Vitoria - La conversación interrumpe el trabajo con una nueva canción. No pasa nada, dice el cantante, guitarrista, compositor y productor nacido en Legutiano, aunque vive en Gasteiz desde hace tiempo. Sobre la mesa, un par de cortados. Entre sus frases, decenas de nombres y momentos que han formado y componen la escena musical alavesa. También, el tarareo de algún tema para completar las respuestas.

La primera vez con una guitarra entre las manos...

-Fue con 12 años. Mis hermanas me enseñaron los primeros acordes de una canción de la Creedence Clearwater Revival y ahí empezó todo. Desde muy joven decidí que quería dedicarme a la música. Me acuerdo que entonces lo tenía muy claro y un amigo de mis hermanas me decía que estaba loco, que ganarse la vida con esto era muy difícil. Y mira ahora, vivo de ella.

Pero es verdad que es complicado.

-Sí, pero si tienes constancia y pones toda tu energía, se puede hacer. Hombre, hay diferentes factores que ayudan. No tengo una familia, puedo vivir con poco, no necesito grandes historias... Tocando me saco un sueldito casi como cuando trabajaba en otras cosas. Hay meses que vivo con 600, con 800 y también con 500 euros. Pero bueno, ahí estoy, ahora metido de lleno con Bipolar, Los Satisfechos, Los Herminios, y Hierro & Los Ajustadores.

Cantante, guitarrista, compositor, productor...

-Soy un multiusos (risas).

¿Con qué papel se siente más cómodo?

-Hombre, como más cómodo me siento es cantando y tocando en directo, pero le he cogido mucho gusto también a la grabación y la producción. Me monté el estudio en casa y la verdad es que me está atrayendo mucho lo de producir aunque luego no lo edite. Ahora no tengo esa historia de antes de tener material guardado y sacar un disco sí o sí. Voy haciendo, subo a Internet la mayoría de las canciones y punto. Me paso horas en el estudio pero el tiempo vuela porque estás haciendo lo que te gusta y se te escapan los minutos.

De todas formas, cómo han cambiado los tiempos porque aquel chaval de 12 años que cantaba temas de la Creedence ahora sube su música a la red.

-Uff, cuando andábamos con los casete y te grababas... o cuando llegaron los cuatro pistas, que también eran una locura... Ahora es una maravilla porque tienes todo digitalizado, virtual pero con una calidad muy alta.

Eso sí, acompañado de una guitarra ante el público mejor que en el estudio, ¿o no?

-Es que ahora mismo vivo de tocar. Si hago cuatro conciertos en una semana, de maravilla. Si hago uno, pues bueno. Ganas lo que te pagan los bares, que hacen lo que pueden, así que tengo que tocar sí o sí. Más allá de eso, hombre, es que es mi vida. No cobro por tocar, cobro por cargar los cacharros, llevarlos, descargarlos, montar... pero cuando voy a tocar es distinto. Por eso muchas veces estoy dando un concierto de dos horas.

¿Se lleva la guitarra a todos los lados?

-Ahora sí. Cuando viajo, toco y eso me ayuda a seguir viviendo. Suelo ir a Asia y digo que me marcho para hacer una gira asiática (risas). Me llevo la guitarra, los pedales, el repertorio y me busco las cosas. De hecho, ahora mismo tengo una banda montada en Asia (Resaca Traveling Blues Band) con la que me voy a juntar de nuevo dentro de poco. Somos dos rusos, un catalán, un alemán y yo.

Al público se le quedará los ojos como platos, como mínimo.

-Además es que les canto en euskera, en castellano... Suelo cantar una de Mikel Laboa (Martxa baten lehen notak) y cuando escucha el tema, la gente flipa.

¿Cuál es el sitio más raro en el que ha tocado en estos años?

-(Se lo piensa) No lo sé, supongo que en algún funeral despidiendo a alguien que se ha ido. Pero no sé si es raro. Me acuerdo una vez que fuimos con Los Padrinos a tocar a un pueblo de Girona y después del concierto no nos querían pagar. En aquella época éramos más macarras y casi nos llevamos el bar por delante. Al final, nos pagaron y el que nos había contratado nos propuso quedarnos a dormir... en la casa cuartel de la Guardia Civil. Pero le dijimos que no pensando que igual nos dejaba dentro (risas).

Los Padrinos, A la Fuga, Replicantes... ¿a cuánta gente ha llegado a conocer gracias a la música?

-A casi todos, por lo menos de aquí. En el 89 empezamos con A la Fuga. Mira, me acuerdo que en el 92 tocamos con Cicatriz, que vinieron a actuar a mi pueblo, Legutiano. Hay una grabación por ahí todavía que estaba hecha en un casete y que alguien la había pasado a formato digital.

Eso es un tesoro.

-Por supuesto. Aquello eran los inicios, con Itsaso Arzuaga, Ritxar... pero bueno, por allí pasaron otros músicos como Periko, Jorge Trueba... Después monté Los Replicantes, que estábamos Aitor Olano y Alfonso Aranguren, aunque por allí andaba también Javi Free, que he tocado mucho con él.

