Venecia - El venezolano Lorenzo Vigas sorprendió ayer en Venecia con su ópera prima, Desde allá, una película sin intención directamente política pero que muestra una Caracas convulsa y con una fuerte división de clases. “Toda obra de arte, si es honesta, es política”, aseguró el realizador tras el pase de prensa.
“Los artistas tenemos la responsabilidad de ser honestos con nuestras emociones”, afirmó rotundo Vigas, que aunque asegura que en su película no hay ninguna intención directamente política, no deja de ser “un reflejo de nuestros días, porque las películas tienen, como el arte, la intención de crear polémica y de generar discusión”.
Eso se hace más relevante aún con cineastas como él, que proceden de países “donde cada vez -aseguró- es más difícil esa confrontación de ideas”. Un debate que Desde allá genera por la situación de casi clandestinidad que viven los homosexuales en Venezuela, por la división de clases que la película muestra claramente en la pareja protagonista y por los problemas sociales que refleja el caos en el que se desarrolla la historia, en una ruidosa y confusa Caracas.
“Venimos de un continente donde la homosexualidad es todavía muy rechazada en muchos círculos y hay una gran confrontación”, reconoció el director, que decidió además que la pareja protagonista, el chileno Alfredo Castro y el joven Luis Silva, viniera de medios sociales diferentes. “He unido a dos personas de clases y energías totalmente diferentes y para ello, era importante ver Caracas en toda su complejidad”, explicó Vigas, para quien la ciudad “se convierte en un personaje más de la historia”.
En estos momentos, agregó, “hay mucha tensión social y política que ha tendido a una división de clases”, lo que hace de Caracas “un lugar muy interesante para contar historias”, porque la situación del país aporta tensión a la película.
Por eso Caracas es el lugar y está en el momento idóneo para situar la historia de Armando (Castro) en su búsqueda sexual y emocional de un joven, que encuentra en Elmer (Silva), uno más de los miles de chicos que se buscan la vida sin contar con el apoyo ni el cuidado de sus padres.
“El corazón de la historia tiene que ver con la paternidad en Latinoamérica, donde el padre nunca está en casa”, y ese es el centro de un relato que gira inesperadamente al final.
Para el personaje de Armando siempre tuvo en la cabeza a Alfredo Castro, “uno de los actores más importantes de Latinoamérica”, en opinión de Vigas. “Muy rara vez consigues gente con su capacidad de guardar tanto las emociones”.
La belleza de algunos de sus planos y de sus silencios contrasta con el enorme ruido que genera una ciudad como Caracas, en la que Vigas quería situar la historia a toda costa y que supuso una de las dificultades añadidas del rodaje, ya que se realizó hace dos años cuando ya había comenzado la crisis de abastecimiento.
Pero era el momento adecuado para rodar el debut de Vigas como director de largometrajes tras casi once años desde la presentación de su corto. “Necesitaba madurar yo personalmente y aún más importante, cada proyecto tiene su camino y su tiempo”, explica.
“Guillermo Arriaga -coguionista del filme- quería filmar en otro país y yo no estaba de acuerdo, así que no filmamos hasta que me pude llevar el proyecto a Venezuela. Las películas consiguen su lugar” y para Desde allá era Caracas, “en este momento político y con estos grandes actores”. Tras su paso por Venecia, “la película participará en la sección Horizontes del Festival de San Sebastián y en la Discovery del de Toronto.
Gran Plummer Cristopher Plummer también emocionó con su interpretación en la, sin embargo, decepcionante Remember de Atom Egoyan, una película con un guion lleno de fallos que hace muy difícil de creer la historia de un hombre que busca venganza por la muerte de su familia en Auschwitz.
“Cuando leí el guion pensé que era una historia totalmente original, accesible, muy emotiva y con un final completamente sorprendente”, explicó Egoyan en rueda de prensa.
Lo que le fascinaba de la historia era la exploración de la memoria y el trauma porque Lev (Plummer) es un anciano con demencia senil y graves problemas de memoria, que vive en una residencia, y que cada día se despierta llamando a su mujer, ya fallecida.
Demencia y un trauma que se va descubriendo poco a poco, durante un viaje organizado por su amigo Max (Martin Landau, a la altura de Plummer) y que lleva a Lev a recorrer Estados Unidos en busca del asesino, setenta años atrás, de su familia, en el campo de concentración de Auschwitz.
“Nunca había hecho algo así”, afirmó Plummer a través de videoconferencia en la rueda de prensa.
A sus 85 años y con una lucidez y vitalidad ausentes en su personaje, Plummer explicó que la mayoría de los papeles de su carrera han sido de personajes con gran confianza y autoridad, por lo que estaba encantado de interpretar “a alguien muy simple e introvertido”, que no tiene otro propósito en la vida que seguir las instrucciones que le han escrito en una carta.
Para él, la vida real y la vida que él cree estar viviendo cuando no recuerda nada son la misma, no hay ninguna diferencia, agregó el actor, ganador de un Óscar por Begginers en 2012, cuando ya había superado los ochenta años -”soy el más joven ganador”, bromeó-.
Ya solo quedan dos películas por ver en la competición de la 72 edición de Venecia: Beixi moshuo, del chino Liang Zhao, y Per amor vostro, del italiano Giuseppe M. Gaudino, antes de que maána el jurado presidido por el mexicano Alfonso Cuarón anuncie el palmarés. - Efe