bilbao - Cada una de las ocho historias que integra la videoinstalación del artista singaporense Ho Tzu Nyense, que se exhibe desde ayer en el Guggenheim Bilbao, se centra en un personaje al que le sorprende una nube etérea, que envuelve su entorno más cercano. La nube del no saber, creada para representar a Singapur en la Bienal de Venecia de 2011, transcurre en un bloque de pisos de protección oficial. Un lugar abandonado y humilde, en el que el artista ha situado a sus personajes, corpulentos y anónimos, “que en algún momento se cruzaron en mi vida y con los que sentí cierto feeling”, explica el artista, que empezó a desarrollar su obra en el cine y ha participado en festivales como el de Sundance o el de Cannes.

Como si de una inquietante película se tratara, Ho Tzu Nyense acompaña su videoinstalación de una banda sonora “que fusiona elementos de 200 melodías, con las que se crea “una atmósfera inmersiva para el visitante”, señaló ayer el director del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, durante la presentación. Cuatro pantallas que rodean al espectador generan una atmósfera aún más densa y teatral.

Ho Tzu Nyense juega con los opuestos, con los conceptos antagónicos... Frente a la mortalidad del ser humano pegado a la tierra por efecto de la fuerza de la gravedad, la ligereza y naturaleza cambiante de las nubes. Frente a la razón de los habitantes de un edificio que llevan una vida aparentemente normal, la alucinación y la locura de verse sumergidos en una nube.

La pieza tomó su título de un tratado místico anónimo escrito en inglés en el siglo XIV y se inspiró también en el libro Teoría de la nube. Por una historia de la pintura. (1972), del filósofo francés Hubert Damisch (1928), que examina la importancia de la iconografía de la nube en la historia del arte, según explicó la comisaria Lucía Agirre. “Me fascinan las diferentes interpretaciones de las nubes que se hacen en cada cultura. De acuerdo con la tradición china, la nube solo se puede representar a través del vacío, de la nada; en cambio en Occidente, existe un deseo de capturarlas en movimiento. Aún así, pienso que hay similitudes en las diferentes culturas”, aseguró Ho Tzu Nyen, a la vez que anima a cada espectador a que saque su propia interpretación de lo que ve, en base a las experiencias y vivencias que haya tenido.

La obra es también es una alusión a la locura, un tema que le fascina al videoartista y que también abordó en Here (Aquí), en la que cuestionó cómo distinguir la lucidez de la demencia, mezclando actores y figuras reales en una institución mental abandonada.

La nube del no saber se creó para una iglesia de Venecia, “pero la adaptación al edificio de Gehry ha llegado de una manera bastante natural. He disfrutado con la idea de exponerla en este edificio, cuya forma es de alguna manera barroca”, confesó Ho Tzu Nyen. La nube del no saber se puede ver en la Sala Film & Video del Guggenheim hasta el 24 de abril.