Vitoria - En esta ocasión es su faz de poeta la que se muestra, aunque a lo largo de este año no será la única con la que el lector se encuentre. Pero mejor no correr hacia lo que vendrá. Es imprescindible pararse en lo que ya es una realidad, La felicidad de estar perdido (Ediciones de la Isla de Siltolá). Eso sí, como sus palabras, Kepa Murua también viaja y la publicación del libro le pilla lejos de su Gasteiz de residencia. Más en concreto, en Colombia.
De hecho, es en Medellín donde se encuentra realizando una serie de lecturas en bibliotecas y museos, así como encontrándose con los estudiantes de la Universidad de Antioquía. Todo ello en “una ciudad que vive la poesía”, junto a un público “entregado, despierto, que dialoga con el escritor, con un interés por la literatura que no se observa en Europa”, según describe el autor nacido en Zarautz, al tiempo que apunta que “el reconocimiento a mi trabajo me motiva para seguir adelante con varios proyectos que tengo entre manos”.
Ya sea a un lado o al otro del Atlántico, el nuevo poemario “indaga en la felicidad por medio de diferentes expresiones que explican esos sentimientos que viven con nosotros y que no son más que reacciones a las respuestas inevitables de la vida: quién soy, qué hago, con quién quiero compartir mi vida, qué debo hacer para ser mejor persona?”, buscando “ser conscientes de lo que vivimos sin pensar tanto en lo que podríamos lograr el día de mañana y sin obsesionarnos demasiado por esa felicidad que se nos escurre de las manos”.
En este sentido, el escritor se define como “un especialista en ese perder constante que nos muestra el paso del tiempo, y que es todo un aprendizaje de la misma vida. Y sin embargo, pese a mis numerosas renuncias, sigo adelante porque la vida se ha de vivir sin miedo” puesto que “podría decir que cuando pierdo, gano; que gano mucho porque puedo volver a empezar y porque puedo transformarme, siendo yo mismo”.
Eso sí, ser consciente de ello no es sencillo. “Todos estamos más perdidos de lo que creemos; pero no por ello deberíamos estar insatisfechos ni dejar de aspirar a la felicidad momentánea”, ya que “tener problemas es la sal de la vida. Confiar en su solución ayuda a equilibrar esa inquietud. Con este libro le digo al lector: puedes leerlo para que mires de otra forma y veas el mundo con otros ojos”. Y también para poner en valor el concepto del equilibrio como “esa paz que se encuentra cuando vivimos con lo indispensable, con ese ser que somos y se muestra como es”. Así se relata en un poemario que también se sirve de la forma para encontrar una musicalidad en la escritura “con la intención de que el lector disfrute mientras puede reflexionar sobre la vida. Sin vida no hay poesía, y sin poesía, la vida no sería la misma”.
De esta forma, Murua da un nuevo paso creativo después de dos últimos años que han sido intensos en cuanto a publicaciones de títulos se trata, y antes de sumar una nueva referencia dentro de nada. “Creo que puedo aportar una mirada diferente en los distintos géneros que cultivo, como poeta, ensayista y narrador. En este tiempo utilizo la poesía para explicar el mundo con calma. La novela me permite el lujo de profundizar en mis contradicciones y de reírme de todo lo que nos rodea”.