Donostia - El protagonista de El apóstata es Tamayo, un joven que quiere renegar de la fe católica y solo encuentra obstáculos en su camino. Es exactamente lo mismo que le sucedió en la vida real a Álvaro Ogalla, el actor que interpreta al personaje. En realidad, no es actor, pero en él recae casi todo el protagonismo de la cinta que ha dirigido su amigo Federico Veiroj. Ambos se conocieron cuando trabajaban en la Filmoteca Española y al tener noticia de las peripecias que Ogalla vivió cuando intentaba apostatar, decidieron escribir juntos el guion de esta extraña comedia “con toques de fantasía y de fábula”.
Según confesó el realizador uruguayo, las referencias que ha utilizado son “innumerables, muchas conscientes y otras inconscientes”. La primera es La prima Angélica (1973), de Carlos Saura, “y no solo por la relación de López Vázquez con su prima, sino porque aquella película mezclaba la fantasía, el pasado y el presente de un personaje”. “El apóstata va pasando de la fantasía a la realidad y al pasado, todo se va mezclando, era necesario para llegar a ese grado de delirio del final”, aseguró Veiroj antes de citar otro título clave, La audiencia (1972), de Marco Ferreri, en la que un personaje sufría todo tipo de desventuras en su intento de ver al papa.
Antes de que nadie le preguntara, el propio director reconoció como influencia ineludible a Luis Buñuel, con quien conecta en cuestiones que tienen que ver con la religión, el sexo o la traición, y finalmente recordó una novela de Benito Pérez Galdós, El audaz, protagonizada por “un personaje irreverente, muy simpático y que se sale con la suya con picaresca”.
Según apuntó, su crítica a la iglesia no es filosófica, sino que está “en la mirada del retrato irónico”. Además, añadió que esa crítica se podría extender “a toda estructura rígida o mecanismos legales que son demasiado tupidos para penetrar en ellos”. “La iglesia lo tiene, pero también el estado, la familia y otras instituciones”, aseguró.
Veiroj, que optó por dar un toque de atemporalidad a una historia actual pero sin teléfonos móviles ni aparatos tecnológicos, se ha servido de distintas músicas para una película que comienza con una grabación de Federico García Lorca al piano y voz de La Argentinita. Las partes más fantasiosas están acompañadas de melodías de Prokofiev como Alexander Nevsky pero también hay temas recientes de Enrique Morente y del grupo irundarra Lisabö, cuyo post-rock suena atronador hacia la mitad de la película.
Su montador -y uno de los productores- es Fernando Franco, director de La herida (2013), filme que obtuvo el Premio Especial del Jurado del Zinemaldia. “Salimos muy reforzados del Festival, así que hemos vuelto muy felices”, dijo sobre esta coproducción entre España, Uruguay y Francia.
Por su parte, la actriz Bárbara Lennie calificó de “placentero” un rodaje “creativo, divertido e inesperado” en el que disfrutó trabajando con Álvaro Ogalla. Su compañera Marta Larralde, que encarna a la prima del protagonista, recordó que este estaba “nervioso e inseguro” por debutar, pero realizó un trabajo que la emocionó “profundamente”. Además, se mostró encantada de participar en este tipo de películas “hechas con pocos medios, guiones inteligentes y ácidos e historias interesantes”.
La rueda de prensa no podía terminar sin la pregunta del millón. ¿Consiguió Álvaro Ogalla apostatar en la vida real? “No, no lo he conseguido, y creo que nadie lo consigue. Ocurrió lo mismo que en la película, que un juez lo impidió. El proceso fue exactamente igual que lo que ha contado Federico en la pantalla”, respondió entre las risas del público.