madrid - “La Celestina, la primera obra en occidente en la que no hay Dios”, en palabras de Goytisolo, se ha metido en la piel y en el alma de José Luis Gómez, quien encarna a la vieja alcahueta en un esperado montaje que él mismo dirige en el Teatro de la Comedia de Madrid.

Una Celestina que “es la consecuencia natural de un empeño”, explica este gran hombre de teatro, de este trabajo que es una coproducción entre la Compañía Nacional de Teatro Clásico y la Abadía. Gómez, a sus 76 años, y después de un largo recorrido y de haber “estado cocido en todas las calderas” y haberse dejado su “juego en el teatro”, aborda la obra de Francisco de Rojas, de forma “muy consciente”, pero también sabiendo que no se juega ya nada. Una obra que fue la primera traducida al inglés, como recuerda el actor y que ayer se estrenó ante la crítica.

Gómez, que vive el teatro de una forma apasionada y mística, contaba el viernes tras días de intenso trabajo y aislamiento, la tramoya del montaje. Una obra para la que el actor se somete a una caracterización física que le lleva una hora de maquillaje, con un rostro que muestra una mujer vieja, con un ojo malo o tuerto, arrugada y con cicatrices. Una mujer que también tiene algo que ver con el cuadro de La Celestina, de Picasso, pintura que el actor ha estudiado mucho. Pero este es el trabajo que ve el espectador, pero para llegar a componer a la Celestina de la Tragicomedia de Calixto y Melibea, José Luis Gómez ha sacado todo de sus vivencias internas, de esas mujeres que a lo largo de su vida ha conocido. “Goytisolo, que es una de las personas que más sabe de esta obra, me decía que la Celestina en la tradición era una morisca; y de ahí me vino el acento y de muchas mujeres que he conocido, jóvenes, mayores, viejas. Del recuerdo de esas mujeres gitanas, curanderas, de las que me han querido quitar del tabaco o de otras cosas”, dice el actor, nacido en Huelva y formado en Alemania.

Y tras este aspecto visual, José Luis Gómez subraya que el 80% de esta obra ha sido el trabajo invisible, “la prosodia”. “En España hay una enorme confusión respecto al tema del lenguaje -señala-, la dicción se confunde con la alocución escénica, con la fonética. Parece que hablar bien es que se pronuncie bien y se entiendan las palabras y noooooo es eso”, remarca. “Qué menos que se entiendan las palabras; pero que se entiendan las palabras no quiere decir que se entienda el pensamiento y hablar es pensar”, sentencia. Gómez comenta que La Celestina es un texto en prosa “y con el texto de Fernando de Rojas cuando empezamos a amputarlo fue repartirlo en patrones rítmicos”. “Y este es el 80% del trabajo que he hecho con los actores: hacer ver a cada actor, no solo las respiraciones, sino ver el texto, el pensamiento que recorre todo el texto y las imágenes del texto”. “Un maestro me decía: ‘no hablen para que el público oiga, sino para que el público vea”, concluye el actor.