pamplona - Cobeaga produjo directamente la película porque no quería ir peregrinando por productoras con un proyecto que, a priori, “era muy difícil de vender”. “Estábamos escribiendo Ocho apellidos vascos, Diego estaba también con otra cosa, y yo me animé a hacer esto”, cuenta Cobeaga, que reconoce que, en ese sentido, Negociador es “un poco capricho”, hecha con “un grupo de amigos” y con “total libertad”.

Hasta ahora creíamos que Borja Cobeaga hacía comedias, pero Negociador no parece pertenecer al mismo género que Pagafantas.

-(Sonríe) Es verdad, esta película es más bien una tragicomedia. Lo bueno de la comedia es que puedes hacer una historia muy alocada, buscando la carcajada del público, y luego puedes hacer una comedia más negra. Si comparas una película de Berlanga con Aterriza como puedas, por ejemplo, ves que las dos son comedias, pero distintas. Y a mí me parece muy bonito poder combinar las dos cosas y hacer esta el mismo año que escribí el guión de Ocho apellidos vascos. Por eso digo que no quiero engañar a nadie: quien venga a ver Negociador esperando una comedia de carcajadas no la va a encontrar.

Tendrá ganas de que estrenar, aunque ya recibió algunas reacciones en el Festival de San Sebastián.

-Muchas ganas. Esta película sale un poco de mi curiosidad y como es una película que produje yo mismo, siempre te viene la duda de si habrá gente a la que le interese como a ti o habrá quien diga ‘este ha hecho una historia sobre negociaciones donde casi no salen las negociaciones’.

Y así es.

-Claro, porque lo que me interesaba era el factor humano que había alrededor de esa situación. Y precisamente en San Sebastián me sorprendió lo mucho que la gente se reía. Yo había hecho una tragicomedia, una película que no tenía gags muy evidentes, en la que todo era más minimalista y pequeño, y me lleve una sorpresa. Creo que en parte tuvo que ver con el contexto de un festival de cine, en el que la mayoría de los espectadores ven dramas continuamente y respiran cuando les das un poco de humor. Aunque, por otro lado, igual también tuvo que ver con que si no han vivido la realidad política vasca, había detalles que se les escapaban.

Dice que esta historia nació de su curiosidad personal, ¿por qué escogió la penúltima tregua?

-Lo que me despertó la curiosidad fueron dos entrevistas que le hizo Jordi Évole a Jesús Eguiguren en Salvados. Una fue antes del alto el fuego de ETA y la otra justo después. Vi que Eguiguren se había quedado muy tocado y me pregunté qué habría pasado para que le afectase tanto el proceso. Luego publicó un libro, se hizo un documental, reportajes, entrevistas... De repente se destapó lo que había pasado unos siete años antes, entre 2004 y 2005, y vi que lo cotidiano de la negociación estaba lleno de comedia, pero no de comedia intencionada. Mi idea no era poner el acento en hacer cómicos esos momentos, sino que ya lo eran de por sí.

Esta película habla de hechos y personajes reales.

-Así es, y la primera decisión fue cambiarles los nombres. Lógicamente, quien conozca el tema verá en seguida que el personaje de Ramón Barea es un trasunto de Eguiguren; el de Josean Bengoetxea, de Josu Ternera, y el de Carlos Areces, de Thierry. Pero es que no solamente los personajes principales tienen su propia versión, sino también otros como la traductora y el mediador.

¿Y cómo se escribe un guión partiendo de ese punto?

-Por un lado, yo tenía mucha prudencia, pero, por otro, me daba mucha envidia que en otros países como Estados Unidos o en Francia hubiera muchas películas que cuentan sucesos recientes. Aquí parece que solo podemos hacer o algo muy remoto, de los Reyes Católicos, o algo muy laudatorio, como las pelis del 23-F o la Transición, que parecen más un homenaje que una descripción realista. Así que sí que tenía ganas y ese ímpetu de hablar de nuestro pasado inmediato, pero también ese pudor que me llevaba a cambiar los nombres y otras cosas. Por ejemplo, Eguiguren está casado y tiene familia y el personaje de la película lo presento como un solitario, me parecía que así era más potente como antihéroe.

¿Eguiguren ha visto la película?

-Pues que yo sepa no. Bueno, eso ha dicho él en una entrevista que le hicieron ayer (por el miércoles).

¿Le apetece que la vea?

-Por un lado, sí, pero, otro, no sé. Al retratar la cotidianidad he usado mi parte de fantasía, fabulando a partir del ‘qué hubiera pasado sí...’ Y eso me genera cierto pudor.

Sobre ETA se han hecho varios thrillers, ¿faltan otros géneros?

