Vitoria - Es, ante todo, una novela negra. Una historia de ficción que toma como punto de partida un suceso que abrió un desgraciado año en Gasteiz como fue 1998, con cinco muertes violentas. El periodista y escritor Eduardo Rojo fija su mirada en el primero de aquellos acontecimientos, el que a finales de enero supuso el fallecimiento del anticuario Ángel Quintana en la calle Correría. “Pero no quiero engañar a nadie. Esto es ficción aunque parta de un hecho real”, aclara el autor, que también aprovecha las páginas de su última propuesta a los lectores para adentrarse en la capital alavesa, en sus espacios, en sus acontecimientos, en sus gentes. “Quien no conoce la ciudad se encontrará con una novela negra al uso, con sus dosis de tensión, su asesinato, su trama y todas esas cosas... quienes sí, seguro que se acercarán al libro de una manera distinta”.

De hecho, el encuentro con el público de Muerte de un anticuario (Arte Activo Ediciones) es ya una realidad que se oficializará mañana con la presentación del libro a partir de las 20.00 horas en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa. “No queremos aburrir, será algo distendido”, avisa el autor, que reconoce que “me he divertido mucho escribiendo esta novela; de hecho, empecé sin saber quién era el asesino y la razón de su acción y así estuve hasta la mitad”.

Es 2013. Un ex-policía municipal y detective privado nacido en Zamora pero residente en Vitoria desde los 12 años aprovecha el momento de su jubilación para contar sus peripecias junto al compañero con el que fundó la agencia cuyo despacho estaba situado en la calle San Prudencio, en el Edificio Ópera. El primer caso que decide contar es el del anticuario, una investigación que cayó en sus manos a petición de la familia ya que ésta veía cómo la Ertzaintza estaba sobrepasada por los otros cuatros asesinatos que siguieron a aquella primera trágica noticia.

“Todo lo que pasó en 1998 en Vitoria fue inaudito para una ciudad como ésta; y para mí, acontecimientos de este tipo, ahora que ya han pasado los años, son un filón para este tipo de novelas”, apunta Rojo, que aunque deja la puerta abierta a que su detective relate más casos en el futuro prefiere no atarse a nada. “Ya lo dudo, pero...”.

La propia vida de su protagonista (vecino de Zaramaga), la relación con su compañero -un VTV en toda regla- que no siempre es fácil, la ayuda de un periodista, el acontecer político, social y religioso de la capital alavesa (desde las fiestas de La Blanca hasta el 3 de Marzo pasando por la antigua estación de autobuses, todo tiene cabida)... se van sucediendo en unas páginas que cuentan algo más que un crimen o, tal vez, sólo eso. Es mejor no dar muchos más detalles. La sorpresa juega su papel.

Cuando hace año y medio Rojo presentó La rebelión de los monjes negros, su anterior novela, Muerte de un anticuario ya estaba escrita. Y ahora que este título se hace carne para el lector, el escritor ya tiene realizada su próxima obra. “Está escrita en un tono bien distinto. Vuelvo a la Guerra Civil o mejor dicho a sus consecuencias de la mano de dos niños que se quedan huérfanos. Es una historia rural”, avanza sobre su próxima propuesta.