Es una incógnita en muchos sentidos. De hecho, con su exposición ahora en la capital alavesa también se pretende incentivar futuras investigaciones que resuelvan muchas de las dudas que hoy presenta. Para empezar, cuándo se realizó y la función primera con la que fue concebido. Algunas pistas hay, de todos modos, gracias al análisis realizado por Rafael Varón Hernández (Ondare Babesa S.L.), consciente tanto de las certezas constatadas como de los misterios que esperan nuevas luces.

El resultado de su reciente labor se concita en la publicación que a modo de pequeño catálogo se ha editado para acompañar la presentación al público de El Canto de Dordóniz en el Bibat, espacio que a lo largo de los próximos meses va a acoger la muestra de esta pieza que durante un tiempo indefinido estuvo en la localidad del Condado de Treviño. De hecho, este orante en piedra de 750 kilos de peso acaba de regresar a Álava tras encontrarse desde la década de los años 60 en Donostia ya que pertenece a los fondos del Museo de San Telmo. Sin embargo, este centro y el Ejecutivo foral han firmado un convenio de cesión para un lustro que tiene carácter prorrogable.

En este sentido, Susana Soto, responsable del museo guipuzcoano, apostó ayer, en la presentación de la exposición, por seguir profundizando -algo que también la crisis económica ha reforzado- la colaboración entre instituciones y museos. Es el camino por el que la pieza ha hecho el tránsito de vuelta, o por lo menos en parte. Hasta su retirada, la figura se encontraba, en posición vertical, en un cruce de caminos en Dordóniz. Quien dio las primeras referencias sobre ella fue el investigador local Deogracias Estavillo, aunque a mediados del siglo pasado era tomada más como espacio de juego para no pocos pequeños habitantes, “perdiendo poco a poco el valor que pudo tener un día”, explicó Varón Hernández.

A mediados de la década de los años 60, un avispado anticuario compró la pieza por 500 pesetas de la época, vendiéndola poco después a San Telmo por 5.000, rompiéndose en dos la figura en el traslado. En el museo donostiarra estuvo expuesta durante años junto a otras lapidas funerarias, pues es éste uno de los orígenes que se ha creído que pudo tener. En 2009, la Diputación alavesa, a través de Armando Llanos, tuvo referencia de su existencia, iniciándose el proceso para este nuevo viaje del orante de Dordóniz. Su última parada es el Bibat.