Donostia - Agustí Villaronga conoció Cuba en 1992, cuando viajó al país caribeño para dar clases en la escuela de San Antonio de los Baños. Entonces le pareció “un país dificilísimo” y aunque se dijo que jamás volvería, incumplió la promesa varias veces. Tanto que forjó una “relación muy fuerte” con Cuba que ahora se intensifica aún más con El rey de la Habana, el filme basado en la novela homónima de Pedro Juan Gutiérrez con el que vuelve a la competición en la que ya estuvo con Pa negre (2010).
Según confesó ayer el director, antes que él otros intentaron adaptar ese libro y la Trilogía sucia de La Habana, del mismo autor, cuyos derechos fueron adquiridos por Antonio Banderas y Melanie Griffith. Villaronga reconoció que a los directores cubanos interesados en llevar El rey de La Habana a la pantalla “les molestaba que los extranjeros metieran la nariz dentro de Cuba”. También al gobierno de Raúl Castro, que les negó los permisos para rodar en La Habana y les obligó a realizar la filmación en la República Dominicana.
Villaronga dijo haberse manejado con un “respeto muy grande” hacia una historia que nunca habría abordado “si no hubiese sido por Pedro Juan Gutiérrez”. “Es su verdad: yo solo he intentado ponerla en imágenes y darle un sentido rítmico”, aseguró el director de Tras el cristal (1986) y El mar (2000). El escritor, que verá la película en unos días cuando visite Barcelona para presentar la novela Fabián y el caos, dio libertad a Villaronga para escribir él solo el guion; solo lo repasaron juntos al final para pulir los diálogos. “Es muy cinematográfico porque este hombre viene del periodismo y es de frase corta, explica las cosas claras y siempre crea acción. No hay ninguna reflexión carente de acción y eso es lo más bonito que tiene porque da voz a los sin voz”, afirmó sobre unos personajes que “se expresan en sus propias acciones”. “Yo quiero mucho a los personajes y entiendo que la gente les pueda ver como salvajes, pero siempre hay que saber cómo se llega a esas situaciones”.
Extraña Historia de amor La película narra la historia de un joven sin familia, Reinaldo, que tras fugarse del correccional trata de sobrevivir en la Cuba de los años 90, “en la época del periodo especial, cuando se recrudeció el embargo y cayó el bloque soviético”. El protagonista se verá dividido entre el amor y el sexo de Magda y Yunisleidy, otras dos supervivientes que dan forma a una “historia de amor extraña”. “Es el fresco de unos años muy difíciles en Cuba y si hay historia de amor, no puede ser jamás como el nuestro, igual que el sexo no puede ser como el de Cincuenta sombras de Grey”, bromeó el mallorquín.
Agustí Villaronga recordó que “de Cuba llegan películas interesantes, pero más centradas en los blancos, en los residentes de Miramar, sin fijarse tanto en las zonas marginales”. “Nosotros hemos hecho esto último y creo que muchos cubanos lo van a agradecer”, aseveró antes de que los actores protagonistas suscribieran sus palabras. “Cuando leí el guion sentí vergüenza de mi país y me pregunté por qué tiene que venir gente de fuera, un director español, a contarnos una historia cubana tan bien contada. Es el mejor guion que he tenido en mis manos”, afirmó Héctor Medina, que interpreta al travesti Yunisleidy “sin caer en clichés”.
El personaje protagonista, Reinaldo o Rey, lo encarna alguien sin experiencia en el mundillo, Maykol David Toroló, un joven que se ha criado en los barrios marginales que recrea la película pero que tuvo que “indagar” en su interior para encontrar los sentimientos. El chico, único nieto que tuvo Celeste Mendoza -la reina del guagancó- también admitió, entre las carcajadas de la sala de prensa, que el atareado pene que luce en pantalla fue aumentado digitalmente.
Finalmente, Yordanka Ariosa, la Magda de la película, destacó las exigencias físicas de su personaje, especialmente en la escena en la que “pasa el muerto” -práctica de vudú-, y cuando su personaje hace cosas “difíciles de aceptar”. Por ello tuvo cuidado en aportarle detalles “para que el público no la deteste y la juzgue mal”.
La productora se mostró ilusionada por la idea de estrenar el filme en el festival de La Habana. “Me cuesta creer que nos vayan a dejar mostrarlo pese a la apertura que supuestamente vive el país. Pero yo iré allí con la película y si no me dejan, lo filmaré y haré un documental para quitarme el gusanillo”, prometió Matienzo.