Venecia - Condiciones infrahumanas de trabajo y de vida en unas minas que explotan a los seres humanos tanto como el medioambiente. Eso es lo que denuncia el chino Zhao Liang en su documental Beixi Moshuo (Behemoth), que cerró ayer con brillantez las proyecciones de competición del Festival de Venecia.
Una película dura, árida y a la vez poética que recibió grandes aplausos en la Mostra con una propuesta radical de este representante del documental de resistencia y compromiso social. “Es cine independiente, una expresión individual”, dijo hoy en rueda de prensa el director, que justificó en ese estilo el que no haya pedido autorización de rodaje a las autoridades chinas en la parte filmada en su país, aunque “hasta ahora” no ha tenido problemas con la censura. Sin embargo, agregó, “hoy hay un solo periodista chino en la sala, porque probablemente los otros hayan recibido consignas de no venir, lo que es indicativo”. Una película que apunta directamente a las grandes compañías mineras, que permiten que sus trabajadores desarrollen su labor sin las más mínimas condiciones de seguridad y que vivan en barracones que no disponen ni de duchas, en este caso en Mongolia. Es un filme “sobre el pensamiento del mundo moderno y debe provocar una reflexión en todo el mundo, no solo en China”, añadió.
La primera vez que fue a rodar a una de las enormes minas a cielo abierto que aparecen en la película, situadas en Mongolia interior, tuvo la impresión de estar en el infierno, pero los productores le dijeron que no hiciera referencia a Dante. Luego descubrió que la ciudad en la que está la mina se llama Paraíso, en mongol, y la enfermedad que sufren los mineros -la neumoconiosis, muy habitual entre los que trabajan con el carbón- la interpretó como el purgatorio. El resultado es un documental que sobrecoge tanto por lo que cuenta como por la belleza con la que lo cuenta.
Nada que ver con la pretenciosidad de Per amor vostro, el otro filme de esta última hornada de competición.
Dirigida por Giuseppe M. Gaudino y protagonizada por Valeria Golino, este filme italiano rodado en Nápoles cuenta la historia de Anna, una mujer que trabaja como apuntadora en el mundo del cine, maltratada por su marido y con tres hijos adolescentes, uno de ellos sordo.
Por esa razón, en la rueda de prensa hubo una intérprete del lenguaje de signos mientras el director explicaba un proyecto rodado gran parte en blanco y negro y en la que algunas imágenes se colorean delante de los ojos del espectador. “Queríamos crear un realismo a la inversa”, en el que el color aparece solo cuando Anna explota. Dos filmes que cerraron una competición de Venecia que ha exhibido 21 largometrajes y cuyo palmarés se conocerá hoy de la mano del presidente del jurado, el realizador mexicano Alfonso Cuarón. - Efe