gasteiz - Acaban de regresar hace justo una semana de una gira por Argentina y Chile, donde el público les ha recibido con los brazos abiertos. Es más, un próximo tour por Colombia está a la vista. Entre medio tocará acudir al Actual de Logroño con la mirada puesta también en la salida, si nada cambia, a finales de marzo de su nuevo trabajo de estudio. La agenda está más que apretada. Aún así, Ander Valverde siempre encuentra tiempo para volver a Gasteiz para estar con los suyos. Por supuesto, también para tocar, como hará hoy y mañana en la sala Jimmy Jazz. Eso sí, ver a Valverde, Egoitz Uriarte, Ander Larrea, Pau Checa y Jonathan Sánchez esta noche es imposible si no se tiene ya la entrada en la mano. Se agotaron hace semanas. Para mañana, todavía, quedan pases disponibles a 10 euros en anticipada y 13 si se pasa por taquilla.
Vuelven a casa, como casi siempre por esta época, pero esta vez con todo lleno para hoy, teniendo que hacer una segunda fecha consecutiva. ¿Salvo que a Ander le toque el Gordo de la Lotería, no se puede pedir más, no?
-Bueno, como no juego, ya estoy servido (risas). Pero sí, es una buena forma de regresar. Todos los años nos sorprendemos con la gente, pero en esta ocasión estábamos con la duda sobre qué iba a pasar, cuál iba a ser la respuesta teniendo en cuenta que hicimos el concierto de Fueros el 4 de agosto. No sé, pensábamos que igual era demasiado seguido. Pero queríamos hacer la despedida del disco como se merece Hijos de la tierra y nos lanzamos a hacer el concierto de hoy. Pero nos hemos quedado muy sorprendidos porque con más de un mes de antelación se agotaron las entradas, así que hablamos con la gente de la Jimmy Jazz y entre todos nos dijimos: venga, a ver qué pasa, vamos a hacer un segundo día. No sé, ahora lo pienso y hacer estas dos fechas consecutivas es increíble.
Vienen además de una gira por Argentina y Chile que les ha dejado, por lo que parece, unas muy buenas sensaciones.
-Sí, la verdad es que pasan los días pero todavía estamos aterrizando del viaje en globo que hemos tenido por allí porque ha sido la hostia. A Argentina llegamos con Morodo, un poco en plan de teloneros pero nos quedamos muy sorprendidos porque fue llegar allí y las dos bandas estábamos por igual. Ellos ya han estado allí más veces y no les pilló tan de sorpresa la que se montó pero parece que a nosotros nos tenían ganas. Ya te digo, fue increíble. Terminamos haciendo un concierto acústico para la gente a modo de despedida porque lo del público fue excepcional. Es que los espectadores allí están dándolo todo desde el segundo uno, no hemos visto un público como en Argentina. En Chile participamos en un festival con varias bandas de allí, en un teatro que estaba lleno con 5.000 personas. Fue increíble porque salimos y la gente estaba cantando las canciones enteras, saltando y sin parar. Fue algo loco.
No sé si esa reacción extraña. Lo digo porque con las nuevas tecnologías la música viaja mucho más, pero no deja de haber un océano de por medio.
-Da un poco de vértigo, eso es verdad. Llegas allí, estás en países totalmente diferentes, después de muchas horas de vuelo y piensas: ¿quién coño va a conocernos aquí, tan lejos? Y resulta que vas por la calle y te encuentras con que hay gente que se quiere sacar fotos con nosotros. Es bastante flipante. Eso se agradece mucho. Hoy, al final, la tecnología le ha dado a la música alas para llegar a cualquier parte del mundo en un click y eso para nosotros es muy importante.
Tras Gasteiz llegarán al Actual de Logroño a principios de enero y luego en la segunda mitad de febrero ya tienen fechas confirmadas. ¿No piensan parar? ¿Para cuándo el nuevo disco?
-La verdad es que el nuevo álbum lo estamos currando mientras tocamos. Está siendo un poco locura. Entre semana vamos al estudio. Los fines de semana, a los conciertos. Tenemos las cosas bastante adelantas y los 14 temas están a falta de algunos detalles. Nuestra idea es, tras Logroño, meterme en el estudio a grabar todas las voces. Y en febrero hacer unos pocos conciertos de despedida antes de parar. A finales de marzo, el 31 si va todo bien, saldrá el nuevo álbum, pero seguiremos sin conciertos en abril. Un pequeño paréntesis antes de volver otra vez a los escenarios, que eso pasará en mayo lo más seguro. Ya tenemos atadas varias cosas para el verano y, de hecho, en junio nos iremos a Colombia. Es decir, otra vez en la locura.
Pero si hace diez años, cuando la banda ya se asentó en Cataluña tras dejar Gasteiz, alguien le dice que ahora iba a estar cruzando el Atlántico, tocando en festivales de relevancia y demás, ¿se hubiese reído o...?
-Me hubiese partido el culo. Es que lo que estamos viviendo es como un sueño hecho realidad. Vamos entrando en diferentes habitaciones nuevas en las que se nos van abriendo las puertas y en cada habitación hay un paisaje distinto con el que flipamos. De repente nos enteramos el año pasado que nos vamos a Colombia, que vamos a tocar en el Rototom, que viajamos a Argentina... no sé, es como que no paran de llegar cosas que nunca nos hubiésemos creído.
Todo ello dentro de un estilo que, en el panorama actual, no es mayoritario, por lo menos desde un punto de vista del mercado y los grandes medios.
