Es norma de la casa, dentro del trabajo que desde hace ya años viene desarrollando la editorial alavesa Saure, que sus apuestas para con el público de distintas edades tengan que ver con la defensa de determinados valores y la utilización de la cultura como medio y fin en sí misma ante situaciones, por desgracia, habituales en la sociedad actual. Ahora, de la mano de Ainize Eguiarte y Alfonso Berroya, sus esfuerzos se centran en el maltrato infantil y el acoso escolar con el objetivo de que tanto los jóvenes lectores como los adultos puedan encontrar un punto de encuentro para leer, compartir y reflexionar. Es la pretensión, por lo menos, de Érase una vez un cuento, bajo cuyo título se encuentran cinco relatos protagonizados por seis niños y niñas.

Realidad y fantasía se dan la mano en cada una de estas historias, dos mundos diferenciados en lo que corresponde a la parte visual del cómic puesto que el primero se muestra en blanco y negro mientras que el segundo gusta del color y del dibujo bien nítido y definido. Entre imágenes y palabras aparecen sirenas, monstruos, princesas... que en su día a día son jóvenes normales que se ven envueltos en problemas que no pueden resolver por sí mismos, según explica el editor Fran Saure, quien describe que la firma alavesa ha hecho un esfuerzo importante en los tiempos que corren para hacer una tirada importante de este trabajo, una edición que se traduce, en un primer momento, en 2.000 ejemplares en castellano y 1.000 en euskera. “Ojalá podamos llegar a más gente”, apunta sobre un libro que cuenta con el apoyo de la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar.

En este sentido, Saure se pregunta cómo es posible que una cuestión de tanta gravedad como el acoso escolar “sea un problema cada vez más grande”, algo que ejemplifica con cifras vascas y estatales. Tal vez, como él mismo comenta, una de las razones esté en esta “sociedad de la pantalla en la que vivimos y que no favorece las relaciones”. Ante eso, Eguiarte y Berroya se presentaron hace dos años ante él con un pequeño esbozo de no más de diez folios en el que se daban las primeras pinceladas de lo que hoy ya es Érase una vez un cuento, que además de mirar a lo que sucede dentro de los aulas también toca otras cuestiones como el acoso on-line o la reacción ante circunstancias del mundo de los adultos como el alcoholismo en uno de los progenitores.

“Los niños que ya conocen el cómic lo leen como si fuera un cuento; los mayores lo ven más como una herramienta de diálogo; para nosotros son ambas cosas puesto que las dos lecturas son válidas y complementarias”, comenta el editor, consciente de que los relatos tratan de manera sencilla problemas graves. “En todos los cuentos hay una puerta de salida”, apunta.

De todas formas, ahora es el momento de los lectores, no tanto de los autores y de la editorial alavesa. “Espero que en muchos casos se pueda dar una lectura compartida” recomendando a los adultos que “sean capaces de comunicarse con la imaginación de los niños”.