“canalla? pero romántico”. Así tilda su nuevo disco, Rebel heart (Live Nation/Interscope), la propia Madonna, la indiscutible reina del pop de las últimas décadas, que resiste la pesada carga del cetro a sus 56 años, siempre polémica, de actualidad y todavía rodeada de jóvenes estrellas como los raperos Nicki Minaj, Nas y Kanye West, a los que extrae genio y sangre fresca. El disco, solvente y ecléctico, convive con todo lo que rodea al personaje -la polémica, el marketing, el uso de los medios, las declaraciones contradictorias...-, que ha confirmado una única fecha estatal en su gira de presentación: el próximo 24 de noviembre en Barcelona.
Rebel heart es el disco nº 13 de Madonna, y algunos llevan ya semanas dándole vueltas al supuesto gafe que conlleva y que, según ellos, se ha confirmado con las “malas vibraciones” de su filtrado en Internet desde hace meses; la obligada reacción de su discográfica al adelantar parte del lanzamiento; la polémica surgida con la elección del “arte” de la campaña publicitaria -comparándose con Luther King o Mandela al sumar a sus rostros el cordón negro que ella incorpora en la portada del disco-; sus controvertidas declaraciones -tildó de “violación” y “terrorismo” el adelanto ilegal de sus canciones- o la caída de la artista en la ceremonia de entrega de los Oscar, de la que se recuperó con tino.
Premeditado o no, ella ha vuelto a ganar el combate mediático en las semanas previas a la publicación de su disco. Y, por si fuera poco la continua exposición en los medios, ahora Miley Cyrus aparece en una foto besando un cartel de promoción callejero de Madonna instalado en una parada de autobuses. Todo vale y todo suma si la Ciccone logra aumentar ampliamente la cifra de 300 millones de discos vendidos hasta la fecha, a pesar del “fracaso” relativo de su anterior trabajo, MDNA, editado hace tres años. La gira mundial de presentación, que pasará por Barcelona en noviembre con entradas entre 45 y 175 euros (mañana a la venta), relanzará un disco con el que Madonna sigue reinando en el mundo del pop.
A ella nunca le ha faltado instinto e inteligencia para estar siempre a la última, rodeándose de compositores y productores consolidados, y colaboraciones con jóvenes artistas emergentes. En Rebel heart no faltan, en ambos casos. En el primer capítulo, cuenta con un equipo de lujo, gente como Toby Gad, MoZella y Ariel Rechtshadi, especialistas en crear y grabar números 1. Y en el segundo, comparte micro o mesa de mezclas con Nicki Minaj, Kanye West, Nas, Diplo, Avicii y Chance the Harper. Con ellos, a sus 56 años, sigue sonando a la última tras más de 30 años de carrera en un mundo, el del pop, efímero como pocos.
Si el anterior fue el disco del divorcio con el cineasta Guy Ritchie, el actual parece ser el de la superación. “Un montón de gente le canta a estar enamorado y estar feliz, o escribe sobre tener el corazón roto y estar desconsolado”, ha explicado Madonna. “Pero nadie le escribe a tener el corazón roto y luego tener esperanzas y sentirse triunfante. Ese era mi desafío. No quería ser una víctima”, asegura la estadounidense de origen italiano sobre un disco que, en su opinión, “muestra la parte más rebelde y canalla que llevo dentro, pero también la más romántica”.
Crisol estilístico El disco no deja indiferente a nadie. Para los más fieles, se sitúa entre lo mejor de su discografía; el resto se mueve entre la indiferencia y el reconocimiento de la inteligencia de Madonna para sonar actual. De duración excesiva, con 19 temas en su versión de lujo, ofrece un crisol estilístico que pivota entre el pop y la electrónica, con varios hits dirigidos a la pista. Ahí sobresalen Living for love, cuyo impulso bailable traslada directamente hasta los 90; la hedonista Illuminati, en la que canta “vamos a bailar? y a vivir para siempre, el amor no muere nunca”, entre referencias a Jay-Z, Beyoncé, Oprah y Obama; o Bitch I´m Madonna, un house con insertos electrónicos de altura y rapeado de Nicky, en la que canta soy “una mala puta”.
Disco de autohomenajes, como el optimista Hold tight, donde regresa a los 80, Rebel heart incluye también guiños vaqueros en Devil pray; unos irresistibles ecos reggae en Unapologetic bitch; y baladas -Ghosttown remite a la mejor Rhianna y destaca también el piano de HeartBreakCity, el electroacústico Joan of Arc o Inside out, que alterna pop melódico y una oscuridad a lo Depeche Mode, de altura.
Entre los extras sobresalen el hip hop y r&b que firma con Nash en Veni vidi vici (con autocitas a Express yourself y Ray of light) y la negroide S.E.X.
En sus letras, Madonna alterna rimas de trazo grueso con confesiones personales. En Iconic anima “a levantar la voz”, mientras que en Joan of Arc muestra su faz más “humana” y reconoce que “cada vez que toman una fotografía roban una parte de mí”. Madre de 4 hijos, Madonna ha reconocido sus coqueteos juveniles con algunas drogas, pero ahora, mientras propone bailar y divertirse, se manifiesta en contra en Devil pray al cantar “podremos correr y escondernos, pero no encontraremos el camino”.
Eso sí, parece seguir igual de sexual porque en S.E.X. entona “atrás y adelante, hasta romper la cama”, y en Holy water se atreve a cantar “bésamelo mejor, te prometo que no es pecado, podemos hacerlo aquí, en el suelo/Jesús, besa mi pussy”.