-El reggae es una música de un núcleo muy pequeño, no es como el pop o el rock. Eso es así. Pero bueno, digamos que tampoco nosotros hacemos un reggae al uso. La mezcla que le metemos parece que con los años ha ido calando. No se puede negar que es un estilo en el que no hay tanta gente haciendo lo que proponemos nosotros.
Lo bueno, de hecho, es que han conseguido un público muy fiel.
-Sí. En la última gira que hemos hecho, nos hemos encontrado con gente que se ha hecho todos los conciertos de España, desde Murcia hasta Gasteiz. Seguro que hay público que se va perdiendo, eso es así. Pero también llegas a nuevas generaciones, gente muy joven que nos escribe para saber si con 14 años puede entrar en la sala donde vamos a tocar un día u otro. Y nosotros flipamos. Pero sobre todo, lo que me parece que está muy bien es que ahora en muchos festivales como Viña Rock y otros más pequeños como Granirock, que siempre han estado centrados en el rock, de repente están abriendo un hueco para el reggae. De hecho en 2016 vamos a ir a un montón de festivales que han dejado ese hueco para el reggae y eso está guay.
Claro que lo suyo no es sólo Green Valley porque siempre está dispuesto a colaborar con otros. Aquí, por ejemplo, ha sucedido no hace mucho con grupos como Kódigo Norte.
-Me encanta hacer colaboraciones porque, más allá de la conexión que haces con el otro artista, aprendes mucho y te enriqueces. Hace poco hice una colaboración con Esne Beltza y no sabía si iba a ser capaz de meterme en su propuesta. Pero la verdad es que me he quedado muy a gusto con el tema, es algo muy diferente a lo que suelo hacer. Siempre estoy abierto a las propuestas, aunque cada vez tengo que decir más que no porque recibo muchas peticiones y no llego.
Después de más de una década de Green Valley, ¿qué cree que ha aportado la banda, más allá de su estilo?
-Creo que nuestra seña de identidad, si dejamos a un lado la música, es la humildad y la cercanía con el público. Y la naturalidad. No queremos aparentar ser nada extraño. La gente valora eso en un mundo en el que el artista a veces parece un extraterrestre que es muy especial y al que no se le puede tocar. Hace poco me decía mi chica, que trabaja en merchandising en conciertos grandes, que estuvo currando en los de Madonna y que a ella no se le podía mirar de manera directa a los ojos. Somos personas y eso son excentricidades que se nos van de la mano. La gente valora que seas cercano, natural y humano. Es que si llegamos a eso, apaga y vámonos. De todas formas, yo lo veo así desde dentro de Green Valley, igual desde fuera se ve distinto.
¿Piensa en los próximos diez años del grupo o lo que venga, ya se verá?
-No solemos mirar mucho al futuro. Ahora nos obligan un poco porque tenemos que ir cerrando fechas para el verano. Pero ya está. Nos gusta vivir el presente y ahora mismo lo único que tenemos en mente son los conciertos de hoy y mañana en Vitoria, pasar estos días con la familia y, como mucho, en lo que haremos el 2 en Logroño. Diez años más... es que suena tan lejos. Ojalá sigamos porque esta banda es una familia, un grupo de amigos y también compañeros. Creo que tendremos Green Valley para rato.
Vamos, que aguanta bien a sus cuatro compañeros.
-Somos un equipo. Al final, nos hemos acostumbrado a hacerlo todo nosotros. Para el próximo disco hemos recibido alguna oferta de discográficas, pero hemos decidido que lo vamos a hacer todo nosotros, como otras veces. Cada uno se dedica a una parcela de esto. Hemos sabido separar todas las tareas, que cada uno escogiese la que más le gustaba y hemos generado un equipo de trabajo muy bueno en el que todos nos ayudamos.
Eso a pesar de que la situación general no es para que a uno le vaya bien.
-La verdad es que está la cosa comatosa. Hay gente sufriendo mucho. Nosotros también tenemos nuestros problemas. No vivimos en la abundancia, ni tenemos un cochazo ni un piso de 200 metros cuadrados. Si vieras el estudio que tengo en casa... Lo importante es que haya salud, que sigas haciendo cosas y a ver si en algún momento se baja el IVA de la cultura, que nos tienen ahí agarrados del cuello. A partir de ahí, que sigan los conciertos y que aparezcan más canciones. Ahí está nuestra felicidad, no buscamos nada más.
Vuelve a Gasteiz para estar también con la familia, que no sé si le ven mucho.
-No creas porque cada dos meses me suelo escapar para venir. Es que mis sobrinos están creciendo muy rápido (risas).
Pero bueno, hoy y mañana toca encontrarse con el público en dos conciertos que serán...
-Tengo la sensación de que hay gente que se está acostumbrando a que en cada concierto haya sorpresas y me da miedo que sin eso, el público no disfrute igual. Así que en principio queremos despedir el disco solos, con nuestras canciones, dar casi dos horas de concierto dejándonos todo cada día.
Con la de satisfacciones que les ha dado ‘Hijos de la tierra’, ¿pena en la despedida?
-Sí, un poco sí. Pero llega un punto en el que quieres tocar los temas nuevos y enseñar cosas nuevas a la gente. Además, el próximo álbum vendrá con nuevos ritmos, melodías...
Novedades en el sonido... ¿es que nos vamos a volver locos o...?
-No, no. Va a seguir siendo Green Valley pero con una vuelta de tuerca más. Ahora estamos con esa incertidumbre de ver qué dice la gente cuando lo escuche porque hay algún ritmo un poco más moderno... No sé, tenemos muchas ganas de enseñar lo nuevo.