-Como decíamos antes, esta no es una comedia de carcajadas, sino una comedia más seca, incluso más triste. Durante muchos años hemos vivido bajo la presión de que había ciertos temas sobre los que no se podía hablar, solo entre amigos, porque ni estaban en la prensa ni en películas ni en libros. Así que hablar de todo esto desde la comedia es liberador. Y yo he podido hacerlo así después de haber hecho Vaya semanita y de ver cómo en la calle se intentaba, en efecto, relativizar la cuestión a partir del humor. Esta película es heredera de aquella época mía, pero se ha podido hacer sobre todo porque la situación es muy diferente.

La violencia/el conflicto ya se ha acabado y todos respiramos ya de un modo diferente.

-De hecho, ya se están haciendo varias películas sobre el tema. El año pasado se hicieron Lasa y Zabala y Fuego, Imanol Uribe también está haciendo otra... Creo que corremos el riesgo de que el conflicto vasco sea la nueva guerra civil en el cine español (ríe).

Borja Cobeaga es vasco y eso se nota. Refleja el modo en que había personas que no saludaban a otras, del miedo, de los silencios, de la tensión diaria... Si esta historia la hubiera contado alguien de otro origen, no habría tenido nada que ver.

-Cuando me planteé hacer la película sabía que si hacía cosas sin explicar, podía despistar a algunos espectadores, pero, claro, me parecía que sobreexplicar algunas cosas a un vasco era problemático. Yo conozco la situación, cómo era el día a día y pensé que si me empeñaba en aclararlo todo iba a perder un montón de espectadores de mi tierra. Aunque hay muchas de esas cosas que mencionas que afortunadamente se están diluyendo, el ambiente entonces en la calle era tenso, muy desagradable, y tenía que contarlo así. Aunque sí que me gustaría que alguien de fuera me diera su percepción.

Esta película la ha hecho solo, sin Diego San José, ¿cómo han vivido los dos todo lo que se generó en las redes sociales en torno a su ausencia en los Goya?

-Pues con mucho cachondeo. Sé que el gremio de guionistas, que son los que pusieron el grito en el cielo, no solo nos estaban reivindicando a nosotros, sino a toda la profesión, pero en los últimos años no ha habido guionistas que hayan estado tanto en el foco como nosotros. Además, creo que si hubo una figura injustamente tratada en estos Goya fue Emilio Martínez Lázaro; por eso los actores quisieron reivindicarle. Es que le adoran; dicen que creó un ambiente de rodaje increíble, como una gran familia.

¿Pero hay buen rollo con el equipo? Lo pregunto más que nada porque empiezan a rodar la segunda parte de Ocho apellidos en mayo.

-Muy bueno. Vamos a repetir con los mismos actores, el mismo director, el mismo productor. Ahora estamos afinando los detalles del guión, están localizando, seleccionando al resto del reparto...

Se han puesto el listón muy alto.

-Está claro que el factor sorpresa ya no se va a existir. El fenómeno que supuso la primera no se repetirá, pero tanto a Diego como a mí nos hace ilusión que el público esté expectante ante algo que estamos escribiendo.

Está con Súper López también.

-De hecho, era un guión que estábamos escribiendo antes de Ocho apellidos vascos, pero, claro, el éxito arrollador hizo que nos pusiéramos con la secuela. Pero ya hemos retomado Súper López y mañana (por hoy) nos reunimos con el director, Javier Ruiz Caldera, que es un buen amigo. Está terminando Anacleto, agente secreto, de la que el otro día vi el tráiler y me dio un subidón.

Con Ruiz Caldera, igual que con Vigalondo o Koldo Serra comparte muchas cosas, ¿tienen ese sentimiento de generación?

-Sí, y creo que esa sensación viene motivada por el cortometraje. Durante años, muchos de nosotros coincidíamos cada fin de semana en un festival de cortos. El circuito es muy extenso y en él te hacías una pandilla, y eso ha hecho que no solo sigamos siendo amigos, sino que trabajemos juntos. Con Nacho comparto productora y qué decir de Diego... Creo que es la persona con la que más tiempo he pasado en mi vida (ríe).

Título. Negociador.

Guión y dirección. Borja Cobeaga.

Elenco. Ramón Barea, Josean Bengoetxea, Carlos Areces, Melina Matthews, Jons Pappila, María Cruickshank, Óscar Ladoire, Raúl Arévalo, Secun de la Rosa, Alejandro Tejería, Santi Ugalde, Gorka Aguinagalde.

Sinopsis. Manu Aranguren ejerce de interlocutor del Gobierno en las negociaciones con ETA. En lugar de asistir a un acto solemne, pronto verá que las casualidades o los malentendidos marcan el diálogo y que la relación personal entre los negociadores será clave.