amurrio - Tras sus exitosas conferencias y exposiciones de la pasada primavera en Menoio y Quejana, el artesano ayalés Juan Antonio Alaña se ha decidido a compartir su pasión por trabajar y serigrafiar cuernos, conchas, y caracolas también con el municipio de Okondo, en cuya casa de cultura y hasta el día 20 muestra una selección de las más de 200 creaciones que atesora.
Aunque en esta comarca son ya pocas las personas que se extrañan si oyen en sus calles o plazas el sonido penetrante de un cuerno, a Alaña aún le quedan zonas por visitar para dejar constancia de que en Ayala aún se sigue tocando el cuerno en pleno siglo XXI. En plena era de las tecnologías móviles se trata de reeditar lo escrito por Estrabón sobre las Vascongadas hace ya dos mil años. No en vano, en épocas remotas este instrumento aerófono era uno de los pocos medios de comunicación con las que contaba la humanidad, sobre todo para llamadas de auxilio.
Uno de los más famosos es el de marfil que hizo tronar Roldán cuando perdió la batalla contra los vascones en Orreaga. También se sabe que los celtas empleaban estos instrumentos para relajar a las personas. No obstante, no son menos conocidos los que se usaban en el siglo XV desde las cimas de los montes bocineros de Bizkaia para convocar a las juntas en Gernika. Una tradición hoy folklórica en la que todos los años participa, precisamente, Alaña. Éste explica que “el sonido del cuerno puede llegar a escucharse a 15 kilómetros en zona de valles y por eso, en Ayala, por ejemplo, la gente se comunicaba mucho mediante toques de cuerno hasta que llegaron las campanas en el siglo XVII”.
Y es que este artesano del barrio Aretxabala de Menagarai en Ayala es hoy por hoy una auténtica eminencia en la materia. No en vano, lleva desde 1973 investigando todo lo referente a este instrumento, datado entre los más antiguos de la humanidad. Alaña también es uno de los artesanos habituales en fiestas del valle como el Mercado de Antaño de Artziniega, o el concierto de campanas de Amurrio.
“Los cuernos son de vacas, bueyes y toros de la raza barrosoa y los consigo en Galicia o Portugal, porque aquí ya no existe ganado con este tipo de cornamenta. No los vendo, porque no tienen precio. Acabar uno desde su vaciado, pasando por la dificultosa creación de la boquilla, hasta su grabación a fuego puede llevar en torno a 80 ó 100 horas, así que prefiero regalarlos. Los tengo esparcidos por el mundo, como el que dejé en la Euskal Etxea de Shangai con la nana Haurtxo txikia serigrafiada en euskera”, informa.
De hecho, este campesino ayalés de 66 años -además de gran aficionado al cicloturismo- gusta de hacer viajes exóticos con la mochila al hombro para imbuirse de otras culturas que luego plasma en sus trabajos. En una de sus últimas aventuras recorrió el río Nilo desde Alejandría hasta Asuán, aunque en el Transiberiano también le conocen tanto a él como a su instrumento, pues lo ha hecho sonar en el trayecto de varios de sus ramales ferroviarios, bien sea para llegar de Siberia a Manchuria o de Pekín a Moscú y San Petersburgo, atravesando tierras mongolas.
De esta forma, todo el que pase, hasta el 20 de marzo, por la casa de cultura de Okondo, va a poder ver en estas piezas influencias de sus viajes a Egipto, Rusia o China, así como de aita Barandiaran y de la cultura vasca. El horario de visita es de lunes a viernes, de 17.00 a 20.00 horas (pidiendo la llave en la biblioteca), y los sábados y domingos, de 12.00 a 14.00 horas. Además, los fines de semana, el propio Alaña hará visitas guiadas. - A.O. / Fotos: A.O.