Mucho personaje...

-(Risas) Sí, unos cuantos. Y con Los Padrinos, que primero éramos Alfonso, aunque después entró Kapi, Juan Uriarte, Joseba y yo. Ahí tocamos muchísimo, nos recorrimos todo España, hicimos giras por Portugal, Francia... Estuvimos 12 o 13 años juntos y fue la época más... es que éramos una banda más grande, aunque no vivíamos de ello. Aquello era la hostia. Y antes de aquello monté Triana Memphis Express, que era una fusión entre el rock, el blues y el flamenco en la que estábamos Anti de Sumisión City Blues, el Topo, Javi... bueno, e Irene bailaba flamenco. Aquella fue otra aventura que tuvo lo suyo. Me acuerdo que en el Tapioka hicimos dos pases un mismo día y estaban llenos. Éramos muy atrevidos (risas).

Después vinieron Los Ajustadores.

-Creo que sí. El primer disco está sin editar.

¿Y eso?

-Ese lo grabé con Egoitz, que ahora está en Green Valley, y en la banda estaban los Soulbreakers Andoni y Maki; Koldo Uriarte metió teclados. Era un disco precioso, unas canciones muy chulas. Lo grabamos, nos hicimos las fotos de promoción pero ahí se quedó. Después empezamos David, que estuvo en la última época de Los Padrinos, El Toro y yo, y ahí fue cuando me produje mi primer disco en mi casa. Me lo pasé bomba porque al mismo tiempo que estábamos haciendo el álbum yo estaba aprendiendo cómo iba todo aquello. Preguntaba todo (risas). Luego Toro nos dejó cuando nos habían pillado para la gira de Artistas en Ruta... bueno, cosas de la vida del rock. De todas formas, por allí también pasaron otros músicos.

¿Qué es lo peor que le ha enseñado la música?

-La música es una maravilla. Claro que hay momentos malos, como cuando vas a tocar y ves que la gente no respeta el momento del concierto porque se la trae floja la música... Con Los Padrinos nos pasó ir a tocar a no sé dónde y encontrarnos con dos personas en el público. Bueno, pues tocábamos y venga. Pero no es la música, es lo que rodea, el ambiente. Ha habido épocas de locura pero aquí estamos todos de maravilla.

¿Lo mejor?

-Los momentos del corazón. Esto de la música, si no hay alma, corazón, no sirve. La razón es para otras cosas. Esto tiene que ver con la intuición, con el alma y esas cosas. Así que esos momentos que tienes con tus músicos y la gente... que te venga alguien y te diga que en una canción se le han saltado las lágrimas... Sentir esa energía tan potente que te recorre el cuerpo es increíble. Eso es magia, es lo más importante de la música, sin duda.

Por cierto, ¿cómo es en el papel de público en un concierto, primera fila o barra?

-Depende del concierto. Al principio me gustaba ir a primera fila porque ahí tienes toda la energía. Me gusta también ponerme en el sitio de la mesa de sonido porque es donde mejor suena una actuación. Pero en Helldorado, por ejemplo, cuando hay una banda que me gusta, me voy adelante sin pensar. Otra cosa es en los macro-conciertos como puede ser el Azkena Rock. Ya no me apetece pelearme con nadie (risas).

Tanto para escuchar como para tocar, usted es rock, blues, soul... o si es buena música le vale más allá de los géneros.

-Hombre, tengo mis preferencias que vienen del rock and roll, con todo lo amplio que supone, es decir, soul, blues... pero todo lo que es buena música y me llega, me vale. Por ejemplo, el rap me atrae cuando escucho letras que puedo entender y veo que algunos son unos fieras rimando o improvisando, aunque musicalmente es un rollo que no me atrae. Sobre todo, valoro la música que tiene alma. Las músicas que son más maquineras, cosas que están muy programas, pues como que no.

¿Tiene vida el rock and roll en el siglo XXI?

-El rock and roll no morirá nunca (risas). La vida se la damos nosotros. Yo voy a seguir haciendo rock and roll y creo que siempre va a existir un hueco para él. De hecho, mira aquí el Azkena Rock Festival, todo lo que atrae y toda la gente que mueve. Otra cosa es que no estamos en otras épocas y ahora vivir de esto está muy difícil. Entre la crisis, el 21%, que no hay dinero para la cultura con estos gobiernos... estás jodido.

¿La música le tiene que enseñar algo todavía?

-La música es una escuela en la que estás siempre aprendiendo. Es una forma de vida. Una canción siempre te va a sonar diferente. La gente con la que tocas, siempre te va a aportar algo distinto. El público también te enseña...

Si aquí estuviera ese Alejandro de 12 años que canta una canción de la Creedence y le pide un consejo, le diría...

-Mira cariño: ¿te gusta mucho la música? ¿la amas? Pues vete a por ella, dedícate de verdad a ella. Además, el universo te va ayudar si tú pones de tu parte. Cuando lo buscas, lo quieres, lo piensas, lo deseas y te lo curras, llega.