Amurrio - Un misterioso caserío vasco, en la década de los años 20 del siglo pasado, es testigo presencial de la muerte de un miembro de una familia liberal y adinerada en la Euskadi profunda de la época, así como de su velatorio y posterior funeral. Ésta es la sinopsis del nuevo proyecto cinematográfico -Hileta (Funeral)- en el que se ha embarcado el director laudioarra Kepa Sojo. Lo ha hecho gracias a su ingenio, sus recursos narrativos y a una subvención del Gobierno Vasco. La obra está tomando forma desde el martes en el envidiable entorno natural de la ermita de Garrastatxu, en las inmediaciones de la localidad de Baranbio, ubicada entre valles y montañas dentro del término municipal de Amurrio.
“Es mi primer cortometraje en euskera y también mi primer trabajo no comedia. Diría que se enmarca en la ficción y que es del género de terror, aunque no puro, ya que tiene giros en los que puede llegar la sonrisa. Pero sí que es una historia muy oscura y siniestra que desemboca en sorpresa, y no puedo desvelar nada más”, subraya a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA el realizador de una cinta muy alejada del resto de trabajos de su trayectoria.
“Me apetecía un cambio hacia un cine más intimista, reflexivo y no tan alocado, así como rodar en euskera, ya que es la lengua en la que imparto clases de Historia del Cine en la Universidad del País Vasco. Es el idioma que me pedía el cuerpo para contar esta historia, dada la época y el lugar en los que está ambientada”, matiza Sojo. De hecho, el guión es un proyecto personal del alavés, escrito en homenaje a uno de sus directores de cabecera: el danés Carl Theodor Dreyer y la película Ordet (La Palabra) de 1955. Una adaptación de la obra teatral de Kaj Munk, a su vez, “en la que también hay una escena de un funeral de 1920 que me apasiona, aunque yo lo he adaptado a la Euskadi de la misma época, con guiños a clásicos del cine y bastantes sorpresas que no puedo contar”, señala el cineasta.
búsqueda de exteriores La búsqueda de un exterior acorde al relato ha sido uno de los pilares de la labor previa al rodaje, que comenzó el martes y que prevé culminar “como muy tarde el viernes”, indica Sojo, que ha encontrado en su Valle de Ayala el escenario perfecto. “En el anterior corto fuimos hasta Maeztu, pero siempre que puedo me quedo en casa”, confiesa. Y es que para ambientar una historia de una familia euskaldun de los albores del siglo XX, las alturas de Garrastatxu, en Baranbio, y su templo del siglo XVII resultaban perfectas. “Hemos habilitado una habitación en la casa del cura, que es donde se desarrolla el velatorio y prácticamente entre el 75% y el 80% de la historia, quitando alguna escena en el exterior de la ermita y alrededores. De ahí que tampoco nos hayan preocupado mucho las malas previsiones meteorológicas de esta semana”, explica el director, que está aprovechando los momentos de tregua que da la climatología para rodar las escasas escenas exteriores.
Una de las dificultades principales del rodaje ha tenido que ver con la decoración y la forma de adaptar ésta a las pretensiones de época. “En temas de atrezo tenemos que dar las gracias a la Funeraria Larraz de Llodio que, entre otras cosas, nos ha prestado un impresionante coche fúnebre: un Chevrolet de 1920, que trasladamos con grúa el segundo día de rodaje, ya que no actuaba hasta el miércoles y hasta entonces ha estado en maquillaje en un taller”, apunta con sorna Sojo.
En el apartado en el que no ha tenido ningún quebradero de cabeza ha sido en el elenco de actores euskaldunes que logró seleccionar en el casting. De hecho, se trata de grandes intérpretes de la pequeña y gran pantalla, y de caras muy conocidas en la escena euskaldun, dada su participación en series de ETB míticas como Goenkale o Vaya semanita, y en películas de culto como Vacas, de Julio Medem, o de éxitos más reciente como Loreak, de José María Goenaga y Jon Garaño.
Se trata de Kandido Uranga, Itziar Atienza, Mikel Losada, Martxelo Rubio, José Ramón Soroiz, Josean Bengoetxea, Asier Hormaza, Jose Kruz Gurrutxaga y Susana Soleto. “Son todos grandes profesionales que me han permitido relajarme un poco. Los ensayos previos, que realizamos el lunes en la casa de cultura de Izarra fueron una auténtica gozada”, asegura Sojo, que debutó en el mundo del corto en el año 1997 con 100 maneras de hacer el pollo al txilindrón.
A esta cinta le siguieron los premiados Looking for Chencho y Cuando puedas, que le dieron ánimos para lanzarse al largometraje en 2006 con El síndrome de Svensson, en el que también fue guionista y actor. Pero quizás con ninguna obra haya llegado tan lejos como con Loco con ballesta, donde Karra Elejalde y Andrés Gertrúdix comparten protagonismo. De hecho, este corto le ha traído muchas alegrías: la nominación al Goya, que aunque no pude ser “fue increíble, como un sueño”, e innumerables premios como el del jurado en el FIBABC, Cortogenia, o Medina del Campo.
Con Hileta, que se estrenará la próxima primavera, es consciente de que “será complicado repetir el éxito de Loco con ballesta, pero tenemos actores estupendos, una buena historia y un mejor equipo técnico, y vamos a darlo todo”, sentencia quien también organiza el festival Cortada de Vitoria-Gasteiz, dedicado al cortometraje español, y que cumplirá 19 ediciones entre los días 1 y 5 de diciembre de 2015.
otros proyectos Después, posiblemente en enero, se meterá de lleno en la grabación de otro proyecto para el que ha logrado apoyo económico del Ministerio de Cultura. Se trata de Ronda de poniente, un documental que abordará la visita que hizo Franco a tres pueblecitos de El Bierzo en 1961, pero desde la perspectiva de personas que vivieron la creación de estas localidades tras ver desaparecer sus viejos hogares bajo las aguas, en la famosa construcción de pantanos de la época. “Quiero ofrecer una visión diferente a la que en su día apareció en las noticias del NODO, y se me ha ocurrido porque mi mujer nació en esa zona”, subraya Sojo que, además de al danés Dreyer, tiene en su listado de directores favoritos a Ford, Hitchcock, Wilder, Fellini, Welles, Scorsese, Jean Claude Lauzon, o Fernando Meirelles, y cómo no, a Luis García Berlanga. De hecho, se doctoró en Historia del Cine con una tesis sobre Bienvenido, Mister Marshall, aunque no sólo está especializado en este genio del séptimo arte, sino también en el cine español del franquismo.