en apenas dos meses, dos series han colaborado a aportar pruebas para reabrir sendos casos: no solo The Jinx acaba de emitir una posible confesión de Robert Durst, sospechoso de un triple asesinato, sino que en febrero se aceptó la apelación del convicto Adnan Syed tras el éxito de Serial. Esta fusión de periodismo, entretenimiento y justicia abre el debate sobre un género diseñado para atrapar al público con sus argucias narrativas pero que puede acabar teniendo consecuencias más vinculantes que el éxito de audiencia.
El domingo por la noche, en prime time, se emitía lo que podía ser la confesión de un caso que ha estado resistiéndose a la Justicia de Estados Unidos las últimas décadas: la de Robert Durst, vinculado a tres homicidios pero nunca encarcelado y que centra la miniserie de HBO The Jinx. “Los maté a todos, por supuesto”, se oía de manera accidental cuando Durst, un millonario neoyorquino acusado de haber matado a su esposa, a una de sus amigas y a un vecino, olvidó quitarse el micrófono tras la entrevista y murmuraba para sí mismo en el baño. “Estos productores hicieron lo que las fuerzas de la ley de tres Estados no pudieron conseguir en 30 años”, dijo en las páginas del New York Times la exfiscal de Westchester County que llevó la investigación de una de las muertes.
Efectivamente, los creadores de The Jinx, en un trabajo de investigación de diez años, habían encontrado pruebas suficientes para que las autoridades detuvieran el sábado, antes de la emisión del programa (y en perfecto calendario para pegar al espectador a la televisión al día siguiente) a Durst, de 71 años, al registrarse con un nombre falso en Nueva Orleans. Ya con los primeros capítulos, la Fiscalía de Los Ángeles había decidido reabrir el caso de una de las muertes, si bien no queda claro que la confesión emitida en televisión pueda ser una prueba incriminatoria.
El poder del cine, la televisión o la radio como motor de cambio legal es, en líneas generales, un valor positivo que tuvo su ejemplo más insigne cuando Indigènes (2006), la película de Rachid Bouchareb que reivindicaba la igualdad en las pensiones de soldados franceses y argelinos de la II Guerra Mundial, consiguió cambiar la legislación francesa. Pero estos dos últimos casos levantan más ampollas por cómo han jugado con los lenguajes de la realidad y la ficción hasta hacer un espectáculo de sucesos escalofriantes. En The Jinx fue Durst el que se puso en contacto con el director de la serie, Andrew Jarecki, tras haber visto su trabajo de ficción All Good Things, basado también en su caso. Pero Serial, la serie radiofónica online o podcast con más éxito de la historia de este joven formato, quizá es moralmente más ambiguo. La investigación realizada y retransmitida por Sarah Koenig para millones de oyentes en todo el mundo reabría de manera no oficial el caso de Adnan Syed, joven musulmán condenado en 1999 por el asesinato de su novia del instituto, la coreana Hae Min Lee. Koenig concertó entrevistas con gran parte de los implicados, incluidas conversaciones telefónicas con Syed desde la cárcel, y deslumbró por su audaz ejercicio de narrativa y su análisis velado de la convivencia de etnias en Estados Unidos.
Su gancho fue, de alguna manera, convertir a la audiencia en jurado popular de un caso archivado con varias lagunas. Serial tuvo su secuela en la realidad ya que un tribunal de Maryland aceptó en febrero la apelación de Syed, en parte gracias a las pruebas reunidas y narradas por Koenig. A pesar de que ha sido entendido, en general, como una segunda oportunidad para un muchacho que lleva 16 años en la cárcel por un crimen que quizá no cometió, la familia de Hae Min Lee mostró su repulsa por haber revivido su tragedia y por haber tenido que soportar las críticas al no colaborar con el programa. “Para mí esto es la vida real. Para vosotros, oyentes, es otra trama criminal, otro misterioso asesinato, otro capítulo de CSI”, protestó quien dijo ser el hermano pequeño de la fallecida en una conversación en Reddit. Nunca se demostró si era él o no, pero resumió en esa frase las claves del éxito, el morbo y la incomodidad moral que ha provocado la serie.