución y la transformación, Lekuona es la horma de su zapato. Así que ella ha abierto nuevos caminos y las ideas se amontonan. “Me gustaría hacer algo en el contexto del 1 de Mayo, por ejemplo. Y no descarto ir a Hacienda, ahora que estamos en plena campaña de la renta, con una pizarra que ponga Soy artista tributaria porque yo pago mis cuotas de autónomos, apoquino como el resto pero luego algunos van diciendo por ahí que los trabajadores del arte son unos jetas que viven del aire. Pero son cosas que van sobre la marcha, poco a poco”.
Acciones Dentro de Artium, la sala destinada a Praxis se ha convertido en el taller donde Lekuona va rotulando sus pizarras, aglutinando mensajes, relacionándose con la gente... un lugar para crear y jugar. No es un decir. Si se encuentra la pelota -todo tiene su truco- se puede practicar un poco de ping pong.
Pero el museo también se ha tranformado sin quererlo en musa para una de las acciones de la gasteiztarra. En la muestra La trampa de la sonrisa se encuentra un Miró (Femme dans la nuit) que resulta ser la primera obra adquirida por la Diputación alavesa para su colección hace justo 40 años, la misma edad de la creadora. “Supongo que es un poco irreverente coger unos Posca y hacer una revisión de este cuadro en una pizarra, pero no podía resistirme”, apunta.
De todas formas, esta propuesta es, por así decirlo, una excepción. El resto de las que están tomando forma (o ya han sido) están pensadas para completarse más allá de las paredes de Artium, incluso fuera de las calles de Vitoria. Es el caso de Soy una prostituta según la RAE. En las versiones físicas tanto del diccionario de la Academia como de, por ejemplo, el María Moliner se puede leer la identificación de mujer del arte como prostituta, igual que sucede con mujer pública, mujer mundana o mujer del partido. “No tengo nada contra las prostitutas, pero llamemos a cada cosa por su nombre”. Así que ha rotulado la definición en sus pizarras, con las que tiene previsto acudir a la biblioteca de la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, un recorrido en el que le gustaría estar acompañada. “Quiero hacer un homenaje a las artistas, comisarias, gestoras, mediadoras, trabajadoras del arte y, en general, a las mujeres”.
La colaboración con la ciudadanía se está traduciendo en un sin fin de enunciados dejados en Artium. Pero también en experiencias como la que la creadora está llevando a cabo en el Centro Penitenciario de Álava. Una de las personas que trabaja allí se puso en contacto con ella y le contó que cada día, en la relación con los internos, les escribía frases diferentes y que algunas personas presas le estaban contestando con sus propias locuciones. “Me propuso enviarme algunas para ver si las quería rotular y me pareció perfecto”. Pero la artista no se quedó ahí. Con una de esas pizarras, la artista salió hace unos días a la calle como forma de “liberar los mensajes de quienes están encerrados”. Fue andando hasta Mariturri y allí hizo autostop para llegar hasta Zaballa. Es más, esta semana ha estado dentro de la cárcel realizando un taller con los reclusos.
Por si fuera poco, Lekuona también ha involucrado, a su manera, a Isidoro Valcárcel Medina -que el pasado diciembre participó en la última edición de Inmersiones- en el proyecto. “A él le escuché: el arte puede ser cualquier cosa, pero cualquier cosa no puede ser arte. Ni me lo pensé para rotular las pizarras y le mandé las fotos”, sabiendo además que el último Premio Velázquez de las Artes Plásticas también salió a la calle en 1976 portando unas pizarras. “Su mujer me contesto diciendo que Isidoro había dicho al ver las imágenes: esto sí que es arte”. Cómo no, también este mensaje debe tener su recorrido por el exterior, que pasará por Montehermoso y el Museo de Bellas Artes de Álava.
Tanto estas como el resto de las acciones están siendo grabadas en vídeo para dejar una huella audiovisual que perdure más allá del 15 de mayo. Pero ese final ya llegará. De momento Lekuona no para. “Lo estoy disfrutando muchísimo. Además, estoy aprendiendo un montón con respecto a cuestiones como la tipografía, la rotulación... investigando en manuales que hay en Internet tanto actuales como de siglos pasados”. Ello sin perder de vista que su labor dentro de Artium tiene lugar a la vista del público: “está siendo muy satisfactorio porque la gente entra con cierta timidez pero cuando le cuento de qué va la historia, se muestra entusiasmada. Me han dejado frases hasta en cirílico”, vuelve a reír.