Nueva York - Para Ornette Coleman, el jazz no era un género, sino casi una causa a la que liberó, reivindicó y creó un marco filosófico. Ayer, a los 85 años, el más intelectual y más libre de los músicos de jazz falleció en Manhattan a causa de un paro cardiaco, informó la familia al New York Times.

“Pienso que el sonido tiene una relación más democrática que la información, porque no hay necesidad de alfabeto para comprender la música”, dijo en 1997 en una conversación con el filósofo francés Jacques Derrida, al que invitó a uno de sus conciertos.

Coleman, nacido el 9 de marzo de 1930 en Fort Worth (Estados Unidos), fue el padre del llamado free jazz, libre de las cadenas de los standards y de las leyes de la armonía. Empujado hacia lo único e irrepetible de una improvisación, la suya, tremendamente concienzuda.

“La improvisación es más libre, porque cada uno la experimenta a su manera. No lo llamo componer, lo llamo gramática del sonido”, dijo en una entrevista y Sound Grammar fue el título del disco que, en 2007, le propició el premio Pulitzer, así como el de su sello discográfico.

Su desmantelamiento de las reglas de jazz llegó a hacerse, en cambio, un clásico en sí mismo, y hoy las mayores instituciones culturales lamentaron su pérdida. “Lloramos la muerte de la leyenda del jazz Ornette Coleman, que bendijo nuestros escenarios con numerosas actuaciones a lo largo de los años”, expresaba sobre el también autor de The Shape of Jazz to Come el Lincoln Center, el principal complejo artístico de Nueva York. “Gracias por toda la música, Ornette, tú eras verdaderamente ¡algo más!”, decían desde la discográfica Blue Note, que lo tuvo bajo contrato, jugando con el título de su álbum de debut Something Else!!!!.

Su última actuación tuvo lugar en junio de 2014 en un concierto homenaje en el Prospect Park de Nueva York, organizado por su único hijo, Denardo, también músico y al que integró en su cuarteto en 2004, aunque se le pudo ver en público el 22 de febrero de este año en una cena homenaje a Yoko Ono.

Coleman tocaba de manera emocionante la trompeta y el violín, pero su instrumento fetiche fue el saxo alto, aunque como su admirado Charlie Parker, llegó a él por casualidad, pues en 1949 después de un concierto en Baton Rouge (Luisiana), le atacaron y destrozaron su saxo tenor. Con su nuevo compañero, el alto, hizo las maletas y se fue a Nueva Orleans, donde se unió a la banda de Pee Wee Crayton, que le llevaría a Los Ángeles y ya en 1958 grabó su primer disco. Dos años más tarde grabó el disco Free Jazz, junto a Cherry y Freddie Hubbard entre otros, y con él juró bandera por la libertad.

Admiraba el bebop de Parker y Dizzy Gillespie, pero él necesitaba más flexibilidad. “La música no es un estilo, es una idea”, aseguraba. Y en esas ideas cabía la ontología y la metafísica. - Efe