Vitoria - Justo el pasado jueves se cumplieron siete años de su fallecimiento. Desde 1919 a 2008, Menchu Gal no sólo fue protagonista de su propia vida, también una artista cuya mirada se concreto en una dilatada trayectoria que la fundación que lleva su nombre sigue preservando. Poner en valor su carrera y difundirla entre los más cercanos pero también en otros países es el doble objetivo de una institución que, desde ayer hasta el próximo 14 de mayo, toma las paredes de la Sala Fundación Caja Vital.

Un total de 73 cuadros componen Imágenes de una vida, un recorrido cronológico pero sobre todo temático por la producción de una creadora que fue la primera mujer en hacerse con el Nacional de Pintura, una de tantas puertas abiertas en épocas donde ellos marcaban el paso (aunque en determinados aspectos, también en el sector del arte, haya cosas que no han cambiado tanto). Retratos, paisajes, bodegones e interiores marcan el tránsito por el espacio de la plaza de los Fueros, un recorrido salpicado por alguna que otra cronología, por algunos ejemplares de los catálogos editados por la fundación de la artista para divulgar su huella, y por determinadas frases de Gal, siendo tal vez la más significativa: “soy una mujer que nació para la pintura”. Cristalino.

Aunque buena parte de lo mejor de su producción se encuentra tanto en colecciones privadas como en fondos de museos y centros públicos (Reina Sofía, MACBA, San Telmo, Museet for Samtidskunst...), la Fundación Menchu Gal atesora una colección que le sirve para hacer este tipo de exposiciones (este mismo año, por ejemplo, la obra de la artista nacida en Irún viajará a Roma), muestras “de calidad” mientras sigue el proceso de digitalización de piezas para su difusión vía Internet, como ayer explicó Joxe Joan González de Txabarri, secretario general de esta institución sin ánimo de lucro y ex diputado general de Gipuzkoa (cargo desde el que hizo entrega a la artista en 2007 del Premio Manuel Lekuona de Eusko Ikaskuntza, un galardón que al año siguiente ganó el alavés Sabin Salaberri).

Se configura así una muestra que, ante todo, busca descubrir la obra de Gal a quien todavía no la conocía o no por lo menos con la profundidad necesaria. Porque la vida tiene sus calendarios, pero el fallecimiento de la artista no significa que su huella se deba perder en el tiempo y la memoria.