Laudio - Mikel Ayllon (Llodio, 1980) siempre ha tenido muy claro que quería ser escritor. En su localidad natal pocos saben que se gana la vida de traductor de textos de lengua vasca a castellana o viceversa, aunque todos sus convecinos le conocen por su fuerte vinculación a programas y proyectos para el fomento de la cultura vasca y el euskera. De hecho, es uno de los fundadores del grupo de zanpantzar Ttuntturro y miembro de la coordinadora Jaiak, y en 2007 todo el Valle de Ayala depositó su confianza en él como guionista y director de Aiara oholtzara, un espectáculo que se estrenó en el Amurrio Antzokia, y que supuso fusionar en una misma obra toda la riqueza artística de la comarca, poniendo en escena el trabajo de bertsolaris, actores, poetas, músicos, bailarines y hasta pintores.
Su primera incursión en la literatura llegó en 2005 cuando, junto a Paúl Asensio, escribió la crónica política Gerezi gorrien garaia. Sin embargo, no ha sido hasta su consecución en 2013 del premio Igartza de novela en euskera para escritores menores de 35 años, cuando ha podido hacer realidad su sueño de publicar una novela.
Lleva por título Ez tiro egin anbulantziei (No disparar a las ambulancias), está a la venta desde el pasado día 4, y algunos críticos ya han comenzado a enmarcarla en el género de la distopía, en tanto en cuanto describe una sociedad consecuencia de tendencias sociales que llevan a una situación totalmente indeseable, y es una obra de advertencia, e incluso sátira, que invita a reflexionar en torno a las consecuencias que pueden acarrear nuestro actos, en la línea de textos ya míticos como Un mundo feliz de Aldous Huxley, 1984 de George Orwell o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.
Con todo, no es una novela futurista al uso, aunque “sí tiene toques de ciencia ficción como la no existencia de bancos en las plazas o agua en las fuentes públicas; mil y una prohibiciones tales como el hablar alto en la calle; o personas que acuden a terapia regentadas por máquinas, que también son la única fuente de información de la que se nutren los periodistas para redactar sus crónicas de sucesos? aunque parándonos a pensarlo tampoco estamos tan lejos de llegar a ello”, enumera Ayllon, que reconoce que “el lector va a necesitar de sus cinco sentidos para seguir mi relato, porque ni el tiempo ni el espacio están definidos”.
El final al principio Y es que se trata de una historia contada al revés, que empieza en el final y no revela hasta su último capítulo el porqué de todo, aunque nunca el qué sucede. “La planteé así porque lo que me interesaba era hablar de las consecuencias que trae la decisión de la protagonista, la cual no explica los motivos de su acción hasta la carta del cuarto y último capítulo”, apunta el autor, al tiempo que añade que otro de los motivos para decantarse por esta poco convencional línea temporal era el de “mantener la esperanza en el lector, al terminar el libro, de que aún queda la oportunidad de tomar otro camino para que no ocurra lo peor; en el sentido de que se le ha invitado a un viaje que va del punto más trágico o negro al más claro: los sueños de una chica por cambiar el mundo en el que vive a mejor, y en el que ha ido entendiendo las fatídicas consecuencias que se relatan en los primeros capítulos”.
De hecho, Ayllon -que ha construido su novela a partir de la cita del pensador comunista italiano, Antonio Gramsci, el mundo viejo se esta muriendo y no nace uno nuevo, y en ese claroscuro nacen los monstruos- ha situado a sus personajes principales en un mundo asolado por un paradigma político, económico y social que ya no vale y en el que, a su vez, no existen alternativas nuevas. En esa tesitura aparece Sylvie, una activista que quiere enterrar ese mundo viejo para que pueda surgir uno nuevo y, en su empeño, acomete una acción para la que necesita de un cómplice que no sepa nada, a fin de huir de la policía. Ese es Gerard, la víctima inocente que termina -o mejor dicho empieza su historia- privado de libertad en la cárcel, por seguir a la joven con la que comparte una pequeña y extraña relación amorosa de una noche. Y es que los sentimientos no entraban en los planes de Sylvie, que se asusta y comete un error que paga con su vida. En definitiva, todo un drama que lleva a plantearnos “si lo que se supone que tenemos que hacer es lo que realmente queremos hacer con nuestras vidas”, sentencia Ayllon, que ya esta pensando en ambientar su próxima novela “en el claroscuro de nuestro mundo actual”.
Premio Igartza Por lo que respecta al premio Igartza por el que el escritor laudioarra ha visto publicada esta novela, decir que se trata de una beca de 6.000 euros que conceden el Ayuntamiento de Beasain, la empresa CAF y la editorial Elkar, y que conlleva el compromiso por parte del ganador de escribir el libro a partir del boceto previo presentado al concurso. “La idea la expuse en 20 páginas y, tras confirmarme como ganador, me dieron un año para darla forma, de cara a llevarla a imprenta”, recuerda Ayllon.
Así fue como Ez tiro egin anbulantziei pudo llegar el pasado 4 a las librerías, al igual que otros trabajos antes que él, entre los que se encuentran Van’t Hoffen ilea, de Unai Elorriaga; Amaren eskuak, de Karmele Jaio; o Habitat, de Katixa Agirre, por citar alguno. Los escritores jóvenes interesados en tomar parte en la edición XVIII de este premio, tienen de plazo para presentar sus proyectos hasta el 30 de junio.