el mundo de la tele ha creado una fauna especial cargada de look y fashion que los marca un tiempo de manera refulgente para acabar en el baúl de los recuerdos, porque sabido es que la tele se come al personal con una facilidad desbordante y rápida como el viento que sacude parrillas, programas y apariciones flor de un día, siguiendo aquella expresión concepto de Andy Wharhol, de que todos tenemos derecho en esta sociedad enloquecida a cinco minutos de cita con la historia, a través de una aparición mediática y popular televisiva. Desde la aparición de las televisiones privadas, que fueron el detonante de una nueva fase expansiva de este medio dotado de potencia inaudita para poner a personajes/personajillos en órbita mediática y hacerlos populares durante media hora y diluirlos en el magma del tiempo. Quién recuerda a Dinio y sus fechorías, o a Mayra Gómez Kemp y sus estallidos gritones, o a presentadoras de informativos como Beatriz Aranda o Isabel Tenaille, y no digamos nada de la larga hilera de famosos idos al otro barrio por mor de la Moira y que engrosan el recuerdo de los que se fueron. La dinámica televisiva produce un tipo de marioneta que con estilo definido y determinado acompaña los programas de actualidad o entretenimiento y son satélites secundarios pero necesarios de la tele. Ciertamente en los últimos tiempos por necesidades del guión, son cada vez más y más usados los muñecos de actualidad del corazón, de programas de entretenimiento, base de las parrillas televisivas que nos masajean cada día. Esta farándula a imitación de la farándula teatral de otros tiempos es hoy, flor de un día, que algunos aprovechan para hacer labor de cigarra y otros dilapidan con espíritu de chicharra agonizante, que al apagarse deja cadáveres mediáticos en los arcenes de los contemporáneos medios audiovisuales.