Estos días podemos visitar en el Depósito de Aguas -dentro de una muestra dedicada a analizar las conexiones existentes entre el cómic y el rock de cuño vasco-ochentero (Rockomikiak)- una exposición sobre la irreverente revista TMEO, pues a esta publicación se le ha dedicado un apartado especial dentro de Rockomikiak. Y así, en un amplio espacio del recinto, nos encontramos con una selección de portadas, contras, anuncios, bocetos, textos? del TMEO. Y, también, con dibujos originales -realizados a gran escala y directamente sobre las paredes- pergeñados por la plana mayor del TMEO (Mauro Entrialgo, Ata, Abarrots y Furillo) que aportan frescura visual al recorrido temeístico.
Aunque seamos objetivos: el TMEO nunca se ha definido claramente en el ámbito musical. Síntoma de ello es que esta publicación, en sus 28 años de existencia, no ha tenido nunca una sección específica dedicada al mundo música. Es verdad que en ocasiones sí que se han reseñado en su interior algunos trabajos de bandas musicales amigas. Pero estas reseñas han tenido menos peso que las realizadas sobre revistas, cómics, fanzines de gente cercana al TMEO. Y también hay que señalar que en esta revista también se han publicitado -a través de anuncios realizados por sus dibujantes y publicados en el TMEO- algunos grupos rockeros. Y obviamente, en las historietas que componen el grueso de la revista, la música ocupa temáticamente su lugar, aunque no de una manera tan relevante como para poder ser tomada como una seña de identidad temeística.
La realidad es que la mayor vinculación del TMEO con el mundo del rock se ha dado fuera de la revista: unos cuantos temeolaris han realizado un considerable número de colaboraciones para grupos musicales vascos. Podríamos señalar, por ejemplo, la portada realizada por Santi Orue del disco de La Polla Records No somos nada (1987). También es digno de mencionar el cartel realizado por Mikel Valverde anunciando el primer concierto que dio Potato en Landazuri (31 de diciembre de 1984). Sin olvidarnos de la portada del disco Salda Badago de Hertzainak, realizada por Álvarez Rabo (1988).
Y, por otra parte, también algunos dibujantes del TMEO han hecho sus incursiones en el mundo de la música. Como Mauro Entrialgo, formando parte del grupo Fat Esteban (1992-96). O Jokin tocando la rascadera con Cojón Prieto y los Guajalotes (1990-95). Y no podemos dejar de mencionar a Palli, que fue la voz de Que ancha es Castilla (1986-1993).
Rockomikiak es una muestra que hay que visitar cargados de energía para procesar sus contenidos y poder así revisitar espacios neuronales de nuestra memoria reciente. Una memoria que es necesario mantener viva. Y, por otra parte, para las generaciones más jóvenes que no vivieron los años ochenta en Euskadi, la muestra les ofrece la oportunidad de sumergirse en una época de ebullición de la cultura popular. Una época en la que tocar en un grupo o poner en marcha un fanzine eran cuestiones vitales.