Donostia - “Una película es siempre falsa, hay que intentar no creer todo lo que se dice en ella”, advirtió ayer el realizador belga Joaquim Lafosse al inicio de la presentación de Les chevaliers blancs. Acto seguido, reconoció estar “exagerando” y admitió que escribió el guion inspirándose “vagamente” en el caso real de la ONG francesa El Arca de Zoe, que en 2007 intentó llevarse de modo irregular a huéfanos de Chad para darlos en adopción a familias francesas.
Cuando Lafosse descubrió la noticia en la prensa, estos hechos que tuvieron lugar durante la guerra civil del país africano le parecieron “un auténtico thriller”, aunque él prefirió abrazar la ficción bajo la creencia de que “no se puede fabricar una película con el relato mediático”, pues el público conoce los hechos y tiene una idea preconcebida. El cineasta dijo no tener una opinión sobre el mundo de las ONG porque no lo conoce y no quiso informarse sobre él, ya que lo que le gusta es “el cine de personajes”. De hecho, es su segundo filme a partir de un hecho real y nunca ha querido reunirse con los personajes verdaderos: “Eso no me ayudaría a escribir un mejor guion dramático, prefiero ser libre y dar rienda suelta a mi imaginación. Soy un artista y a la hora de hacer una película trabajo la ficción, la realidad me importa un bledo”.
Lafosse ha preferido que el público se sienta concernido por el dilema moral al que se enfrentan unos personajes que, movidos por “la lógica del narcisismo” y la creencia de ser “todopoderosos”, cometen “una acción ilícita” y “usan la mentira” con “consecuencias “funestas”. “Cuando descubrí este caso en la prensa, lo primero que pensé es que ocurriría si un africano viniese a Francia para intentar reunir a huérfanos para llevárselos a África a escondidas y dárselos a familias que quieren adoptar. Habríamos observado a ese africano de manera distinta, ¿no?”, se preguntó de manera retórica. De ese modo, apuntó a la idea o “motor” que le hizo escribir una película que “debería servir para poner de nuevo sobre la mesa la cuestión del derecho de injerencia”.
Interrogado por el tono de un filme que huye del sentimentalismo, el cineasta respondió que en el fondo de la película subyace la idea de la “privatización de la ayuda”: ante la práctica desaparición de un estado que auxilia a quien está en dificultades, parece que ahora impera la “dictadura de la emoción”, una “hipersensibilidad” que “lo rige todo”. “Eso es lo que ocurrió en el caso de El Arca de Zoe, un fenómeno solo impulsado por la emoción: ya no hay razón y esa pérdida de la razón, conduce al fiasco y al drama. No quiero hacer cine romántico, el romanticismo me parece asqueroso, más bien cruel”, proclamó el direcor, cuyo anterior trabajo se titulaba, precisamente, Perder la razón (2012).
Rodaje Les chevaliers blancs no pudo ser rodada en Chad por cuestiones relacionadas con los seguros, de modo que la filmación tuvo lugar en Marruecos. Allí encontraron una comunidad de chadianos que hicieron alguna aportación al guion y que conocían bien la historia real. “La mayor dificultad no fue rodar con aviones, coches y niños, sino encontrar el punto justo, no derrapar, no ser maniqueo y huir del blanco y el negro. Tampoco quisimos ser cínicos ni irónicos”, añadió el realizador. Para la actriz Louise Bourgoin, lo más difícil fue hacer creíble la radicalidad de su personaje. En cambio, disfrutó mucho trabajando con los niños.