Vitoria - El pasado mes de octubre, en el marco de la cuadragésima edición del Festival Internacional de Teatro de Vitoria, El Purgatorio se abrió por primera vez. Fueron días intensos, jornadas con varios pases que agotaron todas las plazas disponibles casi en un suspiro. El público se quedó con ganas. Carmen San Esteban, directora de una propuesta en la que además participa como actriz, también. Así que del 26 al 29 el espectáculo volverá a llevarse a cabo en ese espacio desconocido de la capital alavesa, en ese edificio que es casi un intérprete más y cuya ubicación, en principio, debe seguir siendo un secreto.
En concreto, cada uno de los días habrá dos pases a las 18.30 y a las 20.00 horas, siendo el punto de encuentro con los espectadores el bar Andén, ubicado en la calle Rioja. A cada sesión, que durará una hora y cuarto, podrá acceder un máximo de 20 personas, testigos de esta confluencia de historias escritas por Cristina Redondo y Javier Vegas, a las que se une una adaptación de Arístides Vargas. Las entradas están a la venta, de manera anticipada, por 13 euros (a partir del 22, el precio será de 15 euros). Es más, el proceso de compra se ha iniciado ya y son varias las citas que están al completo, así que mejor no esperar demasiado. Las reservas se pueden hacer en el establecimiento hostelero ya mencionado, en el e-mail elpurgatorio15@gmail.com y en el teléfono 688 636 998.
“Vamos a ver cómo va todo, pero ya nos estamos planteando poder hacer una tercera sesión cada día”, apunta San Esteban, cuerpo y alma de un proyecto en el que ha involucrado como compañeros de escena a Raúl Camino, Pilar Gil, Gaizka Ugarte y Rafael Martín Morante. “Lo que más me está llenando es que, siendo la primera vez que dirijo a actores y actrices profesionales, veo la satisfacción en sus ojos; eso es importante porque habla de cómo estamos trabajando y de lo que transmitimos al público”.
Humor, poesía, sorpresa, reflexión... son palabras que asoman a la hora de hablar de una propuesta de la que es mejor no dar demasiados detalles. Sólo que cada una de las citas arrancará en el Andén, punto de partida para luego dirigirse a ese edificio singular y único. Entre sus paredes, el pecado contemporáneo, no el de inspiración religiosa, se hace carne a través de diferentes situaciones que se van entrelazando, un recorrido que también es físico por distintas estancias.
Ahí aparece la magia del teatro cercano, del que se vive a escasos milímetros, del que supone, por diferentes razones, un acto de “generosidad” para vivir esta “ópera hecha con tres peniques”, explica su responsable.
San Esteban afronta con este El Purgatorio un nuevo reto dentro de una carrera que ya cumple tres décadas, un camino que en los últimos tiempos ha tenido que sufrir un doble handicap. Por un lado, la crisis. “Un día de estos me gustaría ganar dinero con mi profesión”, sonríe. Por otro, la postura de las instituciones públicas. “En su momento aposté por quedarme aquí, por hacer mi trabajo aquí, pero no puede ser que cada vez que entro a un despacho tenga que explicar qué he hecho”. Por eso reclama más implicación, no desde la subvención, sino desde el trabajo conjunto. “Esta ciudad no hace más que importar cultura, no la exporta”. Pecados que, esta vez sí, habría que purificar con el fin de año.