Fue la Big Band Berri la que ayer puso los primeros sonidos a la duodécima edición del Big Band Festival desde el escenario del Jardín de Falerina-Hor Dago!. Todo un maratón de sonidos que ya sabe lo que es enfrentarse a la lluvia y a las malas previsiones meteorológicas y salir ileso. La carpa del exterior de Montehermoso es el mejor refugio. Tras ellos, The Groovin Flamingos tomaron el relevo de una jornada inaugural que concentró a no pocos oídos dispuestos a disfrutar y, de paso, bailar.
Pero la acción no se detiene y hoy el certamen vive su segunda y última entrega con cuatro conciertos, dos de ellos al mediodía y otros dos entre las últimas horas de la tarde y la noche. Todo ello, además, con acceso gratuito. Sólo es necesario tener ganas de dejarse llevar por el swing, el jazz, el ska, el soul, el R&B y, en realidad, todo lo que pueda ponerse a disposición de la causa.
La parada inicial se producirá a las 12.00 horas de la mano de los componentes de la Boogie Woogie Orkestra. La agrupación dirigida por Raúl Romo está formada por jóvenes músicos que se están educando en el seno de la Escuela Municipal de Música Luis Aramburu. Sus ritmos darán paso, a las 13.00 horas, a los alaveses Siroko Ska, quienes con su Apetece, que no es poco no permitirán que nadie se quede quieto.
Tras el pertinente descanso, el Big Band Festival afrontará su recta final desde las 20.30 horas. En ese momento, hará acto de presencia la Gasteiz Big Band, bajo la batuta de Jimmy Bidaurreta. Ya se sabe que con esta agrupación sobre las tablas todo es posible puesto que lo suyo va más allá de un concierto convencional. Además, en esta ocasión, la agrupación contará con una invitada especial, la cantante madrileña, aunque afincada en Barcelona, Susana Sheiman, con quien compartirá parte de su repertorio. Será una ocasión única que a buen seguro el público compartirá.
Así, a eso de las 22.30 horas, tocará poner el broche a esta duodécima edición. La clausura llegará de la mano de The Big Jamboree. Los catalanes desplegarán su R&B, sabiendo además que no pocos aficionados al lindy hop de la capital alavesa tienen su concierto marcado en rojo dentro de la agenda. Así que el fin de fiesta está asegurado, más allá de que el cielo quiera acompañar o no tanto a músicos como espectadores.