Madrid ? “Una cosa es vestirse bien y otra cosa es ser elegante; la elegancia no la hacemos los diseñadores, la hace la mujer”, dice Elio Berhanyer, el último representante de la alta costura española que prefiere no hablar de tendencias, porque “una mujer elegante con un harapo viejo sigue siendo elegante”. “Puede que la elegancia sea algo con lo que se nazca o se aprenda. Es algo interior, muy sutil; está en la forma de hablar, de andar y de moverse”, dice poco antes de recibir un homenaje en el Museo del Traje en Madrid. Nacido Elio Berenguer (Córdoba, 1929), de padres y abuelos campesinos, antes que diseñador fue cuidador de ganado, albañil y repartidor de leche, hasta que metió la cabeza como dibujante en la publicidad y de ahí dio el salto al mundo de la moda. “Cuando empecé en España, la casa más importante era Loewe, era Balenciaga, y luego estaban Pedro Rodríguez, Manuel Pertegaz y un señor que se llamaba Elio Berhanyer”, dice sonriendo en referencia a sí mismo. Hace unos días se le podía ver como público en los desfiles de la Madrid FashionWeek, porque, a pesar de que estar retirado y de su avanzada edad, le gusta ver lo que hacen los diseñadores de hoy en día. “No he podido ver todas las colecciones. Tengo la espalda hecha polvo, estoy medio ciego, sordo como una tapia. Lo único que tengo sano es la cabeza. Mi cabeza no llega a los 20 años”, alega con la vitalidad de un niño.
Antes de la mesa redonda que se celebró en su honor, y en la que participan el empresario Enrique Loewe, el diseñador Modesto Lomba o la directora del centro museístico, Helena López de Hierro, Berhanyer tocó, uno a uno, todos los vestidos de una exposición temporal que el museo madrileño le dedica. “De este vestido no me acordaba. ¡He hecho tantos! Estos botones se los mandé hacer a un artesano, porque antes, en la alta costura, todo se hacía a mano”, dice, mientras toca una chaqueta tres cuartos en amarillo canario. Su uso del color, sus líneas puras y su elegancia serena cautivaron a clientas de la aristocracia como una joven reina Sofía, a Sonsoles Llanzol, la condesa de Romanones o a artistas internacionales, como Ava Gardner, que le hacía encargos durante sus rodajes en España. El éxito internacional de Berhanyer le llevó a desfilar en ciudades como Nueva York, Berlín, Londres o Viena y, aunque le ofrecieron diseñar para otras casas, como Dior, él prefirió quedarse en España. “Los franceses y la idea de vivir en París me horrorizaban. He visitado muchos países del mundo, pero el que más me gusta es el mío”, comenta el creador, que lamenta que las colecciones que desfilan en la Madrid FashionWeek no sean conocidas en el extranjero.
Sus vestidos, primero los de alta costura de sus selectas clientas y luego las colecciones de pret a porter, sí que obtuvieron el beneplácito del comprador extranjero. ? Efe