BILBAO - Y el fuelle del infierno se volvió viajero de la mano de Kepa Junkera. Podría ser el final, un tanto edulcorado, de un relato de ficción, pero como las verdades se vuelven verdades a fuerza de soñarlas, primero, y de cimentarlas, después, la cosa va de proyectos palpables que sazonan una vida artística y personal cargada de emociones. Y así ha querido Kepa Junkera que sea la exposición que resume sus 35 años de trayectoria artística arrimado a una triki: emotiva. Para ello, la ha despojado de cronologías y demás descripciones y ha dejado lo esencial: los 25 discos que ha publicado, acompañados de elementos relacionados con los mismos, objetos que ha ido acumulando a lo largo de su carrera. “Lo he hecho siempre, lo guardo todo porque les doy mucha importancia a las cosas pequeñas”, explicaba estos días el músico de Errekalde refiriéndose a los “detalles” del montaje. Así, el visitante podrá encontrar en la sala del primer piso de Azkuna Zentroa (antigua Alhóndiga) de Bilbao fotografías personales del compositor y grafismos de sus colaboradores habituales, además de trikis de todo tipo (algunas del siglo XIX), panderos y txalapartas, sin olvidarnos del Grammy Latino al mejor álbum folk por K, que obtuvo en 2004. Todo ello sazonado por una batería de vídeos que ofrecen videoclips y entrevistas del músico.

Junkera compareció ante la prensa esta semana acompañado por quienes le han arropado en este nuevo proyecto: el ilustrador Rober Garay, el artista Alberto Palomera y el fotógrafo Igotz Ziarreta. Además, acudieron a la cita el alcalde de Bilbao, Ibon Areso, y el concejal Mariano Gómez. Areso recalcó en su discurso las virtudes de “un bilbaíno ilustre y universal”, y recordó las palabras que el escritor Saramago dedicó en su momento al trikitilari: “arquitecto y albañil de un pueblo músico”. Areso habló también del afán viajero y de la personalidad incorformista de Junkera, que “ha llevado el nombre de Bilbao a escenarios de todo el mundo y ha colaborado con multitud de artistas de renombre”. Acto seguido hablaron los responsables y comisarios de la muestra, que se complementa con un catálogo inusual, cargado de colorido. Rober Garay, responsable de la publicación junto a Palomera, explicó que desde el principio quisieron “alejarse del concepto de catálogo tradicional”. Reveló también que fue el propio Junkera el que les marcó el camino a seguir: “En el librito se hace un repaso cronológico de la carrera de Kepa a través de hitos concretos que él nos señaló. A partir de ahí, hemos tenido plena libertad para diseñarlo todo”. “Hemos querido que la edición tuviera un carácter casi familiar -recalcó Garay-, que fuera muy visual”.

Por su parte, el artista Alberto Palomera explicó que la exposición está ordenada por décadas, empezando en los 80. “Hemos querido que tuviera un carácter emocional y sensorial, por eso no hay carteles explicativos. No es una muestra documental. Para darle ese toque, hemos añadido humo, para darle al espacio una sensación de cielo; así, queremos que el visitante se asome al cielo de Junkera, a su mundo”. El fotógrafo Igotz Ziarreta remató las intervenciones dándole las gracias al trikitilari por haberle mostrado de cerca “un mundo que yo tenía cerca pero que no conocía tan bien”.

instrumento humilde Junkera habló emocionado y se mostró “agradecido con el alcalde, con sus colaboradores y con los responsables de Azkuna Zentroa”.

Junkera no se olvidó de sus inicios y citó a su abuelo, Román Urraza, a su madre y a sus amigos de Rekalde, al grupo Beti Jai Alai de Basurto, se acordó también de los primeros viajes, de los vínculos primigenios que surgieron en los 80 gracias a la trikitixa, de la opción que tuvo de “conocer Euskal Herria, marchando de romería en romería”, hasta acabar trotando por medio mundo para compartir el sonido “de este instrumento tan humilde”. Aún así, no quiso ponerse demasiado nostálgico: “No soy una persona a la que le guste mucho mirar atrás, siempre vivo el presente y el futuro cercano, con nuevos proyectos y nuevas ideas en mente, pero voy a disfrutar con esto, al igual que espero que disfrute el visitante”. El trikitilari explicó que la muestra contiene instrumentos antiguos y actuales, desde 1840 hasta la actualidad, y objetos como carteles de conciertos de hace 30 años, viejas maletas “sin limpiar” que sirven para guardar los acordeones y otras “pequeñas reliquias” que reviven ahora en este espacio de Azkuna Zentroa.

Junkera, que cumplirá 50 años el 10 de abril, confesó que no cree haber cerrado ningún círculo con esta muestra: “Los círculos se abren y se cierran -recordó-, y me gusta hacer cosas que contrasten, cosas diferentes, y me gusta hacerlas con cariño. Ahora, por ejemplo, he vuelto a creer otra vez en los sonidos tradicionales vascos, y me gustaría contagiar y transmitir eso a las nuevas generaciones”.

Por último, subrayó que la exposición se verá animada por diversas actividades con otros músicos y con un concierto que el propio Junkera ofrecerá el 2 de abril, junto al violinista Ara Malikian y el virtuoso de la alboka Ibon Koteron.