Vitoria - Eran principios de los años 90 y el gasteiztarra Taller de Artes Escénicas fue su primera casa escénica. Después tocó viajar a Madrid, al Laboratorio de William Layton, y desde entonces, en el teatro, el cine o la televisión, no ha parado. Ahora sigue con la gira de El zoo de cristal mientras prepara el inminente estreno, en el Teatro Alfil, de Hijas de la gran puta.
Ante todo, felicidades por el premio de la Unión de Actores. ¿Todavía unos centímetros sobre el suelo o...?
-(Risas) Sí, la verdad es que fue como sentirme en una nube. Cuando subí al escenario... Fue un momento hermoso. Ahora ya estoy un poco más tranquila, pero bueno, tengo el premio aquí, de vez en cuando lo miro y sonrío.
Puede sorprender un poco el hecho de ser un premio a la actriz revelación teniendo en cuenta que usted, a pesar de la juventud, lleva ya mucho camino recorrido.
-Es más un premio especial. En mi categoría estábamos Clara Lago, Carmen Flores y yo, que ninguna de las tres, por así decirlo, acabamos de comenzar en esto de la interpretación. Pero bueno, ha pasado también otras veces. Mira a Walter Vidarte, con 75 años, en los Goya como actor revelación. Pero bueno, tenga un nombre u otro, bienvenido sea.
Es un premio que le llega por su papel en ‘El zoo de cristal’, una nueva versión del clásico de Tennesse Williams.
-La verdad es que la versión que ha hecho Eduardo Galán es muy dinámica, en la que se agiliza un poco la acción pero sin perder un ápice de poesía ni de la esencia del texto. Es una obra autobiográfica en la que se cuenta su decisión de abandonar la casa paterna. Él tenía una hermana muy parecida a esta Laura de El zoo de cristal, una persona extremadamente tímida que su padre lobotomizó. Esta obra la escribió como un homenaje a su hermana y habla sobre cómo los seres humanos tenemos una necesidad de evadirnos de nuestra propia realidad. En el caso de Laura, se fabrica su propio mundo, una fantasía que termina siendo más veraz que la realidad. Es una persona de cristal. No tiene esa máscara social que todos nos construimos.
El montaje se estrenó el año pasado y no han parado de girar.
-De hecho, tenemos actuaciones previstas hasta diciembre de este año y ya veremos si sigue en 2016. De momento, es más que probable que volvamos a entrar en Madrid este verano. La verdad es que me siento terriblemente afortunada porque en esta época tener una gira tan grande es milagroso.
De momento, eso sí, no hay planes para venir a Vitoria con la obra.
-No, pero me encantaría volver a actuar en Vitoria. Ya veremos.
Y a todo esto, está en la recta final de ensayos antes de estrenar en abril ‘Hijas de la gran puta’. La agenda al completo.
-Pero lo voy a poder compaginar, así que encantada.
Un título... contundente.
-Es una obra dirigida por Norberto Ramos del Val, que es un hombre muy talentoso y el rey del underground español. Es una comedia muy loca, también sobre las mentiras. Son tres chicas que se mienten a sí mismas y entre ellas, vamos que se comportan como unas auténticas hijas de puta (risas). Va a estar muy bien. Tiene una pinta estupenda y me encanta porque es algo que no tiene nada que ver con El zoo de cristal. Así compenso un poco.
¿La televisión y el cine, un poco apartados ahora?
-Pero no es por el teatro, es porque no me surge. Pero si aparece algo más, a por ello. No se puede decir que no a los trabajos y menos en esta profesión.
¿Cómo está pasando estos años de crisis en un sector tan golpeado como el cultural?
-Me siento afortunada porque tengo trabajo pero es evidente que están siendo momentos muy difíciles. Así que hay que estar con el ojo puesto en todo lo que pueda aparecer. Al final, el sector se recuperará al mismo ritmo que el resto de la sociedad. Si se termina bajando el IVA será una bocanada de aire fresco para el sector, pero bueno, todo es cíclico. Saldremos de la crisis, igual no estamos como antes y, tarde o temprano, entraremos en otra.
Antes de terminar. Vamos a imaginar que se encuentra con una joven llamada Pilar Gil a mediados de los años 90, cuando está a punto de terminar en el TAE y marcharse a Madrid. ¿Qué le diría?
-No lo sé. Básicamente, que tenga paciencia porque yo iba muy embalada (risas). Pero vamos, sí, paciencia que el camino es largo.