gasteiz - Trajano ha pasado casi de incógnito por la historia de Roma, se le ha estudiado de lejos y poco se ha sabido de uno de los dirigentes que más luchó contra la corrupción en el periodo en el que gobernó. Expandió el imperio romano, invirtió en bienes públicos y condenó a los que malversaban el dinero del pueblo. Las similitudes son fáciles de reconocer a pesar de los casi 2.000 años de distancia. Posteguillo no logra encontrar a ningún Trajano entre los políticos de 2016.
Es un tanto cruel, dos años y medio sin saber cómo cerraba la trilogía.
-Yo empecé a hacer una literatura a mí aire; me puse a escribir lo que a mí me gustaba leer con el sueño de que me pudiera leer un número de personas, nunca pensé que interesara a tantas.
¿No ha tenido presiones para agilizar su escritura?
-Claro y pensé: ¿Qué hago? Cedo a las presiones de unos y otros, presiones comerciales por parte de la editorial, legítimas; presiones de ansia por parte de los lectores.
Y decidió hacer esperar a todos.
-Sí, pero para escribir con rigurosidad, con textos trabajados, documentados... Sólo para poner el nombre de la princesa parta tardé mucho tiempo, tuve que buscar mucho. Pero creo que el cariño y la pasión en el detalle rezuma de la novela y es parte del secreto de que guste.
Sus libros empiezan en 98 después de Cristo y la humanidad no ha cambiado: corrupción, política de quita y pon...
-Nos hemos tecnologizado, delante tengo una grabadora, todos llevamos un móvil, Internet... Pero en nuestras pasiones somos iguales. La forma en la que amamos, odiamos, somos leales o desleales es la misma en la naturaleza humana. Por eso es tan fácil en estas novelas identificarse con los personajes.
¿Cómo habría sido el mundo si Adriano no hubiera sucedido a Trajano?
-Sería diferente, igual que si Aníbal hubiera derrotado a Escipión.
¿Un mundo mejor o peor?
-Trajano tenía un plan para la guerra y para la posguerra. Tenía un plan logístico militar muy interesante para la conquista de Partia. Se entiende que para conquistar esa región había que bordear los dos grandes ríos: Éufrates y Tigris. Había que cruzarlos por donde los cruzó Alejandro Magno.
Una estrategia que utilizó más tarde Estados Unidos.
-Sí, para conquistar Irak, pero se les olvidó el plan para la posguerra.
¿Más inteligente Trajano que Bush?
-Ja, ja, ja... No emularon los planes de Trajano y así nos va ahora.
¿Era un avanzado para su época?
-Creo que hay gente que tiene más visión. Trajano pensaba a lo grande y con visión de futuro. En la novela, propone reabrir el antiguo Canal de los Faraones para unir el Mediterráneo con el Mar Rojo.
El canal de Suez en el siglo XIX.
-Exacto. Fíjese si no es visión de futuro. Era una persona que hacía cosas con mucha proyección.
La corrupción existía ya.
-Él luchaba contra ella. Pensaba que era bueno gobernar pensando en el bien público...
Más o menos como ahora, ¿no?
-Él pensaba que si masacraba a la gente, no quedaba nada para nadie. Son cuestiones que hoy en día se han olvidado. Es verdad, era un adelantado.
Rajoy tendría que leer su libro.
-Está a disposición de todos, quizá es un poco gordo, el libro.
¿Ve a algún Trajano en el panorama político del Estado español?
-Yo no acierto a encontrarlo. No encuentro un Trajano en la política actual...
¿Sobreviviría Trajano en 2016?
-El problema lo tendría con los grandes poderes fácticos: eléctricas, empresas de telefonía, empresas del petróleo, farmacéuticas, los bancos... Es el gran toro con el que hay que lidiar en el siglo XXI.
Famoso por escribir Historia, pero usted lo intentó primero con la literatura erótica y negra.
-Cierto. Creo que la novela erótica hay que atribuirla a una disfunción en cálculo de la temporalidad correcta.
La tenía que haber escrito ahora.
-Exacto. Pero las hormonas estaban donde estaban en aquella época, por algún lado había que sublimar. La novela negra fue un intento serio, sólo tuve un lector, mi padre.